La obesidad es una enfermedad crónica de origen multifactorial, prevenible, que se caracteriza por la acumulación excesiva de grasa que puede llegar a poner en riesgo la salud y hasta la vida inclusive.
Una de las causas que la provoca es el aumento en la ingesta de alimentos hipercalóricos: altos en grasas, sal y azúcar, pero bajos en vitaminas, minerales, fibras y otros micronutrientes.
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En este grupo se encuentran los alimentos de la punta de la pirámide nutricional y se denominan de consumo ocasional, entre los cuales se encuentran los azúcares, dulces, golosinas y snacks.
Otra de sus causas está relacionada con la poca práctica de actividad física como resultado del sedentarismo, los cambios en el estilo de vida, situaciones ambientales y sociales.
Las consecuencias de la obesidad trae aparejado múltiples enfermedades asociadas:
- Enfermedades cardiovasculares.
- Diabetes.
- Hipertensión arterial.
- Discapacidad.
- Depresión.
Entre muchas otras que despiertan una alerta y altos costos para la salud pública. Por eso, la prevención resulta fundamental.
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¿Contar calorías ayuda a adelgazar?
Ahora bien, ¿se puede prevenir o tratar el sobrepeso y la obesidad contando las calorías de los alimentos que consumimos? Es útil recordar que cada persona tiene un requerimiento calórico único o distinto que depende de factores como la edad, el sexo, la práctica o no de actividad física, enfermedades preexistentes, etc. Por ello, a la hora de contabilizar las calorías es difícil saber cuánto es lo correcto si no se tiene un asesoramiento previo de un profesional de la nutrición.
A la hora de contabilizar las calorías es difícil saber cuánto es lo correcto si no se tiene un asesoramiento previo de un profesional de la nutrición
Lo que sí resulta importante es evaluar la calidad de las calorías que consumimos y su distribución a lo largo del día para alcanzar una alimentación balanceada. Si contabilizamos las calorías de un alimento sin tener en cuenta de qué están compuestas, probablemente no estemos realizando un plan de alimentación saludable y equilibrado aunque la suma de calorías sea adecuada o baja. Hay alimentos que pueden tener muchas calorías, como ser la palta o el maní, y aún así contar con un gran valor nutritivo.
En este sentido, si las calorías provienen todas de los hidratos de carbono y las grasas, estarán faltando las proteínas. Y a la inversa, sucede lo mismo si nos focalizamos solo en las proteínas, dejando de lado los hidratos de carbono.
Por eso, del 100% de calorías que consumimos, un 55% debe provenir de los hidratos de carbono, el 30% de las grasas, y el 15% de las proteínas
La importancia de leer las etiquetas de los alimentos
En esto, las etiquetas pueden ser de gran ayuda, ya que podemos obtener mucha información útil que no necesariamente responda al valor calórico de cada alimento, pero sí de los componentes que lo hacen saludable o no.
También, podemos encontrar las porciones a las que equivale, cuánta sal contiene, los ingredientes que lo componen y analizarlos, por el hecho de que no es lo mismo que contenga, por ejemplo, grasa animal (la que hay que tratar de reducir) o aceite vegetal alto oleico (opción saludable que permite reemplazar a la anterior).
Otro dato no menor a tener en cuenta es el orden en el que figuran los ingredientes, dado que este corresponde a la calidad presente en cada alimento, por lo que no es lo mismo que el primer ingrediente de la lista sea el azúcar a que ocupe el último lugar.
Siempre es bueno recordar que para realizar una alimentación saludable y adecuada es importante disfrutar de la comida, pero en cantidades más pequeñas
Hay alimentos que conviene comer con más frecuencia como:
- Vegetales.
- Frutas.
- Granos integrales.
- Lácteos descremados.
- Pescado.
- Aceites de origen vegetal.
Y otros alimentos para los que sugerimos ingerir ocasionalmente y en porciones más chicas (bizcochos, galletitas, helados, dulces, gaseosas o bebidas azucaradas, pizzas y carnes grasosas como panceta, chorizo, morcilla y salchichas).
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Por último, recordemos que lo sostenible y duradero es realizar pequeños cambios por vez y no esperar una transformación rotunda que termine convirtiéndose en una fantasía.
Es importante buscar metas alcanzables, reales y concretas, procurando transformar los platos que nos gustan en alternativas saludables, que cuiden nuestra salud y la de nuestro corazón.
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Fuente: Fundación Cardiológica Argentina. Asesoró la licenciada en nutrición Gretel López Segura.
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