Antes de la cuarentena por la pandemia de coronavirus, escuchaba a los padres decir: ¿"Sabés lo que daría por tener más tiempo para mí y mis hijos? Corro todo el día con el trabajo, las responsabilidades, llego a la noche a casa sin resto para nada.
Los hijos por su parte: "Mis viejos no me dan bola, están todo el tiempo en sus cosas, lo único que quieren es que estudie y ordene la pieza". Dicen los orientales:
Deberás tener cuidado con los deseos que pedís, pueden cumplirse
La pandemia nos regala desde hace 120 días (24x7) tiempo para estar juntos, todo el tiempo juntos, con nuestros hijos, con los padres.
Empacho de tiempo en familia
Sobredosis de padres para los hijos, de hijos para los padres. Y los conflictos emergen, suceden. ¿Quién dijo que sería fácil?
El colegio entra a casa porque los chicos no pueden salir. Amigos, clubes, gimnasios, todo debe esperar. La endogamia (endo=adentro/gamia=familia) al palo.
¿Y qué hacer? Todos tenemos los umbrales más bajos, de tolerancia, de capacidades emocionales, la pandemia nos atraviesa a todos, absolutamente a todos.
La vida doméstica es un continuo, trabajo, colegio, vida familiar, todo junto, reuniones de trabajo en la cocina con el agua de la olla hirviendo
Difícil, muy difícil, pero no imposible.
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Ordenemos el top five de situaciones problemáticas y armemos cajas de herramientas.
“Mamá, papá, quiero ver a mi novio/a”
En el top ten de los conflictos padres e hijos en tiempo de pandemia, aparece a la vanguardia el de los jóvenes que plantean a sus padres con mayor o menor vehemencia: "Quiero ver a mi novio/a. Está haciendo cuarentena también, hay cero riesgos, voy con barbijo ¿qué les cuesta?"
Y los adolescentes pulsean, y los padres sufren porque entienden las razones y motivos, pero deben cuidarlos, por sobre todas las cosas, deben cuidarlos.
Esta es una ocasión, quizás única y compleja, muy compleja, para fortalecer algo que los adultos venimos haciendo en muy escasa medida en los últimos tiempos, en las últimas décadas: Ayudar a que nuestros hijos construyan un umbral de frustración sólido y fuerte, a que entiendan que la vida no es como uno quiere.
Extrañan a sus medias naranjas y es lógico, hace más de 3 meses que el único contacto es a través de los monitores, con todo el pegoteo e intensidad que caracterizan a los vínculos adolescentes.
Pero estamos en cuarentena porque hay un virus del cual tenemos que cuidarnos, por qué la única manera es respetando las normas, y abrir el juego del encuentro aunque sea en nombre del amor puede tirar abajo todos los esfuerzos que venimos haciendo hace tanto tiempo.
La respuesta entonces deberá ser: "Me encantaría que se vean, pero todavía no es posible"
- Habrá que soportar los embates de los hijos teniendo mucho cuidado de no entrar en el modo confrontación ni pulseada.
- Los hijos se enojarán, tendrán que desenojarse y entender que ya falta menos y que todos extrañamos encuentros, abrazos y que ellos no son la excepción.
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Puertas abiertas, puertas cerradas
"Imposible trabajar, yo en reunión con la gente de la empresa, oigo como se pelean los hermanos todo el santo día, de repente los tengo en la habitación pidiéndome que intervenga. No encuentro la forma que entiendan que mi casa también es mi oficina ahora. Es agotador."
Creo que en estos tiempos en particular (y en todos en general) debemos usar la creatividad como trampolín para la solución de conflictos.
En este caso sugiero (sobre todo con niños pequeños), que los padres desarrollen un sistema de señalética:
- Cartel verde "no estoy trabajando, podés pasar".
- Cartel rojo "mamá/papá está ocupado, no entrar" y si los hijos incumplen la prohibición, podrá existir algún tipo de consecuencia (no me gusta la palabra penitencia) más o menos divertida como hacer un masaje en los pies o preparar un rico postre para toda la familia.
Una madre viralizó una imagen de un cartel que pego en su dormitorio para sus hijos:
Entonces en este tiempo es clave:
- El humor como recurso.
- Favorecer la empatía en los hijos y que entiendan que tienen que ayudar a los padres a ayudarlos.
- Quitar presión a estas situaciones, todos estamos en igual contexto y condición y los compañeros de trabajo o clientes que están del otro lado sabrán entender que esto hoy sucede.
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Padres, docentes e hijos entrampados en la pandemia, cuarentena y aulas virtuales
"Mis hijos no quieren hacer las tareas, no puedo más, tengo el trabajo, las cosas de la casa y encima me acabo de recibir de docente (ríe) ¿De qué tiempo me hablan? ¡¡No me alcanza el día!!
La familia y la escuela quedan atrapados en una realidad que no estaba prevista, una de las cuestiones más complejas de esta pandemia tiene que ver con el devenir de esta modalidad (que es la posible) de aulas virtuales.
Los adultos tienen las exigencias del trabajo (home office aquellos que lo pueden llevar, o fuera de casa aquellos que pueden salir porque están habilitados por las excepciones de la cuarentena), las cuestiones domésticas y como si esto fuera poco, deben articular las actividades escolares de sus hijos, que pocas ganas tienen de estudiar en este contexto.
Y no es sencillo, no es nada sencillo. Para ninguno de los actores, ni los estudiantes, ni los docentes ni los padres
En esto sugiero:
- Relativicemos las exigencias: que las tareas virtuales y el aula virtual no sean de ninguna manera el monotema.
- Que los padres acompañen solamente, que el trabajo es de los hijos.
- Que no invadan, que no pulseen.
- Que los hijos sean responsables si queda alguna asignatura pendiente.
- Que los padres de ninguna manera completen lo que los hijos dejan vacante.
La concentración de los niños en este contexto de cuarentena y pandemia no es la misma, la paciencia de los padres tampoco, y los docentes están también en territorio complejo. Se harán las cosas lo mejor posible. Ni más ni menos, lo que se pueda, y los niños aprenderán otras cosas también, habilidades emocionales, vinculares.
"Lo que tenga que ser que sea y lo que no por algo será", dice Jorge Drexler.
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Sobredosis de padres para los hijos, sobredosis de hijos para los padres
"No me fumo más a mis viejos" ; "No soporto a mis hijos, quiero respirar, me da culpa pero es así"
De un lado, del otro, se oyen campanas parecidas. Mucho, demasiado tiempo juntos y no es gratis. Confesiones de una madre joven:
"Me siento culpable pero no los aguanto más, me siento fatal pero quisiera que desaparezcan un par de días, son mis hijos, los amo, pero esto es mucho". Y obviamente esto les va a pasar también a los hijos.
Hoy hay exceso de padres. Ninguna relación está preparada para un 24 x 7 y mucho menos en este contexto angustiante con todas las incertidumbres, epidemiológicas, sociales y económicas.
Sean libres los padres de sentir lo que tengan que sentir respecto de sus hijos, permítanselo, gestionen espacios de intimidad, díganle amorosamente a los hijos que necesitan un tiempo para ellos.
Vuelvo a decir: los chicos son chicos pero no son tontos.
Es menester explicarles que "necesitamos" que nos ayuden a cuidarlos. Cuanto más grandes sean más entenderán; cuanto más pequeños, más complejo; pero los chicos si los padres somos amorosos y calmos podrán desarrollar la empatía. Esta es una gran oportunidad y lo he visto en numerosas familias.
Una pareja de padres me contaba que con su hijo adolescente después de muchísimos años volvieron a jugar un juego de mesa, se encontraron en la elaboración de comidas en estos tiempos de pandemia, y eso es un tesoro invaluable.
Las familias pueden y deben:
- Gestionar momentos de encuentros verdaderos, momentos de estar todos juntos, momentos de apagar monitores y encender miradas, sin romantizar de ninguna manera la pandemia creo que es buena oportunidad para reconectar vínculos que se han deteriorado con el paso de los tiempos.
- Gestionar que los padres tengan sus espacios con ellos mismos, videollamadas con amigos y familia, tiempo para leer, escuchar música , tocar la guitarra o ver una serie.
- Lo mismo corre para los hijos y tratar que no sea todo el tiempo con celular y monitores. Habrá después momentos de intersección entre padres e hijos que podrán disfrutar en encuentro como antes no sucedía.
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"Ma, relajate"
Hijos en pijamada eterna, monitores encendidos 24x7, ¿qué hacer?
Los hijos tienen hoy un montón de excusas válidas para justificar el encendido permanente de las pantallas: son su portal al colegio, el único nexo posible con amigos, familia no conviviente y mundo externo. Es cierto, pero también los límites tienen que seguir presentes.
En niños pequeños las pautas podrán flexibilizarse pero no romperse. El tiempo de jugar (consolas de juegos) será de dos horas diarias. El tiempo de clase por supuesto se respeta.
Y se deberán estimular otras actividades que no incluyan monitores como condición central: jugar, leer, juegos de mesa, cocinar, actividad física en los espacios posibles. Lo mejor que se pueda, flexibilizando pero pautando una norma que sea efectiva.
Y en el caso de adolescentes, tendrán los padres la difícil tarea (pero no imposible) de gestionar un cotidiano que tenga algún otro ingrediente que los estimule. Sugiero acá dar tareas y responsabilidades en el armado diario de la rutina familiar, proponer también momentos de encuentro, pedir ayuda en tareas pendientes.
Muchas familias aprovecharon la cuarentena para pintar y hacer mantenimiento de la casa. Y eso en un trabajo que se hace de maravillas en familia, con mate, buena música y espíritu optimista en la medida que se pueda.
No es fácil esta pandemia, no es fácil gestionar vínculos, pero tenemos los seres humanos muchas más herramientas de las que creemos. Y esta es una maravillosa oportunidad de encontrarnos con ellas, y sorprendernos.
Permítanse los padres tener las emociones que tengan que tener, permítanselo a los hijos, y quizás alguna grata sorpresa surja de estos tiempos tan raros en los que estamos inmersos
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Quizás el tener un objetivo en común nos lleve a entender que estábamos dejando atrás lo importante por lo urgente que nos enceguecía.
¿Y qué más importante que el vínculo con nuestros hijos?
Suerte en la tarea y ¡¡ánimo que falta menos!!
Por Alejandro Schujman es psicólogo especializado en familias. Autor de Generación Ni-Ni, Es no porque yo lo digo y Herramientas para padres.
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