Una de las interacciones tóxicas más conocidas a nivel general en el sistema digestivo es la existente entre el alcohol y el hígado. Diversos estudios han demostrado que la ingesta frecuente de una cierta cantidad de alcohol puede provocar un daño crónico al hígado, que finalmente enfermará. Pero poco se dice sobre otra consecuencia muy riesgosa para la salud: el alcohol es un tóxico muy potente para el páncreas.
Una ingesta excesiva de alcohol de forma puntual o bien una ingesta crónica pueden provocar daño al páncreas y producir una pancreatitis
En este sentido, cabe puntualizar que en un caso se tratará de una inflamación aguda del páncreas y, en el otro caso, de una inflamación crónica.
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El alcohol, la segunda causa de pancreatitis aguda
La ingesta excesiva de alcohol constituye la segunda causa de pancreatitis aguda, después de la biliar. El espectro clínico de la pancreatitis aguda es muy amplio, desde un cuadro banal de dolor abdominal que se resuelve de forma espontánea, hasta una enfermedad extraordinariamente grave que comporta una mortalidad no despreciable.
Desafortunadamente, todavía no se comprenden con claridad los mecanismos de la pancreatitis aguda alcohólica, por lo que no está establecido un nivel de consumo alcohólico causante de la misma. Además, hay una clara diferencia interindividual que hace muy difícil definir a priori en qué personas podrá aparecer.
De todas formas, lo que está claro es que en todos los casos está implicada una ingesta excesiva de alcohol. Por tanto, la prevención es evidente: beber con moderación es clave.
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El alcohol, la primera causa de pancreatitis crónica
En cuanto a la pancreatitis crónica, se trata de una enfermedad completamente distinta a la pancreatitis aguda, y el alcohol se erige como la primera causa.
La pancreatitis crónica se caracteriza por la destrucción irreversible de la función pancreática, tanto exocrina (digestiva) como endocrina (control del azúcar), como consecuencia de una ingesta crónica de alcohol y de repetidas “mini-pancreatitis” de repetición que pueden pasar desapercibidas por el paciente.
En esta enfermedad, el tejido pancreático queda sustituido por tejido fibroso y el tratamiento únicamente puede ser sustitutivo (aportar los enzimas pancreáticos necesarios para una correcta digestión e insulina) y sintomático, pues en ocasiones estos pacientes presentan dolor crónico.
En casos excepcionales, el dolor crónico puede hacer necesaria una intervención quirúrgica para descomprimir el páncreas o incluso para derivar el estómago o la bilis, ya que su paso normal se ve obstruido por la inflamación del páncreas.
Por todo ello, y a pesar que aparentemente el consumo moderado y responsable de alcohol no parece ser perjudicial para la salud, hay que evitar a toda costa la ingesta excesiva del mismo.
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¿Qué es el páncreas y cuál es su función?
El pancreas es una glándula localizada en el abdomen y que tiene doble función. El páncreas exorcizo, cuyas células secretan enzimas nesarias para la digestión de los alimentos y el páncreas endócrino cuyas células secretan dos hormonas: la insulina y el glucógeno. La insulina baja los niveles de glucosa en la sangre y la glucógeno aumenta la glucosa, entre las dos hormonas mantienen niveles óptimos de glucosa en la sangre.
¿Qué factores pueden perjudicar al páncreas?
El alcohol es una de las principales causas que pueden lesionar el páncreas y el consumo a largo plazo junto a otros factores genéticos pueden llevar a un proceso inflamatorio crónico: Pancreatitis aguda y luego a una pancreatitis crónica (presencia de fibrosis), diabetes mellitus. De igual manera una dieta muy rica en grasa es nociva para el páncreas. El tabaquismo es otro factor de riesgo para pancreatitis crónica. Pacientes que tienen problemas de cálculos en la vesícula que pueden migrar y obstruir el conducto biliar y producir pancreatitis aguda en muchas coacciones severa y mortal.
¿Cómo evitar una pancreatitis?
Abstenerse del consumo de productos tóxicos para el páncreas, entre los principales están el alcohol y el tabaco (contiene aminas aromáticas). Los diabéticos deben controlar bien su enfermedad.
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¿Por qué se produce cáncer de páncreas?
No se conoce una causa única. Hay muchos factores que lo predisponen como son el tabaquismo, dieta rica en grasas, el tabaco con la presencia de amibas aromáticas, una serie de enfermedades como la pancreatitis crónica, diabetes mellitus, algunas enfermedades quísticas del páncreas y el factor hereditario, (familiares que hayan sufrido cáncer de páncreas antes de los 50 años).
¿Qué alimentos favorecen el cuidado del pácreas?
Una dieta equilibrada baja en grasas, verduras frescas ricas en vitamina C, la vitamina E es muy importante, productos que tienen efectos antioxidante. No consumo de alcohol ni de tabaco. Ejercicio físico para mantener un peso ideal y evitar la obesidad.
Los daños del alcohol en el hígado
Los daños del alcohol en el hígado són múltiples y están determinados por la cantidad de alcohol consumida (cuando el hígado no sufre de ninguna otra patología) o por el simple consumo, aunque sea leve, cuando ya hay una hepatopatía de base.
El alcohol es una de las principales causas de enfermedad hepática crónica. Es que este órgano es el que se encarga se metabolizar el alcohol. La metabolización es el proceso de convertir una sustancia para que no cause daños en el cuerpo y pueda ser correctamente procesada.
Existen diferencias en este proceso: los hombres tienen mayor resistencia al alcohol que las mujeres y, además, hay diferencias genéticas que pueden facilitar o complicar la metabolización e, incluso, hacer que una persona esté más expuesta a desarrollar dependencia del alcohol.
Además esta sustancia, cuando se consume en gran cantidad, llega al cerebro y provoca los síntomas de la embriaguez: visión borrosa, inestabilidad en la marcha, lentitud de reflejos y desinhibición social. La acción deshidratante del alcohol es la responsable de la resaca que aparece horas después de haber bedido en exceso.
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Los daños del alcohol en el hígado sano
Cuando se consume una gran cantidad de alcohol, el acetaldehído se produce a mayor velocidad de la que el cuerpo es capaz de desactivarlo. Por eso se acumula en el hígado y es el que provoca los daños hepáticos.
Con el tiempo se producen depósitos de grasa en los hepatocitos (las células hepáticas), lo que da lugar a la inflamación (hepatitis) y muerte de éstas células. Al intentar reparar los daños el hígado crea cicatrices (cirrosis). Éstas cicatrices pueden acabar desembocando en un cáncer de hígado.