Muchas veces nos sentimos tristes, preocupados o pasados de ansiedad, con o sin motivo, y eso afecta nuestro bienestar y nuestro rendimiento en el día a día. También suele pasar que cuando nos vemos envueltos en tristeza o sentimientos negativos, nos cuesta despejarnos para volver a hacer foco en lo que realmente importa.
Uno de los remedios más eficientes al momento de relajar la mente y distenderse es salir a caminar. Lo ideal es hacerlo por entornos naturales, como un parque o una plaza, ya que la naturaleza y el contacto con el verde ayuda a pensar en otra cosa, alivia el dolor y el estrés acumulado y nos devuelven la energía que creímos haber perdido.
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Diversos estudios científicos han demostrado que caminar es una de las mejores terapias para tratar la depresión y la ansiedad. Esto es así, ya que caminar a un ritmo estable y sostenido hace que se liberen endorfinas y eso produce que nos sintamos más felices y relajados. Al mismo tiempo, caminar reduce la producción de cortisol, que es la hormona del estrés.
Los neurocientíficos de la Universidad de Princeton, en Nueva Jersey, Estados Unidos, sostienen que los efectos de una caminata saludable, sobre todo aquellas rodeadas de espacios verdes, van más allá de la producción momentánea de algunos neurotransmisores, y creen que caminar puede incluso ayudar a regenerar el cerebro al ayudarnos a enfrentar mejor y con menos estrés las situaciones del día a día.
Los investigadores trabajaron con dos grupos de conejos de la india. En uno de los grupos los animales debían permanecer activos, mientras que el otro tenía que tener una vida sin actividad y sedentaria. Luego de caminar, los especialistas analizaron los cerebros y pudieron notar que los conejos que habían permanecido inmóviles no activaron ninguna neurona, mientras que los que habían realizado actividad se les activaron algunas neuronas que inhiben el funcionamiento de las células nerviosas.
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Luego realizaron otra prueba que consistió en agregar estrés ambiental, como ruidos y estímulos molestos, y encontraron la activación de las neuronas excitables en el hipocampo, que es la región del cerebro que está relacionada con las respuestas emocionales.
Los resultados dejaron ver que los animales que se mantuvieron en movimiento podían lidiar mejor con la situación y de esa manera evitar que el impacto y el estrés producido los desborde, pudiendo mantener el control.
El estudio demuestra que realizar actividad física ayuda a que el cerebro se reorganice, evitando así que las personas activas sufran altos niveles de estrés o depresión.
Los investigadores consideraron que a pesar de haberse realizado el estudio en animales, también se podría considerar valioso para los seres humanos. Si se realiza una analogía de los resultados obtenidos con los animales, podemos asegurar que caminar ayuda a relajar el cuerpo y la mente, y ayuda a que pensemos en otra cosa, dejando de lado las preocupaciones.
Esto es así, ya que al caminar, el cerebro activa las llamadas “neuronas calmantes” que disminuyen el nivel de excitación de las neuronas que producen preocupaciones, dolores y estrés.
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Ahora que ya sabemos que caminar tiene muchísimas bondades para la salud, hay que hablar del entorno en donde esta actividad física se realiza. Si bien hacerlo en cualquier lado sirve, si se puede salir a caminar al aire libre sin dudas habrá más cantidad de beneficios.
Según neurocientíficos de la Universidad de Heriot-Watt, ubicada en Reino Unido, no es lo mismo caminar en un entorno natural que en un gimnasio o la calle. Para corroborarlo, monitorearon la actividad cerebral de 12 personas mientras caminaban por casi media hora en diversos lugares: uno de los lugares era un shopping, otro un espacio con mucho verde y otro una calle concurrida en la ciudad.
El electroencefalograma supervisó las emociones y los diferentes estados como la frustración, el enojo, la tranquilidad, el entusiasmo y la atención.
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De esa manera llegaron a la conclusión que aquellas personas que caminaban por espacios verdes y amplios, como parques o plazas, eran más propensos a poder relajarse y pensar con claridad que aquellos que no lo hacían. Lo mismo ocurrió con el enojo: las personas que transitaron estos espacios se encontraban con niveles de ira más bajos.
Es que, cuando nos rodea la naturaleza, el cerebro puede desconectarse y activa la “atención involuntaria”, que funciona como si se estuviese en un estado de meditación.
Por el contrario, en las calles concurridas y centros comerciales tenemos que estar más atentos, por lo que no tenemos la oportunidad de desconectarnos por completo de nuestras preocupaciones y eso produce que nuestro cerebro descanse y esté siempre alerta.
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