La adolescencia no se considera más un tiempo de transición. Es una etapa con características particulares, bien definidas: una etapa de desarrollo físico, de caracteres sexuales y de nuevas habilidades sociales, cognitivas y emocionales. Una etapa en la que se adquiere autoestima, autonomía, valores e identidad.
El cerebro del adolescente va logrando su madurez entre los 20 y 25 años. Es un proceso dinámico y complejo de desarrollo asincrónico y simultáneo físico, psicológico, cognitivo y social.
El adolescente tiene derechos a la identidad, a la educación y a la salud como condiciones básicas de la existencia. En el marco de la salud, va logrando autonomía progresiva y participa de las decisiones sobre el cuidados de su propio cuerpo con derecho a la confidencialidad.
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Es por ello que el rol del Pediatra en esta etapa adquiere una importancia específica, diferente, en la que se vuelve vital una mirada integral de todos los aspectos mencionados. Es fundamental para el acompañamiento porque son años en los que nuestra intervención como médicos es clave.
El control de salud es un espacio para el adolescente y su familia en un ámbito adecuado de privacidad donde ellos son los protagonistas. Debe haber confiabilidad, respeto al pudor, lenguaje adecuado y un espacio contenedor, donde se puedan evacuar todas sus dudas.
Es importante dejarle al adolescente la puerta abierta, en todo momento, para un espacio de consulta. Que sepa que esa posibilidad está cuando lo consideren necesario, ya sea a través de un llamado, un mensaje o incluso las redes sociales. Créanme que da resultados y es de mucha ayuda cuando temen a algo, cuando encuentran cambios en su cuerpo, cuando se les presentan incertidumbres.
Acordando la existencia de ese espacio de intimidad con su familia puede ser un recurso de gran ayuda para el adolescente.
Es un momento clave de oportunidad única para prevenir enfermedades con indicación de vacunas y para acercar herramientas para una educación sexual integral.
Se refuerza el buen estado de salud y crecimiento acorde y se detectan patologías que aparecen a esta edad, como por ejemplo escoliosis.
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La adolescencia es una de las etapas más lindas de la vida y es un privilegio acompañarlos en este camino. El pediatra de cabecera es el más idóneo para abordarlo, ya que es la única especialidad que nos permite seguir el crecimiento y desarrollo con continuidad de una persona. Los médicos que los acompañamos desde chiquitos conocemos todo de ellos: su personalidad, sus antecedentes, sus logros, sus frustraciones, su familia, sus dificultades, sus alegrías, sus cambios físicos y su estado de salud.
Si bien los adolescentes pueden asistir al médico clínico de adultos desde los 16 años, la transición es difícil. En primer lugar, puede ser más despersonalizada porque no conoce todo lo mencionado. Y ésto es clave porque el adolescente no es un paciente cualquiera, que requiere un chequeo y laboratorios de rutina, se requiere un abordaje personalizado.
Mi recomendación, cuando las familias me consultan hasta qué edad atenderlos, es clara: mi respuesta es que puedo hacerlo hasta que ellos lo sientan. Hasta los 18 años podemos controlarlos teniendo en cuenta que una derivación con recomendación personalizada a un clínico de referencia es lo más apropiado.
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Una buena práctica, que a mí me resulta, es ofrecer a los adolescentes los últimos turnos, porque en general, cuando crecen, no les gusta compartir la sala con los más chiquitos. Generar la posibilidad de sentir que es un espacio para ellos es fundamental, y también respetar si quieren ingresar solos a consulta, atentos siempre a evacuar dudas a la familia e incluirlos en una devolución.
En las adolescentes que tienen cambios en su ciclo, dolores menstruales abundantes o que inician las relaciones sexuales es importante la oportuna derivación con especialista en ginecología infanto juvenil, pero siempre de manera personalizada para que se sientan contenidas.
Otras veces sucede que, al finalizar el secundario e ingresar a la facultad, viene una suerte de despedida, pero lo cierto es que el vínculo dura para siempre y con cada cambio y situación vivida muchas veces se comunican.
En las instituciones de salud, a partir de los 15 años pueden atenderlos en servicios de clínica especialmente de guardia, pero hasta los 18 compete a Pediatría. Es importante destacar que dentro de nuestra especialidad hay excelentes pediatras formados en adolescentes para abordajes específicos, como pueden ser los trastornos de la conducta alimentaria.
Considero que los pediatras y el equipo de salud en general que asiste a los adolescentes debe estar formado y debe seguir aprendiendo de manera permanente. En nuestra profesión es clave porque vamos adquiriendo nuevos conocimientos, como son hoy las diferencias de género, el abordaje con un lenguaje universal, etc.
Todas las personas tienen derecho a tener un desarrollo congruente con su género. La sociedad ha mostrado un cambio de paradigma en muchos aspectos que entre otros compete a la atención en salud, y debemos acompañar a las familias y a nuestros pacientes en esta transición que es parte de su desarrollo y crecimiento.
Me preocupan temas que son cada vez más frecuentes en los últimos años y que han aumentado con la llegada de la pandemia. El ciberbullying (acoso virtual), los trastornos de la conducta alimentaria, la depresión y la ansiedad, entre otros. Por eso insisto que es clave y oportuno nuestro rol en la atención del adolescente y su familia.
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A lo largo de tantos años me han dado enorme satisfacciones, desde cosas muy sencillas como un dibujito hasta la definición de su vocación por lo que vieron de nuestra profesión. Creo que los pediatras tenemos el enorme privilegio de no pasar inadvertidos por la vida de tantas familias y niños/niñas que son nuestras futuras generaciones y eso es reconfortante.
La decisión de cuándo dejar al pediatra y cambiar hacia médicos de adultos es algo personal y familiar y, sobre todo, es algo que el adolescente puede traer a la consulta como tema para ayudarlo a en esa transición que habla de muchas cosas y que puede ser parte de un proceso natural de maduración en distintos planos.
- Fuente: Cecilia Baston, médica pediatra. Médica de Planta del servicio de
Neonatologia del Sanatorio Otamendi. Podés encontrar más consejos en Instagram.
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