Mucho se habla de visitar al cardiólogo y del control de los factores de riesgo, pero no abundan recomendaciones específicas cuando se trata de la periodicidad en las consultas y del tipo de estudios de rutina requeridos en cada grupo poblacional. Si bien las indicaciones son individuales y dependerán del sexo, edad, historial médico y estado de salud de cada individuo, desde el Colegio Argentino de Cardioangiólogos Intervencionistas (CACI) comparten una serie de parámetros orientativos.
“Estos parámetros orientativos apuntan a acercar información a la población general sobre los principales controles rutinarios consensuados por la comunidad médica, que ayudan a prevenir o detectar en forma temprana posibles enfermedades o desequilibrios que indudablemente no están dando una sintomatología específica, y que, diagnosticados y tratados a tiempo, ofrecen la posibilidad de curación o mejoran el pronóstico de la condición”, sostuvo el Dr. Diego Grinfeld, presidente del CACI.
Además de los antecedentes de enfermedad cardiovascular familiar, es importante contemplar la generalidad del individuo, entre lo que sobresale si presenta factores de riesgo como hipertensión arterial, diabetes, sobrepeso u obesidad, sedentarismo, colesterol o triglicéridos elevados, su nivel de estrés, si fuma y/o si bebe alcohol en exceso, o si presenta cualquier tipo de sintomatología; en estos casos las recomendaciones generales pierden vigencia y será resorte de cada médico sugerirle la realización de los estudios que considere apropiados.
“También existen algunos factores de riesgo no modificables, como la edad (a mayor edad se incrementa el riesgo) y también ser varón, ya que los hombres presentan mayor prevalencia de enfermedad cardiovascular que las mujeres, sobre todo entre quienes no superaron los 60 años de edad. No obstante, preferimos no hacer distinción de sexo en nuestras recomendaciones, ya que, por haber hecho diferencias durante muchos años, cada vez estamos viendo más mujeres con enfermedad cardiovascular, muchas veces porque ellas mismas o los propios médicos subestiman los síntomas o la rigurosidad en los controles”, completó el Dr. Martín Cisneros, vicepresidente del CACI.
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Los especialistas recomiendan en la infancia y la adolescencia seguir al pie de la letra las recomendaciones del pediatra, pero recuerdan que para hacer actividad física y deportes, tanto en la infancia como a cualquier edad, corresponde realizarse un examen previo y presentar un certificado firmado por el médico tratante.
De todas formas, destacan que más allá del ‘apto médico’, siempre es recomendable al menos una vez en la vida antes de los 16 años un análisis de sangre y un electrocardiograma, sobre todo en aquellos niños que presenten antecedentes familiares de enfermedad cardiovascular. Sin olvidar el control de la presión arterial, que es un indicador que el pediatra suele medir en la consulta cuando lo considera apropiado.
Entre los 20 y los 30 años de edad, siempre en individuos sin antecedentes familiares de enfermedad coronaria y sin sintomatología, las recomendaciones generales del CACI son la realización de un análisis de laboratorio cada 3 años, un electrocardiograma cada 5 y la medición de la presión arterial al menos cada 2 años. La frecuencia aumenta levemente para aquellos entre los 40 y los 50: análisis de laboratorio cada 2 años, un electrocardiograma anual y la medición de la presión arterial idealmente en forma cuatrimestral.
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“Es este grupo etario se recomienda antes de cumplir los 50 años haberse realizado también al menos una vez una prueba de esfuerzo o ergometría, que es un estudio donde se ve la respuesta del corazón ante un esfuerzo físico medida a través de un electrocardiograma y otros parámetros. Generalmente, es un test que tiene por objetivo detectar alguna afección coronaria y se solicita cuando el paciente reportó algún síntoma, pero aún sin síntomas en este grupo etario recomendamos su realización”, consignó por su parte el Dr. Daniel Berrocal, expresidente de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC).
Controles a partir de los 50 años
A partir de los 50 años, los controles parecen iniciar una curva ascendente que los hace ganar en periodicidad e incorporar nuevos estudios: análisis anuales de laboratorio ampliando los parámetros solicitados según criterio médico, un electrocardiograma cada 6 meses, la medición de la presión arterial regularmente (sin que ello signifique obsesionarse) y un test de esfuerzo cada 2 años o en forma anual, según lo considere el profesional de la salud.
“Todos estos esquemas de controles pierden validez y se vuelven mucho más exhaustivos si en alguno de los chequeos se detecta la presencia de algún factor de riesgo, como por ejemplo hipertensión arterial; en ese caso, el médico seguramente evaluará la realización de nuevos estudios y chequeos más periódicos sobre ese factor y sobre el estado de salud general del individuo”, aclara Grinfeld.
“Una consideración importante es que la programación periódica de cierto tipo de estudios está íntegramente relacionada con la visita al médico. Si la persona sabe que tiene que realizarse, por ejemplo, un análisis de sangre anual, eso lo impulsará a recordar que tiene que acudir a la consulta. Y la consulta es la oportunidad -mucho más que el resultado de un análisis clínico de rutina- que tendrá el médico para indagar en las condiciones del paciente, evaluar su estado de salud integral y recomendar los estudios que considere apropiados en función de las conclusiones que extraiga de dicho encuentro”, reflexionó el Dr. Alejandro Cherro, expresidente del CACI.
En líneas generales los factores de riesgo se consideran elevados cuando sus valores son iguales o superiores a los siguientes:
- Presión Arterial: 140/90 mmHg -el ideal es 120/80 mmHg (milímetros de mercurio) o menos.
- Colesterol total: No superar los 200 ml (miligramos por decilitro).
- Índice de Masa Corporal: No superar los 27 kg/m -coeficiente que surge de dividir el peso en kilogramos 2 veces por la talla en metros- lo ideal es entre 25 y 27 Kg/m.
- Perímetro de cintura: En los varones debe ser inferior a 102 cm y en las mujeres, inferior a 88 cm.
- Glucemia: No debe superar los 100 mg/dl (miligramos por decilitro)
“Otro elemento que juega en contra es la sumatoria de los factores de riesgo, tener elevados o presentes 2 o más factores multiplica el riesgo de presentar un evento cardiovascular o enfermedad coronaria o insuficiencia cardíaca en el futuro, y obliga a médico y paciente a extremar las estrategias de control”, completó el Dr. Cisneros.
Como recomendación general, además de cumplir con las consultas al médico y la realización de los estudios, es clave trabajar en la modificación de conductas poco saludables:
- Control del peso.
- Cambios en la alimentación: reducir el tamaño de las porciones y evitar el consumo de grasas y de grasas trans. Aumentar la ingesta de frutas y verduras.
- Realizar actividad física periódica.
- Abandonar el tabaquismo.
- Regular el consumo de alcohol.
- Controlar los valores de presión arterial y los de los parámetros que surgen de un análisis de rutina, como la glucemia, el colesterol y los triglicéridos.
- Para aquellos que toman determinados medicamentos prescriptos por su médico mantener la adherencia y no discontinuarlos sin previa consulta con el profesional.
“Nuestros pacientes son mayoritariamente aquellos que llegan a la sala de hemodinamia con indicación de angioplastia para desobstruir una arteria tapada o para reemplazar una válvula cardíaca dañada. Generalmente, expresan -sin quererlo- el fracaso de todo lo expuesto anteriormente. Nuestro objetivo, como cardioangiólogos intervencionistas, es acercar consejos de prevención para evitar o demorar al máximo posible la aparición de estos cuadros, sobre los que afortunadamente podemos hacer mucho, pero en los que lamentablemente la enfermedad ya está instalada”, concluyó el Dr. Berrocal.
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