Los primeros 1.000 días de los bebés son esenciales para su desarrollo a largo plazo. Durante este período el bebé establecerá la base sobre la cual construirá su futuro y fortalecerá sus triunfos intelectuales, emocionales y físicos.
Proporcionarle una alimentación correcta y equilibrada ayuda a prevenir enfermedades relacionadas con la alimentación, como la obesidad, y permite un buen desarrollo, un crecimiento óptimo y ayuda a fortalecer el sistema inmune. Así se promueve una vida más saludable y se desarrolla su potencial al máximo ya que durante estos primeros 1.000 días el bebé:
- Aprenderá hábitos y preferencias saludables para su alimentación futura
- Adquirirá la mayoría de sus capacidades mentales
- Crecerá hasta alcanzar la mitad de la altura de un adulto
Es por todo eso que sus necesidades nutricionales son muy altas y su alimentación fundamental ya que no sólo repercutirá en su salud presente, sino en la de toda su vida.
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¿Qué período abarcan los 1.000 primeros días?
Desde el primer momento las madres son quienes velan por una adecuada nutrición, durante la gestación a través de su propia alimentación, luego a través de la leche materna y después con sus deliciosas recetas.
Una adecuada nutrición es fundamental para el crecimiento y desarrollo saludable del bebé, incluso para evitar futuros trastornos alimenticios
Leche materna para empezar
Al alimentar al bebé con leche materna, se fortalecen los lazos afectivos y la relación madre-hijo y se genera un mayor apego entre ambos.
La lactancia materna en forma exclusiva es la alimentación ideal durante los primeros 6 meses de vida y debe continuar de forma parcial hasta los dos años de edad. Además de brindarle todos los nutrientes necesarios, se digiere más fácilmente que cualquier otro alimento y está siempre a la temperatura adecuada.
También posee anticuerpos que protegen al bebé de las enfermedades más comunes de la etapa. Los niños que se alimentan con leche materna suelen tener menor riesgo de desarrollar alergias y como beneficio emocional, se conectan más fuertemente con la mamá.
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A través de la leche materna, los bebés entran en contacto con los sabores de los alimentos que ingieren sus madres. Al mismo tiempo, ellas les facilitan la transición para que sus pequeños se familiaricen con sabores desconocidos
La leche materna no sólo es el único alimento capaz de satisfacer todas las necesidades nutricionales para el crecimiento y desarrollo del bebé durante sus primeros seis meses de vida, sino que también permite un crecimiento óptimo y un adecuado sistema inmune ya que contiene todos los nutrientes que el niño necesita tales como proteínas, lípidos, carbohidratos, vitaminas y minerales en la cantidad requerida para su edad.
Además, la lactancia tiene beneficios para la mamá: la succión del bebé ayuda a mantener contraído el útero y facilita su retracción, le ayuda a recuperar su peso anterior al embarazo, previene el cáncer de mama y de ovario y la osteoporosis, fortalece su autoestima, disminuye el riesgo de depresión post parto y genera apego.
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Nutrición de la madre durante la lactancia
Las madres lactantes tienen una mayor necesidad energética y nutritiva para poder alimentar el crecimiento de su bebé y mantener sus propias reservas nutricionales; lo importante es realizar una mejor selección de alimentos para mejorar la calidad y mantener una alimentación completa y variada:
- Beber mucha agua: de 8 a 12 vasos diarios
- Consumir hidratos de carbono complejos presentes en cereales como pastas integrales, panes, arroz, fuente de vitaminas, minerales y fibra
- Incluir carnes, pescado, pollo, legumbres y huevos: es importante sumar los pescados grasos como el atún y el salmón que aportan Omega 3, que ayuda al desarrollo del sistema nervioso central y de la retina.
- Calcio: por lo menos tres porciones de lácteos al día.
- Cinco porciones o más entre frutas y verduras al día
- Se recomienda no fumar ni consumir alcohol y tomar café en pequeñas cantidades
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Alimentación complementaria para continuar
Alrededor de los seis meses de edad, el bebé pesará el doble de su peso de nacimiento. La leche materna seguirá siendo fundamental para el desarrollo, pero dejará de ser suficiente para cubrir todas sus necesidades energéticas y nutricionales. Es entonces cuando el pediatra recomendará que se complemente la lactancia materna con alimentos sólidos como carnes, frutas, verduras, y cereales infantiles de un grano, fortificados con hierro, como el arroz.
Los bebés por naturaleza suelen tener miedo instintivo a probar cualquier alimento nuevo (neofobia) y prefieren comer aquellos con los que ya se encuentran familiarizados. Sin embargo, también nacen con una sensibilidad y preferencia por los sabores dulces y con una respuesta adversa a los sabores ácidos.
Por lo tanto, si se le proporciona frutas y verduras como manzana, zanahoria, banana, durazno, o cualquier otro alimento suavemente dulce y de fácil digestión, resultará una experiencia placentera para él. Al mismo tiempo, irá aprendiendo a conocer y a diferenciar las variedades de sabores, colores y texturas que poco a poco se irán incorporando en su alimentación, acompañados de la lactancia materna.
La variedad de sabores que se le ofrezca es clave para fomentarle hábitos alimenticios saludables que se mantendrán durante toda la vida
La introducción de comidas nuevas en la alimentación del bebé es todo un acontecimiento para él y un verdadero reto para sus padres. Para facilitar esta transición, es recomendable introducir uno por uno los nuevos alimentos, para que el bebé comience a conocer los nuevos sabores y la madre pueda distinguir cuál disfruta más. Es posible que al principio escupa lo que desconoce pero, sin forzarlo, se debe insistir, probando distintas formas de preparación para el alimento nuevo, por ejemplo, con otro alimento que le agrada y ya ha comido antes.
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Desde los seis y hasta los ocho meses es necesario ir agregando de a poco otros alimentos, que complementan la lactancia materna. Es fundamental no retrasar la inclusión de las carnes, que son esenciales por su aporte de hierro y proteínas, y variedad de alimentos de acuerdo a la recomendación del pediatra.
A partir de los ocho meses, el bebé ya come entre dos y tres comidas al día. En esta etapa debe incluirse de manera progresiva en su alimentación el resto de las verduras cocidas, pescado, huevo bien cocido, papillas de legumbres cocidas, pisadas y sin piel (lentejas, porotos, etc.), y pastas caseras. Además se debe continuar progresando en la degustación de nuevas frutas. Es importante que la lactancia materna siga siendo parte de su alimentación.
Pescados como el atún fresco también deben aparecer en el menú semanal del niño, por su aporte de ácidos grasos como el omega 3, ya que son fundamentales para su desarrollo intelectual y el de su sistema de defensas. Mantener una alimentación equilibrada y variada incorporando todos los grupos de alimentos le brindará al niño los nutrientes necesarios para que pueda expresar su potencial.
La introducción de alimentos diferentes a la leche se conoce como “alimentación complementaria oportuna”. Los alimentos sólidos deben considerarse como un complemento de la leche materna, que deberá prolongarse tanto como sea posible.
Por Martina I. Murmis (MN 7453) – Nutricionista Corporativa para Nestlé Nutrition.