- Cambiar la alimentación hacia una dieta menos ácida. Los excesos producen una acidificación de la sangre y de los órganos. Para limpiar el cuerpo es importante basar nuestra dieta en verduras como espinaca, alcachofa, acelga, coles, brócoli, remolacha, pimientos, apio, berros, zanahorias, pepinos y cebollas.
- Tomar 2 litros de agua por día, preferente con limón. Esta fruta es un gran depurativo del hígado y vías biliares, además de un excelente diurético. Lo ideal es un limón exprimido por cada litro de agua. Tomar al menos 2 litros a lo largo del día. Si necesitas endulzarlo, sumale miel o sacarina.
- Aumentar el consumo de frutas. Un mínimo de 3 frutas diarias y siempre fuera de las comidas. Las recomendadas son: naranja, pomelo, mandarina, melón, papaya, piña, fresa, sandía, ciruela, arándanos y manzana.
- Reconstituir la flora intestinal. Para ello, incluir en la alimentación productos lácteos fermentados: yogur, queso fresco, kéfir, leche fermentada, etc.
- Incrementar el consumo de fibre: cereales integrales (germen de trigo, avena, centeno, levadura de cerveza etc.), pan integral, etc.
- Reducir el consumo de proteínas animales y grasas: especialmente carnes rojas, cordero,cerdo, vísceras, embutidos, pescados azules, etc.
- Evitar el alcohol, el café o el chocolate.
- Terminar las comidas con una infusión. Se recomiendan las de boldo, cardo mariano, diente de león y té verde. Otras opciones de plantas reparadoras.
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