Un niño trasplantado debe cambiar de escuela porque sus compañeros no se vacunan

El chico italiano, de 8 años, sufrió leucemia y tiene las defensas muy bajas. Varios de sus compañeros no se vacunan y debe dejar el colegio. "Esta situación no es digna de un país civilizado", clama la comunidad médica italiana.

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Un niño de ocho años trasplantado de médula ósea tuvo que abandonar su colegio en la región de Véneto, en Italia, porque parte de sus compañeros de clase no se vacunan.

La historia fue publicada hace unos días por el diario 'Corriere della Sera' y es un claro ejemplo de los peligros que comporta el movimiento antivacunas, que ha ganado fuerza en Italia en los últimos años.

La familia del niño contó la historia a la prensa manteniendo el anonimato del niño, del pediatra e incluso de la ciudad italiana en donde se desarrollan los hechos.

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El pequeño fue diagnosticado hace un año de leucemia mielógena aguda. Su hermana, dos años mayor que él, le donó la médula que salvó su vida. El pequeño, cuenta el pediatra que lo trató, está actualmente bien, aunque debe utilizar una máscara facial porque la quimioterapia y el trasplante han reducido sus defensas al mínimo.

Pero este año el niño se ha topado con otra (e inesperada) dificultad: no puede regresar a la escuela porque en una clase hay cinco niños no vacunados y, en la otra, hay tres. "No existe alternativa para él en este colegio", sentenció el médico.

"Esta situación no es digna de un país civilizado. Hay personas que creen que las vacunas son dañinas, pero quienes de verdad pagan las consecuencias son los niños que han pasado por una quimioterapia. Ahora este niño tendrá que buscar una clase de estudiantes vacunados, quizás a kilómetros de distancia de su hogar", cuenta Oriana Maschio, cirujana especializada en cardiología, al diario italiano.

Otro médico, Giuseppe Basso, director una clínica oncológica pediátrica de Pádua, afirma que los hijos que los antivacunas son un "grave problema" para sus pacientes, quienes se encuentran "totalmente indefensos" porque un trasplante de médula ósea borra la 'memoria vacunal' de las personas.

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Basta con que los niños enfermos entren en contacto con un simple catarro para que haya riesgos. "Lo mismo podría ocurrir en una clase donde los niños no vacunados comprometen la inmunidad de grupo", dice.

"Cada vez que veo al niño me dice que no puede esperar para sentarse en una mesa junto a sus amigos. Simplemente quiere su vida, la vida de cualquier niño de su edad. Pero algunos, por temores absurdos, se la están negando", concluye la pediatra.

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