Sin que nos demos cuenta, vamos entrando en una dinámica diaria que nos lleva a pasar largas horas en la oficina terminando proyectos que hay que presentar, competando papeleos urgentes que han quedado sin concluir, o nos vamos a casa pero al llegar terminamos haciendo llamadas de trabajo que quedaron pendientes o concertamos reuniones ya sea en persona o virtuales a horas extravagantes .
Y esto es un mal que afecta a gente de todo el mundo, sin distinción geográfica ni generacional. Según datos aportados por una reciente investigación de Universidad Nacional Australiana (ANU) en ese país, aproximadamente dos de cada tres personas trabajan más de 40 horas a la semana en sus empleos de tiempo completo.
Y la investigación llevada adelante por este equipo de científicos de Australia ha confirmado que aquellos que hacen más de 39 horas de trabajo semanal están poniendo su salud en riesgo.
La investigación indica que el límite de trabajo para una vida sana debería fijarse en 39 horas a la semana en lugar del límite de 48 horas establecido internacionalmente hace unos 80 años.
La muerte por suicidio del año pasado de una mujer japonesa de 24 años, después de trabajar 105 horas extras en un mes, provocó un debate internacional sobre las largas jornadas de trabajo.
"Las prolongación de las horas de trabajo erosionan la salud mental y física de una persona, porque deja menos tiempo para comer bien y cuidarse adecuadamente", dice Huong Dinh, de la Escuela de Investigación sobre Salud Pública de la ANU.
Los investigadores dicen que es necesario comenzar a generar una concientización sobre este problema muy propio de nuestra época para cambiar la actitud hacia el trabajo y para apoyar a los trabajadores a que puedan pasar más tiempo en su casa sin castigo ni prejuicios.
"Es necesario disipar la creencia generalizada de que la gente necesita trabajar muchas horas para hacer un buen trabajo".
"A pesar de que las mujeres en promedio son tan competentes como los hombres, ellas (en su gran mayoría) tienen empleos con salarios bajos y menos autonomía que los hombres, y pasan mucho más tiempo con trabajos domésticos", dice Dinh.
"Dadas las demandas adicionales que se imponen a las mujeres, es imposible que trabajen largas horas a menudo esperadas por los empleadores a menos que comprometan su salud".
El estudio, publicado en la revista Social Science & Medicine, utilizó datos de unos 8.000 adultos australianos como parte de la Encuesta de Hogares, Dinero y Dinámica Laboral en Australia (HILDA).