"Por qué tengo cáncer y no estoy triste": la maravillosa carta de una joven de 32 años

Silvia Turnes publicó en su muro en Facebook un manifiesto que se ha vuelto viral en los últimos días. En él explica cuáles son sus motivos para plantarle una sonrisa al cáncer. Vale la pena tomarse un rato y leer.

A fines el año pasado, Silvia Turnes se encontró un bulto en la cadera. No perdió el tiempo. Salió de su casa en busca de un diagnóstico que ya intuía. "No era un bulto cualquiera. La posibilidad estaba ahí". El resultado de las pruebas confirmó sus peores temores. Silvia, con tan solo 32 años, tenía cáncer. "El tumor que tengo es un sarcoma. Es muy poco habitual. Representa tan solo el 1% del total de cánceres existentes". Lo primero que hizo fue pensar en su hijo de 11 años, en su pareja y en su familia. Lo segundo, aceptar con naturalidad la enfermedad y decirle al mundo que piensa seguir con su vida como hasta ahora. Al principio no fue fácil. "No quiero victimizarme. Nunca se gana nada con eso, siempre se pierde", dice, y asegura que se va a curar, y confía en ello.

Compartimos sus palabras, que hacen pensar y que no sólo invitan a pensar el cáncer de otra manera, sino a transitar la vida con otra actitud.

"¿Por qué tengo cáncer y no estoy triste?

Sí, así es, no estoy triste la inmensa mayoría del tiempo. Y cuando lo estoy, la tristeza me dura poco, se esfuma rápido y regresa la alegría, como si yo fuera un huésped extraño para ella, no está cómoda conmigo, ni yo con ella. A veces es necesaria, y llorar, no voy a decir que no hay momentos duros, y de miedo, pero no me duran demasiado. Y no porque haga un esfuerzo especial, sino que de manera natural me sale estar alegre, no lo tengo que forzar. Estoy en la tierra para ser feliz, para vivir sin miedo, y tengo la extraña costumbre de ver el vaso medio lleno. No porque sea una hippie flipada, sino porque de verdad me gusta la vida, y porque realmente estoy convencida de que todo en ésta vida tiene algo positivo y un sentido, un aprendizaje, evitar un mal mayor, quizás algo que no ocurra hasta después de años, o a lo mejor no lo llegaremos a entender nunca, pero todo en esta preciosa vida tiene algo lindo, a pesar del dolor, de la enfermedad, de la guerra, del hambre, de la maldad.

Cuando la gente me pregunta, ¿qué tal estás? Con esa leve inclinación de cabeza, como con cara de pena, ya dando por hecho que estás mál, porque claro, eso es lo normal, tienes cancer!!! Te vas a morir!!!! O me dicen ánimo y fuerza. Puedo ver la buena fe que hay detrás y por eso no lo tomo a mal, pero me molesta un poco. Me molesta porque me niego a aceptar el papel de víctima: yo no soy una víctima desgraciada, ya tengo ánimo y ya soy fuerte, hay muchísima gente viviendo situaciones muchísimo peores que la mía y yo soy una chica feliz! Con una circunstancia de salud un poco dificil de llevar, pero no me estoy muriendo, al menos no me estoy muriendo más que cualquiera que esté leyendo ésto ahora.

Estoy tan viviendo y tan muriendo como cualquiera de vosotros. Porque nadie sabe cuándo va a ser su último día, desde que nacemos estamos muriendo, hacia la muerte vamos, porque el que yo tenga un diagnóstico de una enfermedad grave no significa que mañana otra persona que no la tiene pueda morir en un accidente por ejemplo. Porque lo único que cuenta es el ahora, y ahora estoy viva, y quiero vivir cada día con alegría y disfrutando, sin pensar demasiado ni en el pasado ni en el futuro, porque no existen!! son una ilusión.

Vale la pena leer: Basta de "larga enfermedad": decir "cáncer" y erradicar los eufemismos salva vidas

Estoy calva, tengo una pierna y un pulmón jodidos, el tratamiento de quimioterapia es muy duro, etc etc etc, pero procuro que cada día tenga al menos un momento feliz. Ya no persigo la utopía de la felicidad perpetua, pero sí esa felicidad a ratitos, que si son lo suficientemente numerosos, a ser posible diarios, hacen que la vida tenga sentido.

Una guerra de cosquillas con mi hijo, aprenderme una nueva canción a la guitarra, la visita de alguien querido, reírme con mis amigos, hacer el amor, pasear con mis perros, un mimito de mamá, planear un viaje...

Puedo curarme y creo, tengo fe en que voy a curarme, elijo pensar positivo y callar a esa vocecita dentro de mí que es el miedo, porque el poder de la mente es infinito. Y si me equivoco y ésto puede conmigo, habré sido feliz durante el proceso, en lugar de desperdiciar mi último tiempo de vida estando deprimida.

No estoy triste porque si echo la vista atrás de éstos 6 meses que llevo de enfermedad y me pregunto qué he perdido, pues solo he perdido algunas condiciones físicas, como que ya no puedo correr ni hacer ciertos esfuerzos. Y el pelo, pero eso volverá.

Pero, que he ganado? Bufffff muchísimas cosas. Y tan valiosas, tanto.

Gané consciencia, ahora soy más consciente de cosas como mi propia fortaleza, que sabía que ahí estaba, pero no que fuera tan inmensa. Soy más consciente de que en la vida hay que dejarse fluir y no pensar ni planear demasiado, de que si caminas por el mundo sin odio, sin rencor, sin miedo, y con amor propio y hacia los demás, todo lo demás viene rodado, eres feliz con lo mínimo. Porque lo más grande ya lo llevas dentro. Que los postureos, apariencias, hipocresías, a la hora de la verdad, cuando sientes el aliento de la muerte en la nuca, no sirven de nada. Ni nada material, ni la pasta, los coches, los títulos universitarios, solo importa haber reído mucho, haber amado de verdad, haber jugado, haber cantado, haber bailado la vida.

Te recomendamos: La historia de Maxi: una invitación a pensar el cáncer de otra manera

Gané gente nueva y linda que apareció en mi vida por conocernos en ingresos hospitalarios, o en otras circunstancias. Y reconciliarme con gente del pasado, con mi querida amiga de la infancia después de 14 años sin hablar. Reconciliarme con familiares de los que estuve en ocasiones a punto de renegar, pero que ahora veo que me quieren muchísimo y se desviven por mí, y que las diferencias que teníamos, no son importantes a la hora de la verdad.

A veces creo que lo llevo bien porque es como si todo lo viera en tercera persona. Ésto también me ha hecho más consciente de que mi cuerpo físico no soy yo, y por eso, aunque quiero curarme, para poder seguir usándolo en ésta experiencia en la tierra, se que el día que me vaya de él no será el final, sino el principio de algo, posiblemente mejor. Es decir, he ganado mucha mucha fe.

Gané muchísima valentía, porque después de una experiencia como ésta, ya nada te da miedo.

Gané mi nuevo nombre, Sila.

Tantísimas experiencias profundas que no hubiera vivido de no ser por ésta circunstancia particular, momentazos inolvidables.

Podés leer: "Terminé mi pelea contra el cáncer y esto es lo que aprendí durante la lucha"

Y gané muchísimo amor, un amor propio brutal y verdadero, sin caer en egocentrismos, tan puro como el que siento por mi hijo, entrañable, calentito, reconfortante. Y amor de los demás, guau!!!

Cada día hay una muestra nueva de cariño, de un vecino, un familiar, un amigo, en las redes, de gente con la que quizás no tienes demasiada confianza pero te trasmite su cariño y apoyo, bien en persona o bien virtualmente, no importa, todo son muestras de amor que me alimentan y me ayudan a sanar, que me hacen sonreír.

¿Alguien después de leer ésto puede seguir pensando que lo natural sería estar deprimida?

No quiero ni pretendo enseñar ni aleccionar sobre nada, ni dármelas de mística (aunque lo soy jijiji).

Tener cáncer es una putada, preferiría no tenerlo? Pues sí, claro. Pero hay cosas que están en tu camino para tí, y si algo he tenido claro desde el momento del diagnóstico es eso, que ésto forma parte de mi destino. Y cuando te viene algo así, es mejor no enfadarse con la vida y decir, “bueno, pues si es lo que toca, allá vamos, estoy lista!! que hay que aprender??”

A mi me gustaría que mi relato sirviera para que os deis cuenta de que los problemas de la vida son tan grandes o tan pequeños como vosotros querais verlos, si no les damos poder y decidimos centrar nuestra atención en lo positivo que tenemos en lugar de en lo negativo, no en lo que nos falta, chas!! el problema se esfuma, o se hace muuuuy pequeñito

Y también me gustaría que sirva para que cuando me veas, me preguntes si he tenido un buen día, adónde he viajado ultimamente, me cuentes un chiste, me invites a ir a un concierto o hacer algo divertido, o simplemente dame un abrazo, de los de verdad, de los largos. Pero no más preguntitas con cara de pena, por favor, gracias!

Salud!"

El cáncer le ha cambiado la vida. Silvia quiere aprender y dar clases de yoga oncológico. También ayudar a aquellas personas que están en una situación similar a la suya. A ellas va dirigido este mensaje: "Estamos vivos y mientras lo estemos tenemos que intentar ser felices. El presente es lo único que existe".

Podés leer: Riesgo de cáncer: cuánto debería preocuparte

magnifiermenu linkedin facebook pinterest youtube rss twitter instagram facebook-blank rss-blank linkedin-blank pinterest youtube twitter instagram