Las denuncias de estafa y corrupción en Pami son crónicas, en particular los delitos con medicamentos. Ni los prestadores (que dicen que se les adeuda), ni los afiliados (que dicen que se los atiende mal): nadie está conformes. Aún con 20 mil empleados y 3200 millones de dolares de presupuesto anual, no logra brindar buenos servicios ni mejora la calidad de vida de la gente.
Con las herramientas tecnológicas disponibles se puede controlar a los 5 millones de afiliados y 120 mil prestadores, pero se requiere decisión política para terminar con las recetas falsas, las prestaciones fantasmas, los afiliados muertos -pero activos-, los médicos que sobreprescriben y las farmacias que sobrefacturan.
Con la receta electrónica y la firma digital de los profesionales intervinientes se termina la trampa, y con un convenio directo con los prestadores farmacéuticos, se terminan los intermediarios que encarecen el medicamento y tienen conflicto de interés.
El Pami también necesita un plan para racionalizar el uso de los fármacos: es decir que sean tomados cuando hacen falta y no porque su costo está cubierto. Seis millones de recetas mensuales que cuestan 200 millones de dólares es insostenible. La entidad debe cambiar un sistema basado en la venta de remedios por otro centrado en mejorar la salud.
Es fundamental debe cambiar un sistema basado en la venta de remedios por otro centrado en mejorar la salud
La creencia popular de que es posible mantenerse bien gracias al uso -y abuso- de los medicamentos debe modificarse, ya que el 20% de los ancianos sufre problemas relacionados con fármacos, mientras que en menores de 55 años solo el 10% los padece.
Las personas mayores sufren proporcionalmente más enfermedades crónicas y menos agudas y breves que las jóvenes, de ahí la necesidad de atender selectivamante sus problemas, ya que la pluripatología no siempre se resuelve con polifarmacia.
El envejecimiento no es una enfermedad sino un proceso fisiológico natural y dinámico, pero los mayores de 60 años consumen 3 veces más medicamentos que el resto de la población.
El envejecimiento no es una enfermedad sino un proceso fisiológico natural y dinámico
Los adultos mayores, en especial las mujeres de buen nivel educativo, son los más consumidores de analgésicos, expectorantes, cardiotónicos, sedantes, vasodilatadores periféricos y cerebrales, antiácidos y antidiabéticos.
La polifarmacia, o consumo simultáneo de 5 o más medicamentos, es riesgosa, ya que la absorción, distribución y eliminación de los remedios disminuyen con la edad.
Existen cambios fisiológicos en la tercera edad que modifican la respuesta del organismo a los fármacos. La velocidad de conducción nerviosa disminuye 15%, el corazón en reposo pierde 30% de su fuerza de bombeo, la capacidad pulmonar disminuye a la mitad, la filtracion renal baja 50% y la sangre que irriga el cerebro se reduce 25%.
Hay que tener especial precaución antes de recetar nuevos medicamentos a personas de edad avanzada, ya que las concentraciones sanguíneas que éstos productos alcanzan son más elevadas en ancianos, lo que se traduce en efectos terapéuticos y adversos superiores, incluso en dosis habituales.
Es frecuente observar abuelos confusos, inestables, somnolientos, o con tendencia a caerse y lesionarse, por efecto de los medicamentos. Las estadísticas muestran que entre 15 y 20 por ciento de los adultos mayores ingresados a emergencias hospitalarias presentan efectos farmacológicos iatrogénicos debido al sobreconsumo de fármacos y al incumplimiento farmacoterapéutico.
Por eso, todo profesional que observe un nuevo síntoma en un anciano debe primero sospechar de efectos secundarios a medicamentos y no recetar nuevos productos para tratar los problemas causados por los medicamentos iniciales. Los profesionales experimentados suelen eliminar la mayoría de los fármacos y, con frecuencia, el paciente mejora.
Los secundarismos son más frecuentes en ancianos varones de bajo peso, por eso hay que controlarles su índice de masa corporal, y en mujeres muy gorditas, por incremento de la absorcion de fármacos.
La prescripción de medicamentos a adultos mayores debe ser individualizada, por lo que pimero hay que determinar si el fármaco es necesario, en cuyo caso se elegirá la forma adecuada en la dosis mínima, preferenemente menor a la habitiual, y en horario de toma fácil de recordar.
Debe indicarse el menor número posible de fármacos simultáneos, priorizando la atención de los problemas más urgentes. Hay que valorar las interacciones medicamentosas y evitar tratamientos complicados y prolongados.
Es clave educar sobre fármacos al adulto mayor, a sus familiares y a los cuidadores. Confeccionarle un plan farmacoterapéutico claro y escrito, y evaluar la respuesta a la medicación y las reacciones adversas.
ES ESENCIAL EDUCAR SOBRE FÁRMACOS AL ADULTO MAYOR, A SUS FAMILIARES Y CUIDADORES
El gasto en servicios de salud es creciente, lo que requiere mejor planificación y utilización de los recursos de las obras sociales. Es necesario abordar racionalmente el modo en que se prescriben, dispensan y utilizan los productos farmacéuticos, para evitar errores que generan más consultas y tratamientos médicos, nuevas enfermedades y muertes.
El Pami debe enfatizar la atención primaria de la salud de los jubilados, y asegurarse que sus médicos prescriban fármacos necesarios, que sean los más efectivos, seguros y económicos, que sus farmacéuticos informen el uso correcto de cada producto dispensado y que los afiliados cumplan las indicaciones de ámbos profesionales.
Por Marcelo Peretta. Doctor en Farmacia y Bioquímica de la Universidad de Buenos Aires. Secretario general del Sindicato Argentino de Farmacéuticos y Bioquímicos – SAFYB
marceloperetta@hotmail.com
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