Como lo demuestran siglos de publicaciones científicas y filosóficas, existen muchas definiciones y enfoques posibles para investigar la felicidad. Muchos estarían de acuerdo en que la felicidad es algo imposible de definir y difícil de medir, en parte debido a su naturaleza subjetiva.
Con el fin de ayudar a entender la felicidad y aliviar el sufrimiento, los neurocientíficos y psicólogos han comenzado a investigar los estados cerebrales asociados a los componentes de felicidad y considerar su relación con el bienestar. Y en gran medida lo hacen estudiando los resultados que se obtienen siguiendo técnicas que proponen determinados estados de conciencia alcanzados a través de la meditación.
Al estudio Neurocientífico del estado de la Felicidad se lo ha denominado Neurofelicidad.
A esta atura de las investigaciones que intentar confirmar o negar los beneficios de las técnicas de meditación, podemos afirmar que meditar otorga beneficios reales a quienes lo practican –tal como lo demuestran estudios como el publicado en 2013 en el Journal of Consulting and Clinical Psychology, donde se resalta que las prácticas de mindfulness llegan a reducir un 43% las recaídas de personas con depresión– esta moda está haciendo surgir centenares de terapias que prometen beneficios de todo tipo.
Este es un dato importante considerando que según la Fundación de Salud Mental del Reino Unido, una de cada cuatro personas experimenta un problema de salud mental cada 12 meses.
Quizas por eso es que habiendo tanta necesidad de solucionar el malestar psíquico y espiritual de tanta gente aparecen técnicas y soluciones que pretenden darle cierto valor a algo usando nombres extraños o conceptos que no quedan del todo claro pero que se vuelven modas. En los años 2000, la psicología positiva puso de moda la felicidad, en los 90 fue la inteligencia emocional y ahora el mindfulness.
‘Mindfulness’ es el nombre dado por Jon Kabat-Zinn a un conjunto de técnicas que, según algunos autores, tienen su origen en lo que tradicionalmente se conoce como meditación vipassana, que significa ‘ver las cosas tal y como son en realidad’.
Mindfulness es también una de las primeras traducciones que se hicieron de la palabra "sati" en pali, un idioma vernacular similar al sánscrito que se hablaba en la época en que el Buda comenzó a enseñar hace 2500 años.
Ha sido traducida al español de diferentes maneras, todas son formas compuestas ya que carecemos en nuestro idioma de una palabra que logre expresar claramente el concepto por sí sola. Las traducciones más comunes son Atención Plena, Plena Conciencia, Presencia Mental y Presencia Plena/Conciencia Abierta entre otras.
Mindfulness o Atención Plena significa prestar atención de manera conciente a la experiencia del momento presente con interés, curiosidad y aceptación.
Pero como ocurre con todo lo que se comprueba que es bueno, aparecen algunos que prometen mejorarlo o usarlo para solucionar mágicamente determinadoss problemas con los que estamos cansados de lidiar.
De todos modos, a pesar de que algunos mal utilizan los términos, no debemos poner todo en la misma bolsa. Algunos trabajos científicos relevantes sitúan al Mindfulness como una ayuda para reducir del estrés, la depresión y la ansiedad, o incluso mejorar la salud mental de pacientes con cáncer.
Los investigadores de psicoterapia han desarrollado y evaluado variaciones de la atención plena con fines terapéuticos. Por ejemplo, la técnica basada en la atención plena para la reducción del estrés actúa, como su nombre indica, para reducir el estrés psicológico. La terapia cognitiva basada en la atención plena, por otro lado, integra la atención plena con métodos diseñados para cambiar los pensamientos disfuncionales que pueden contribuir a las emociones y comportamientos problemáticos.
En un estudio pionero de la terapia cognitiva basada en la atención plena para la recurrencia de la depresión, publicado en 2000, el psicólogo John Teasdale, entonces en el Medical Research Council (MRC) en Cambridge, Inglaterra, y sus colegas compararon a los individuos que recibían el tratamiento como de costumbre, como visitas a médicos de familia, psiquiatras y terapeutas, con quienes también recibieron terapia cognitiva basada en la atención plena. Los sujetos fueron seguidos durante más de un año. Entre los que habían experimentado tres o más episodios de depresión, la terapia de atención plena redujo significativamente las tasas de recaída en comparación con el tratamiento habitual.
Sin embargo, un meta-análisis de 2013 respalda parcialmente esto. En esa revisión, el psicólogo Bassam Khoury, entonces en la Universidad de Montreal, y sus colegas encontraron que ambos tipos de terapias basadas en la atención plena eran eficaces para la depresión y los trastornos de ansiedad, aunque no más que la terapia cognitiva sin mindfulness.
Eparquio Delgado, psicólogo y autor de "Los libros de autoayuda, ¡vaya timo!’ opina que “Lo interesante de una nueva técnica es saber en qué mejora lo que ya tenemos”y agrega “Van apareciendo procedimientos y modas que dicen solucionar todos los problemas, como sucede con las dietas milagro que te prometen reducciones de peso maravillosas”.
Lo importante ante estos planteos es ser objetivo en lo que respecta a los beneficios que pueden aportar técnicas como el mindfulness. No tiene nada que ver con la búsqueda compulsiva de la alegría, sino que con la práctica habitual podemos elevar los niveles de satisfacción y bienestar personal.
Tal como explica Emma Barnett, columnista de The Telegraph, debemos mantenernos a salvo de los que quieren “convertir las milenarias formas de meditación con una visión moral y ética del mundo en esta nueva McMindfulness corporativizada que a largo plazo hará lo mismo que un McDonald's Happy Meal, saciando el hambre de una persona pero sin alimentarlo”.