
El uso de cigarrillos electrónicos crece entre adolescentes y adultos jóvenes. Su atractivo se basa en dispositivos discretos, aromas dulces, marketing en redes sociales y la percepción extendida de que “son sólo vapor de agua”. Pero la evidencia científica contradice esa creencia: el aerosol contiene sustancias tóxicas, puede generar adicción y tiene efectos adversos documentados en los sistemas respiratorio y cardiovascular, así como señales de impacto en la salud mental.

La Asociación Argentina de Tabacología (AsAT) advierte que estos dispositivos no son una herramienta recomendada para dejar de fumar y que, lejos de ser inocuos, pueden convertirse en puerta de entrada al cigarrillo convencional, especialmente en la población adolescente.
Qué vas a encontrar en esta nota:
Vaper: qué es el cigarrillo electrónico y cómo funciona
Un vaper, también conocido como cigarrillo electrónico, es un dispositivo electrónico diseñado para inhalar vapor en lugar de humo. A diferencia del cigarrillo tradicional, no quema tabaco ni produce combustión. Por eso, su funcionamiento, sus componentes y sus efectos son distintos.
En los últimos años, el uso del vaper se extendió en muchos países como una alternativa al cigarrillo convencional, aunque su consumo también genera debate en materia de salud pública y regulación.
¿Qué es un vaper?
Un vaper es un aparato electrónico que calienta un líquido (llamado e-liquid o líquido para vapear) hasta convertirlo en vapor, que luego es inhalado por el usuario. Ese líquido puede contener nicotina, aromas y otros componentes, o no contener nicotina en absoluto.

No hay fuego, no hay ceniza y no hay humo. Lo que se inhala es un aerosol generado por calor eléctrico.
¿Cómo funciona un cigarrillo electrónico?
El funcionamiento es simple y se basa en cuatro elementos clave:
- Batería: Es la fuente de energía del dispositivo. Puede ser recargable por USB y, según el modelo, tener mayor o menor autonomía.
- Resistencia (coil): Es un pequeño elemento metálico que se calienta cuando la batería se activa. Su función es elevar la temperatura del líquido.
- Depósito o cartucho: Contiene el líquido para vapear. Puede ser rellenable o desechable, según el tipo de vaper.
- Líquido para vapear: Suele estar compuesto por propilenglicol, glicerina vegetal, aromatizantes y, opcionalmente, nicotina.
- Al aspirar o presionar un botón (dependiendo del modelo), la batería activa la resistencia, el líquido se calienta y se transforma en vapor.

Puedes ver: ¿Vapear sin nicotina? Mitos y verdades del cigarrillo electrónico
Tipos de vapers más comunes
Existen distintos formatos, pensados para diferentes perfiles de uso:
- Vapers desechables: vienen listos para usar y se tiran cuando se agota el líquido o la batería.
- Vape pens: dispositivos alargados, recargables y fáciles de usar.
- Sistemas de pods: compactos, con cartuchos intercambiables.
- Vapers avanzados o mods: permiten ajustar potencia, temperatura y producción de vapor.
Los principales mitos y verdades sobre el vapeo
Hablar de vapeo exige separar información comprobada de opiniones y creencias populares. En torno al vaper circulan numerosos mitos que generan confusión, desde la idea de que es completamente inocuo hasta la de que resulta igual de dañino que fumar. Esta falta de claridad dificulta que las personas tomen decisiones informadas y alimenta debates poco precisos en el ámbito sanitario, educativo y social.
Aclarar los mitos sobre el cigarrillo electrónico es clave para comprender cómo funciona realmente, cuáles son sus riesgos potenciales, qué diferencias existen con el tabaco tradicional y por qué su uso está regulado en muchos países. Solo con información clara y basada en datos es posible abordar el vapeo con responsabilidad, sin alarmismo, pero también sin minimizar sus posibles efectos.
"El vaper es lo mismo que fumar"
No. Vapear no es lo mismo que fumar, ya que no hay combustión de tabaco. Sin embargo, eso no significa que sea inocuo. La presencia de nicotina y otras sustancias hace que su uso esté bajo análisis y regulación en muchos países.
“El vapeo ayuda a dejar de fumar”
Aunque algunos estudios internacionales muestran que el cigarrillo electrónico podría ayudar a dejar de fumar, su eficacia depende de productos regulados y estandarizados que no existen en Argentina. Por otro lado, la tasa real de éxito es igual o menor que con tratamientos que sí están aprobados y son más seguros (TRN, Bupropion).
Finalmente, el utilizar vapeador no representa una cesación completa, es decir, las personas dejan de fumar pero quedan dependientes de este dispositivo y de la nicotina que contiene. Esto no ocurre con tratamientos aprobados donde la meta es la abstinencia total.
“Los cigarrillos electrónicos son menos dañinos que fumar. Son una alternativa”
Los cigarrillos electrónicos no son inocuos, contienen nicotina y muchas otras sustancias tóxicas. Múltiples estudios asocian el uso de cigarrillo electrónico con aumento de tos, bronquitis, asma y mayor riesgo de EPOC.
Los dispositivos no emiten vapor de agua sino un aerosol con solventes, metales, aldehídos, nicotina y partículas ultrafinas. Estos compuestos son irritantes y potencialmente cancerígenos. Se han reportado casos de EVALI (lesión pulmonar asociada al uso de cigarrillo electrónico), bronquitis, asma y síntomas respiratorios persistentes.

“El vapeo no genera adicción”
El cigarrillo electrónico puede generar adicción al igual que el cigarrillo convencional. La mayoría contiene nicotina, una de las sustancias más adictivas según la OMS. También existe dependencia psicológica: ritual, gestos y automatismos que fortalecen la compulsión.
“Los cigarrillos electrónicos son legales en Argentina”
Desde 2011, la ANMAT prohíbe la importación, venta, distribución y publicidad. Aunque el uso personal no está penado, la comercialización sucede en un mercado informal, sin control sanitario.
“Los sabores son inocuos y sólo mejoran el gusto”
Muchos contienen sustancias como diacetilo, vinculado a bronquiolitis obliterante, un cuadro grave e irreversible a nivel pulmonar. También los sabores tienen cetonas, aldehídos y otros compuestos orgánicos que se aerosolizan al ser calentados pudiendo generar sustancias irritantes y cancerígenas. Además, hacen los dispositivos más atractivos para adolescentes y reducen la percepción de riesgo.
“Si no tiene nicotina, es seguro”
Aunque reduce la dependencia física, los aerosoles siguen conteniendo solventes, metales y aromatizantes dañinos para la vía aérea. Por lo tanto, no son seguros.
“El vapeo no afecta a terceros”
Conviviendo con vapeadores se detectan metabolitos de nicotina (cotinina) y otros compuestos en saliva y orina de personas expuestas. Se observan más síntomas respiratorios en convivientes, especialmente preocupante en niños y embarazadas.
“Vapear ayuda a controlar la ansiedad”
La sensación de calma que sienten muchos usuarios de los cigarrillos electrónicos es un alivio transitorio del síndrome de abstinencia a la nicotina, no una mejoría real de la ansiedad.
Estudios recientes concluyen que aquellas personas que utilizan cigarrillos electrónicos presentan más síntomas de ansiedad que los no usuarios.
Datos que encienden el alerta
La Asociación Argentina de Tabacología subraya algunos datos que exigen tomar conciencia sobre
- Los adolescentes que vapean tienen 3 veces más riesgo de iniciación tabáquica.
- Múltiples estudios asocian el vapeo con asma, bronquitis y síntomas respiratorios.
- Se asocia al vapeo con depresión y ansiedad, especialmente en adolescentes.
- Los cigarrillos electrónicos no son inocuos. Aumentan el riesgo de que adolescentes pasen al cigarrillo convencional, contienen sustancias tóxicas y se vinculan con daños respiratorios y de salud mental. Por lo tanto no es una estrategia recomendada para dejar de fumar.
Por todo esto, los organismos de salud recomiendan sostener las regulaciones que prohiben su comercialización, prohibir en los cigarrillos saborizantes que atraen a menores y promover tratamientos científicamente validados para dejar de fumar.
Uso y regulación del vaper en España y Estados Unidos
En España, el vapeo es legal para mayores de 18 años y está regulado como producto relacionado con el tabaco bajo la Ley 28/2005 y directivas de la UE (por ejemplo, límite de nicotina y requisitos de embalaje). Está prohibido vapear en muchos espacios públicos donde ya no se puede fumar (centros sanitarios, escuelas, transporte público, zonas infantiles), y proyectos de ley más recientes buscan extender estas prohibiciones a terrazas de bares, estadios y otras áreas al aire libre, además de prohibir cigarrillos electrónicos de un solo uso y publicidad dirigida al público en general.
En Estados Unidos, el vapeo es legal, pero la edad mínima federal para comprar y usar productos de tabaco y vapeo es 21 años. Cada estado puede imponer sus propias restricciones adicionales sobre dónde se puede vapear (por ejemplo, prohibiciones en espacios cerrados donde también se restringe fumar).
La FDA regula los dispositivos de vapeo como productos de tabaco (control de fabricación, prohibición de muestras libres, exigencia de verificación de edad en ventas) y ha restringido sabores atractivos para menores, aunque ha autorizado en algunos casos productos con sabores limitados (p. ej., mentol).
Los impuestos y normativas varían por estado; varios estados gravan los e-líquidos o sistemas de vapeo de distintas formas, y algunos prohíben vapeadores con cannabinoides como THC/CBD.
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