Entre el 75 y el 85 por ciento de las personas que tienen hepatitis virales en Argentina lo desconoce. El dato alumbra la importancia de realizar estudios y testeos que descubran una enfermedad silenciosa: cuando aparecen los síntomas el daño hepático ya es grande.
La detección es fundamental y cambia totalmente el curso de la enfermedad. Los tratamientos de última generación son entregados en forma gratuita por el Estado nacional. "Es fundamental promover el testeo. Las hepatitis virales son enfermedades silentes, y cuando la persona tiene síntomas ya el daño hepático es muy grande. En cambio, si se detecta a tiempo los tratamientos pueden frenar la progresión del daño e incluso curarse, como en la hepatitis C", indicó a Télam Gabriela Vidiella, coordinadora del Programa Nacional de Control de las Hepatitis Virales. "Existe muy poca información sobre las hepatitis, incluso entre los profesionales de la salud quienes no ofrecen el testeo", advirtió.
Tras aclarar que "un hepatograma normal no descarta una hepatitis", la especialista explicó que "el testeo se realiza con una muestra de sangre a la que se le aplican reactivos específicos para cada tipo de hepatitis", y aseguró que "desde el Programa se provee a todos los centros de salud del país con estos reactivos".
Desde la creación del Programa en 2012, Argentina entrega la medicación a personas con Hepatitis B y C y, desde principio de este año, se ha incorporado la última generación de tratamientos libres de interferón para la hepatitis C.
"El nuevo tratamiento tiene varias ventajas: tiene una tasa de curación de cerca del 95 por ciento o más, tiene muchos menos efectos adversos y el tratamiento es más corto, esto siempre mejora la adherencia, es decir, la continuidad del tratamiento de quienes lo comienzan", describió.
El término hepatitis refiere a la inflamación del hígado: en la mayoría de los casos esto es consecuencia de un virus, los más frecuentes son los virus de la hepatitis A, B y C
La hepatitis A se contrae cuando una persona come alimentos o toma agua que está contaminada con el virus o tiene contacto cercano con una persona que está infectada. Los síntomas son fiebre, náuseas, vómitos, pérdida de apetito y cansancio, aunque también puede presentarse en forma asintómatica.
En Argentina representaba el 90 por ciento de las hepatitis agudas que afectaban a los niños; sin embargo, con la inclusión de la vacunación desde 2005 con una monodosis a los 12 meses, los trasplantes se disminuyeron a cero y casi no hay nuevas infecciones.
Para la hepatitis B también existen vacunas (tres dosis) que se pueden dar a cualquier edad. Su transmisión es a partir del contacto con sangre infectada ya sea por el uso de jeringas y otros elementos cortopunzantes o por mantener relaciones sexuales sin preservativo; también se transmite de madre a hijo durante el parto.
A diferencia de las anteriores, para la hepatitis C no hay vacunación. Se transmite por contacto con la sangre infectada al recibir transfusiones de sangre, o bien por compartir jeringas u otros elementos que cortan la piel.
En nuestro país se estima que alrededor del 2 por ciento de la población (aproximadamente 800 mil personas) pudo haber estado en contacto con el virus de las hepatitis B o C.
Los tratamientos actuales tienen mucho menos efectos adversos sobre las personas y duran menos tiempo
"Es fundamental trabajar hacia la eliminación de las hepatitis virales. Es un objetivo mundial fijado por la OMS caminar hacia 2030, y es posible porque hay vacunas y hay tratamientos", sostuvo por su parte María Eugenia de Feo Moyano, presidenta de la Fundación HCV Sin Fronteras. "A nivel regional, Argentina está en la delantera, porque tiene disponibles las vacunas y los tratamientos en forma gratuita, lo que no sucede en muchos otros países".
De Feo Moyano destaca que "es muy importante promocionar la vacunación y el testeo. Toda persona mayor de 40 años debería hacerse el testeo de Hepatitis B y C aunque sea una vez en su vida".