Es probable que más de una vez te haya pasado: de pronto, por un motivo conocido o ajeno a vos, por un conflicto o una diferencia de opiniones o criterios, alguien te castigó con el silencio. La indiferencia, la cancelación, o "simplemente" ignorarte. Puede ser una pareja, algunos de tus padres, un amigo o hasta un jefe. Te deja de hablar, no responde, te clava el visto, te ignora. Seguramente la experiencia fue por demás de desagradable. Quizá dolorosa, quizá irritante. Quizá sentiste violencia y tienes razón: los expertos en salud mental lo confirman.
La frialdad emocional es una violencia invisible que destruye a las personas
En esta nota vamos a abordar un tema que viven muchas personas, de distintos géneros y edades y en diferentes vínculos. Te contamos por qué ignorar es un tipo de violencia psicológica, qué consecuencias tiene y cómo defenderte.
Puedes leer: 5 frases típicas que usan los maltratadores psicológicos
El silencio como forma de violencia psicológica
La pregunta se impone. ¿Ignorar es violencia? "Sí, dejar de hablar o ignorar a alguien se considera violencia. El silencio es una forma de violencia psicológica, dentro de una relación de pareja, cuando tiene como fin castigar o manipular al otro", destaca la licenciada Adriana Rivas, psicóloga y comunicadora, especializada en terapia cognitivo-conductual.
"Cuando una persona adopta esta forma de agresión, recurre a la indiferencia, al silencio y al desprecio. Uno debe tener mucho cuidado frente a estas actitudes tóxicas porque pueden tener consecuencias psicológicas graves. Incluso peores que la violencia física", destaca la especialista.
El trato silencioso provoca dolor, frustración y ansiedad. Llega a ser más agresivo que la violencia verbal o física. Es una poderosa y cruel herramienta para manipular y castigar
La Ley del Hielo: la violencia de ignorar al otro
La Ley del hielo, o trato silencioso, consiste en que el otro te ignore. Responda con silencio e indiferencia cuando le hablas, cuando propones resolver las cosas hablando, cuando se impone una charla o algún tipo de intercambio, aunque sea práctico.
Lee más: Conflictos familiares: por qué se producen los alejamientos
"Es una de las herramientas de manipulación más agresivas con las que un abusador cuenta para ejercer presión y dominio sobre las emociones de su víctima", asegura la licenciada Rivas. "Mediante el uso de silencios prolongados en momentos específicos dentro de la relación, el abusador se asegura de provocar sentimientos de inseguridad, desesperación e incertidumbre al otro", destaca.
El castigo del silencio lleva a una situación que para el otro puede volverse angustiante y difícil de sobrellevar. La víctima empieza a preguntarse qué fue lo que hizo mal, qué piensa el otro, por qué puede fácilmente sacarte de su vida y seguir así, como si nada. Es la cancelación del otro y duele
Lo más terrible es que el otro, al pararse en ese lugar, define las condiciones del vínculo. Deja al otro sin libertad. Todo será como él/ella decida. La famosa ley del hielo es una forma de violencia psicológica encubierta, una estrategia de manipulación del otro que puede llevar una persona a un dolor psíquico desesperante.
Al aplicar la Ley del Hielo no solo se ignora al otro: lo hace “desaparecer”. No le habla, no lo mira, no le responde. "Todo se convierte en pura y dura frialdad emocional, en indiferencia. El receptor se siente denigrado, desorientado, no entiende el motivo de tal castigo", explica Rivas.
Los comportamientos que delatan esa frialdad emocional son:
- Negarse a mantener una conversación y dirigirle la palabra a la persona que se está “castigando”.
- No responder a sus preguntas o hacerlo con monosílabos.
- No mostrar afecto, ignorando conscientemente las necesidades emocionales del otro, que quedan insatisfechas en el marco de la relación.
- Evitar el contacto físico y visual, haciendo como si la persona no existiera, de manera que se sienta invisible e insignificante.
- Mostrar un marcado desinterés por todo lo relacionado con la otra persona.
- Negarse a colaborar en diferentes tareas para generar frustración y malestar en el otro.
“A veces, la indiferencia y la frialdad hacen más daño que la aversión declarada” (J. K. Rowling)
Tomar conciencia del daño
Es importante tener en cuenta que, a veces, la persona que opta por el silencio desconoce la toxicidad y consecuencias negativas que tiene para la otra persona su actitud.
La licenciada Rivas explica que "este tipo de personalidad abusiva siempre tiene en su base un trastorno de personalidad narcisista: quiere siempre tener el control. Cualquier petición que hagamos para equilibrar la relación o llegar a un acuerdo será recibida como una amenaza directa a su frágil y endeble integridad".
Explica la especialista que "el enojo expresado indirectamente, de manera pasivo-agresiva, provoca una alta irritabilidad y una actitud manipuladora que confunde y humilla al otro".
La actitud pasivo-agresiva es aquella en la que no te agredo verbalmente ni físicamente. No dejo rastros de la agresión... Salvo la herida. Que es clara y duele
Consecuencias de la Ley del hielo
La Ley del Hielo puede tener consecuencias psicológicas permanentes en la víctima, por lo que es importante detectarla y actuar temprano.
- Estrés. La incertidumbre, al no entender lo que está pasando, le provoca estrés a la víctima. Se pregunta “¿qué hice para que ocurra esto?”
- Ansiedad. A medida que se prolonga el castigo, las dudas y la inseguridad se apoderan de la víctima que no logra contener la ansiedad.
- Angustia. El estrés y la ansiedad pueden provocar dificultades para dormir y, como consecuencia de eso, cansancio permanente que lleva a fallar en la toma de decisiones. La víctima sufre la angustia de un castigo que no cesa, haga lo que haga.
- Hipersensibilidad. La hipersensibilidad se apodera de esa persona, que llora ante el más mínimo estímulo. Se vuelve asustadiza y puede sobresaltarse por el sonido de un teléfono o el ladrido de un perro.
- Depresión. Todos estos daños que la aplicación de la Ley del Hielo puede provocar a la psiquis de la víctima, pueden llevar a un cuadro de depresión, base de todas las enfermedades mentales.
Como escribió Alejandro Dumas, “las heridas morales tienen esta peculiaridad: se ocultan, pero no se cierran; siempre dolorosas, siempre prontas a sangrar cuando se les toca, quedan vivas y abiertas en el corazón”.
Es clave entender que el apoyo emocional es la base sobre la cual seguimos construyendo nuestra identidad. Cuando ese sostén falla, cuando nuestras necesidades emocionales son desoídas, no solo sentimos un gran vacío, sino que, a la larga, comenzaremos a pensar que no somos dignos de ser amados. La consecuencia directa es una autoestima herida, dañada, capaz de perturbar la imagen que tenemos de nosotros mismos.
Toma conciencia. No te dejes hacer aquello que te hace mal. Poner límites es sano. Y a lo mejores el límite es la distancia.
Te puede interesar:
- ¿Puede un psicólogo abrazar a su paciente? El debate que jaquea algunas ortodoxias
- Carta de un psicólogo a adolescentes y niños de la pandemia
- Cuarentena y aislamiento: un impacto psicológico que no debemos subestimar
- Palabras que lastiman: el maltrato verbal también es violencia
- Qué es la musicoterapia: beneficios para la salud