Cualquier persona puede sentir inseguridad, en especial ante situaciones nuevas en las cuales siente que no sabe bien cómo manejarse o qué hacer. Sin embargo, existen personas que de manera casi permanente se sienten inseguras, lo cual se manifiesta en forma constante, persistente y formando parte de su personalidad.
Quien se siente inseguro, prefiere lo malo conocido a lo bueno por conocer y a eso se aferra para evitar la inquietud ante toda situación novedosa. También una característica frecuente es la dificultad para tomar decisiones por dudar de sus propias capacidades: vacila ante una determinación de cierta trascendencia, sufre mucho, casi siempre en silencio y disimulando lo que siente. Posterga decisiones, teme a las consecuencias de su resolución, prefiere no arriesgar, necesita ser aprobado por las personas que lo rodean y tiende a establecer relaciones de dependencia. Prefiere recibir órdenes o indicaciones de otros y se desenvuelve mejor en ámbitos ordenados en donde predominan más los aportes de ideas que la toma de decisiones o las expresiones emocionales. Acostumbra a tener temor al interactuar con la gente y ser juzgado o calificado, por lo cual esconde lo que considera un defecto que es, precisamente, su inseguridad. Lo más frecuente es que la inseguridad se haga evidente en las relaciones sociales, en el acceso a un vínculo de pareja o en el ámbito laboral.
La inseguridad puede tener orígenes psicológicos y/o físicos. Así, los niños criados en un ambiente de excesiva sobreprotección suelen desarrollar sentimientos de inseguridad y dependencia, con poca confianza en sus propias habilidades, dudan de su propio criterio para elegir y tardan más en aprender a tomar decisiones por sí mismos, ya que muchas veces son los padres los que lo hacen por ellos.
En otro extremo, algo similar termina ocurriendo a los niños criados con muchas críticas y reproches ya que tiene un temor muy exagerado a equivocarse por los altos niveles imperantes de exigencia y perfeccionismo.
También los niños abandonados emocionalmente suelen crecer con la vivencia de que valen poco, que no son escuchados o tenidos en cuenta por lo cual la autoestima suele ser muy baja.
Desde un punto de vista físico, se conoce que la dopamina, una sustancia neurotransmisora cerebral, es importante para aprender, ser curioso, tener motivación y buena memoria. Pero según investigadores de la Clínica Universitaria Charité de Berlín, las personas con una elevada concentración de dopamina en la amígdala cerebral - área del cerebro que participa en el procesamiento de las emociones- reaccionan con más temor e inseguridad que las personas con una menor concentración de dicha sustancia.
El coordinador de la investigación Andreas Heinz afirma en Nature Neuroscience (2-11-2008) que “las personas que cuentan con menos dopamina en la amígdala cerebral y una buena comunicación entre amígdala y cíngulo anterior son por lo general el tipo de personas que andan por la vida seguras de sí mismas, que son tranquilas y muestran valor”.
La psicoterapia y medicamentos específicos ayudan a regularizar el nivel de dopamina cerebral.
- Dr. Elías Norberto Abdala. Médico, Doctor en Medicina, Psiquiatra y Magister en Psiconeuroendocrinología. Autor de los libros "Las trampas de la mente", "Las depresiones", "Ser Inteligente" y "Nuestras locuras privadas".