Constantemente estamos prediciendo lo que encontraremos en el próximo sitio, en el próximo momento. El cerebro se anticipa siempre a lo que va a ocurrir.
La neurociencia actual viene desarrollando investigaciones en un área que es apasionante: cómo percibimos, cómo construimos nuestra realidad a cada momento.
Es apasionante por dos razones (al menos para mí): por un lado, si logramos entender los procesos implicados en esta construcción, podremos también desarrollar mayor comprensión y empatía por aquellos que piensan o sienten distinto, podremos realmente “ponernos en sus zapatos”.
Por el otro, creo que alcanzar ese entendimiento de la dinámica también nos puede permitir modificar nuestros procesos distorsivos, nuestras lentes “mal configuradas” que nos hacen mirar las cosas de una manera inadecuada.
El descubrimiento principal de estos últimos años tiene que ver con una característica fundamental de nuestro cerebro: es un simulador, esto es, anticipa constantemente lo que va a ocurrir en base a la experiencia acumulada en experiencias contextuales similares a la que voy a emprender.
Veamos qué significa esto.
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El restaurante chino y el restaurante mexicano
En una cámara oculta que hizo un programa español hace unos años, una mujer, cómplice de la producción, llevaba a una amiga a un restaurante chino. Como corresponde, los mozos eran chinos, la música china, los cuadros y las pinturas chinos. Pero, en un momento determinado (y acordado con la producción), esta persona invitaba a su amiga al toilet y, en esos minutos, un ejército de trabajadores del canal entraba y transformaba al restaurante chino en…¡uno mexicano! Los empleados eran mexicanos, la música de mariachis, los manteles y cortinas del país americano, todo mexicano.
Minutos después, cuando las mujeres regresaban a su mesa, se encontraban con la novedad. La que estaba de acuerdo con la producción no tenía mayores problemas, pero la otra…¡entró en pánico! Luego de las risas y comentarios varios, un conductor se acercó y entrevistó a la persona sorprendida. “Pensé que había enloquecido”, alcanzó a balbucear.
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¿Qué había pasado entonces? Pues que su cerebro simuló mal: anticipó equivocadamente que, cuando saliera del baño, se encontraría con el mismo lugar y sus características (sonidos, colores, personas) tal cual había percibido momentos antes. Pero no, la realidad había cambiado de manera contundente.
Ahora bien, esto lo hacemos todo, pero todo el tiempo. Inconcientemente (no es algo que pensamos la mayoría de las veces) estamos prediciendo lo que encontraremos en el próximo sitio, en el próximo momento. Además, nuestro cuerpo hace los ajustes necesarios para “avanzar hacia esa situación”, a esto Feldman Barret, investigadora estadounidense del tema, lo llama “el body Budget” o economía corporal.
Si estás por alzar algo pesado, tu cerebro predice que deberás utilizar mucho esfuerzo y endurece los músculos, eleva la actividad cardíaca y sube la temperatura general antes de que empieces con tu trabajo. Así en todas las situaciones de la vida, todo el tiempo
Los incendios continuos del cerebro
A cada instante, millones de neuronas se encienden y producen disparos (firing) simuladores. Nuestro cerebro tiene la potencia de, inconcientemente, prepararnos para cada contexto en el que nos toca participar.
Imaginá que vas a comer milanesas a lo de tu abuela. Se activan todos los recuerdos de situaciones anteriores en las cuales la visitaste y te preparó ese sabroso menú: un incendio en regiones del cerebro como el hipocampo y la ínsula hará que, inevitablemente, asocies ese sabor único a ese lugar y esa persona. Las milanesas de tu abuela nunca serán superadas, porque tu cerebro nunca se atreverá a simular eso en otra situación que no sea allí.
Esto nos lleva a un lugar peligroso: el estar simulando y ajustando nuestro cerebro, nuestra mente y cuerpo a cada situación, puede inducirnos a ser algo rígidos, a repetir patrones sin mayor conciencia
Es altamente favorable, muchas veces, pero condicionante en otras tantas.
¿Adivinen quién decía esto, hace ya 2500 años?
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La neurociencia del Buda
El buda no sabía de neuronas, de disparos en el cerebro ni de áreas específicas en él, pero pudo describir que, a cada momento, nosotros estamos generando percepciones que son proyecciones de nuestra mente, y que están inevitablemente ancladas en experiencias pasadas, generando reacciones específicas, aversivas o de apego.
Pero el Buda no sólo descubrió ésto que está en el corazón de las nuevas investigaciones científicas del cerebro. También descubrió la solución: básicamente, consiste en ampliar significativamente la conciencia de cómo nacen estas percepciones y están profundamente arraigadas en el deseo a liberarnos del sufrimiento.
Buena parte del lío que hacemos en la cabeza es porque queremos tener más CONTROL del sufrimiento en nuestras vidas. Aprender a derribar esta ilusión y desarrollar un método para no reaccionar, para ser ecuánimes cuando captamos esas simulaciones de nuestra mente, fue su tarea
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Así, fue llamado el Hiperconciente. No había actividad mental que escapara de su conciencia. Se dice que aún dormido mantenía conciencia de los eventos mentales.
¿Leyenda, realidad? Lo verdaderamente importante es que desarrolló un método que, mediante la investigación científica de nuestra propia mente, nos conduce a ser más felices. Y a conocer las simulaciones de nuestro cerebro.
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- Martín Reynoso es psicólogo, especialista en Mindfulness y autor del libro “Mindfulness, la meditación científica”, de Editorial Paidós. Su espacio en Facebook se llama Mindful Brains. Lo recomendamos.
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