Seguir tirando más de la cuerda puede dejarnos en el camino. De estas situaciones ya sabemos los argentinos y lamentablemente las tenemos bien presentes cada vez que ocurre una situación de incertidumbre económica y social.
Estamos atravesando una difícil realidad marcada por el aumento del desempleo, la pérdida del poder adquisitivo, una inflación que parece poco controlada y un sistema que excluye más de lo que incluye. Todo esto lleva a un descontento generalizado que impacta directamente en nuestra calidad de vida.
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Tiempo de crisis, tiempo de riesgo
Los cardiólogos sabemos lo que pasa cuando se conjugan todos estos factores. Tenemos la experiencia del 2001, cuando se triplicó la cantidad de infartos y nuestros pacientes se complicaban mucho más.
Estudios científicos realizados en Argentina comprobaron el impacto que tienen las crisis económicas sobre la salud. De hecho, permitieron establecer un vínculo entre el estrés psicosocial y un mayor riesgo de enfermar. En particular, las investigaciones constataron un aumento de la morbi-mortalidad por causas cardiovasculares en períodos de incertidumbre financiera.
Una investigación encabezada por el médico Enrique Gurfinkel (1957-2011) comparó el número de muertes e internaciones que hubo en el período abril de 1999 a diciembre de 2001, con las registradas entre enero de 2003 y septiembre de 2004, y demostró el vínculo entre la crisis económica y la evolución de los pacientes cardíacos en hospitales argentinos.
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Los resultados fueron contundentes: los pacientes que se internaban por problemas cardíacos se complicaron mucho más y aumentó la mortalidad durante el período de crisis en comparación con los años posteriores que se utilizaron como control.
Por su parte, una publicación de la cardióloga argentina María Inés Sosa Liprandi refuerza estos datos. La especialista comparó la tasa de mortalidad cardiovascular en la Argentina entre 1995 y 2005 con los cambios en las tendencias del producto bruto interno (PBI), como indicador económico de la crisis financiera.
Durante esos diez años de estudio, gracias a las medidas de prevención y nuevos tratamientos, el país logró bajar la mortalidad cardiovascular, pero desaceleró el descenso y cambió la tendencia cuando el país fue afectado por dos crisis económicas, la del sudeste asiático y la caída de la convertibilidad. Los cambios de tendencia coinciden con 1998 y 2002.
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Ya no quedan dudas de la relación que existe entre estrés agudo y crónico con la situación que atraviesa el país, y particularmente entre los períodos de crisis y los infartos. Estamos en condiciones de afirmar que las crisis económicas son un claro factor de riesgo cardíaco. Es fundamental una rápida intervención y que el Estado actúe de manera preventiva para evitar un triste desenlace.
- Por el Dr. Jorge Tartaglione (M.N. 67502), presidente de la Fundación Cardiológica Argentina
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