La cama suele ser el lugar donde nos refugiamos después de un día agitado, y nos cuesta imaginar que pueda no ser un lugar saludable. Pero colchones, almohadas y sábanas son el hábitat idóneo para diversos huéspedes nada simpáticos como ácaros, bacterias y hongos, que suponen un riesgo para las personas alérgicas.
No es algo menor. Nos pasamos un tercio de nuestra vida en la cama y vale la pena conservar su buena salud. El dormitorio es el lugar idóneo para los ácaros del polvo doméstico, unos arácnidos casi microscópicos que habitan en los materiales textiles -sobre todo, naturales- que acumulan polvo y que, con nocturnidad, salen a alimentarse de las escamas que se desprenden de la piel de las personas.
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Hongos, ácaros y bacterias en la cama
El 70% del polvo doméstico son restos de piel humana. Por este motivo, todo aquello que esté revestido de tela se convierte en su lugar favorito para que los ácaros proliferen.
Los principales factores ambientales que fomentan la aparición de ácaros son una temperatura entre los 25 ºC y los 35 ºC y una humedad relativa entre el 50% y el 60%. También la presencia de hongos facilita su desarrollo.
Un ejemplo: según los años que tenga una almohada, puede llegar a albergar incluso la sorprendente cifra de 10.000.000 de ácaros.
La mala costumbre de hacer la cama de inmediato, al poco de levantarse y sin ventilar, no colabora en la salud de tus sábanas y almohadas.
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Cómo limpiar sábanas, colchones y almohadas
Para hacer frente a tal ejército de arácnidos, la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica aconseja que las habitaciones estén lo menos cargadas de objetos posible para que sean fáciles de limpiar, sobre todo si es el dormitorio de una persona alérgica.
Barrer y pasar la aspiradora común (que por la parte posterior suelta el aire aspirado) fomenta la suspensión de aire con las partículas de los ácaros. Se recomienda el uso de aspiradoras con filtros HEPA, que los retienen al máximo.
Una medida eficaz contra los distintos huéspedes es ventilar el dormitorio cada día con la cama sin hacer
Para frenar el contacto con estos peligrosos acompañantes del sueño, lo conveniente es utilizar siempre una funda protectora antiácaros para las almohadas y los colchones.
También conviene lavar las sábanas y las mantas una vez a la semana con agua caliente, a una temperatura que ronde los 60 ºC. Y aspirar los colchones a conciencia una vez al mes, como mínimo durante 10 minutos, y exponerlos al sol durante 30 minutos, dos o tres veces al año.
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Otra opción para las almohadas es ponerlas también en el lavarropas con agua caliente, aunque antes, para evitar estropicios, es mejor leer la etiqueta con cuidado.
En el mercado existen sprays antiácaros para uso doméstico, pero su eficiencia no está demostrada
Por otro lado, hay que tener en cuenta los años de vida de almohadas y colchones. Como norma general, se recomienda cambiar de colchón cada 10 años, aunque depende del fabricante y las prestaciones del producto y, por supuesto, de los cuidados que se le hayan otorgado.
En cuanto a las almohadas, se aconseja reemplazarlas cada dos años, no solo por los ácaros y la suciedad que pueden contener, sino porque con el uso de deforman y el nivel de apoyo que brindan disminuye.
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10 recomendaciones para dormir tranquilo
- Ventilar la habitación cada día con la cama sin hacer; en invierno basta con 10 minutos. Esto ayuda a que mueran los ácaros y desaparezcan las bacterias, pero hay que tener en cuenta que no se eliminarán su piel ni su exoesqueleto, ya que están adheridos a los textiles, y que suponen un peligro potencial para las personas alérgicas.
- Favorecer que entre la luz del sol en la habitación.
- Minimizar el uso de cortinas, papeles pintados, moquetas y alfombras, ya que facilitan el incremento de la población de ácaros. Si se opta por las cortinas, escogerlas ligeras, fáciles de lavar y hacerlo de forma frecuente.
- Utilizar fundas antiácaros para el colchón y las almohadas.
- Ventilar la ropa guardada antes de ponérsela.
- Mantener el dormitorio libre de polvo poniendo especial atención detrás de los muebles y en los rincones. Si se emplea la aspiradora, es preferible que lleve filtros HEPA.
- Evitar los juguetes de felpa en los niños alérgicos.
- No almacenar libros u objetos en el dormitorio, ya que predispone al acopio de polvo.
- Forrar con materiales sintéticos o con cuero los muebles tapizados con tela y evitar los cabeceros forrados de textil.
- En el dormitorio, mantener un nivel de humedad que no exceda los 50% y una temperatura entre 18 ºC y 20 ºC, aunque desde la Asociación Americana de la Medicina del Sueño (AASM) recomiendan que esté un poco fresco.
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Está demostrado que el uso habitual de deshumidificadores consigue resultados significativos.
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