La fibromialgia es un síndrome crónico, de etiología desconocida y de evolución compleja y variable, que provoca dolor generalizado (puede afectar músculos, ligamentos, articulaciones e incluso la piel) y que, en algunos casos, puede llegar a ser grave e invalidante. Aunque puede iniciarse en una región, tal como el cuello o los hombros, al cabo de un tiempo pueden aparecer otras áreas afectadas.
Es más frecuente en mujeres de mediana edad aunque puede afectar hombres y cualquier grupo etario. Las investigaciones sugieren que está causada por un problema en cómo el cuerpo procesa el dolor debido a cierta hipersensibilidad a los estímulos.
En 1994 el Dr. Muhammad Yunus engloba a distintos síndromes dentro de lo que se conoce como “Síndrome Sensitivo Central” y la fibromialgia es uno de ellos. Otras patologías que lo conforman son: “El síndrome de fatiga crónica”, “El de intestino irritable”, “El síndrome de piernas inquietas”, “La dismenorrea primaria” y “El síndrome de la articulación temporomandibular”. Estas entidades son crónicas y comparten características centrales como el dolor, el cansancio, las alteraciones del sueño y los trastornos digestivos.
Es muy frecuente que los pacientes que padecen fibromialgia lleguen a la consulta luego de pasar por varios profesionales que equivocadamente subestiman sus síntomas. La mayoría de las personas que la padecen dice que siempre siente algo de dolor, que este es generalizado y principalmente a nivel muscular. Está más que claro que el dolor es real y que incluso en algunos casos puede ser muy grave.
El diagnóstico es clínico y actualmente no existe ninguna prueba de laboratorio ni hallazgo radiológico específico e identificable. Sin embargo, es conveniente realizar estudios complementarios con objeto de descartar otras patologías primarias o asociadas.
El tratamiento requiere de la participación activa del paciente y debe estar adaptado a los requerimientos del mismo y a sus características individuales. Los objetivos son aliviar el dolor, mantener o restablecer el equilibrio emocional, mejorar la calidad del sueño, la capacidad física, la astenia y los problemas asociados.
El tratamiento es por supuesto interdisciplinario y se basa en el ejercicio físico, la psicoterapia, mindfulness y el tratamiento de comorbilidades psiquiátricas si es que están presentes.
La terapia cognitivo-conductual incide en el autoconocimiento, la autoimagen, la validez personal y el descubrimiento de las propias capacidades; ayuda a profundizar en el conocimiento, la evaluación y control del dolor; así como también a superar las barreras de comunicación, adquiriendo mayores habilidades sociales. La psicoterapia sería imprescindible en el grupo de pacientes que muestra distorsiones cognitivas medibles como es el “catastrofismo”.
Algunas investigaciones iniciales demuestran el valor terapéutico de Mindfulness en pacientes con fibromialgia: en principio, el entrenamiento ayuda a tolerar la percepción del dolor severo, y además mejora el síntoma de fatiga que los pacientes suelen presentar. La práctica constante permite alcanzar cambios en la calidad de vida de los pacientes, como así también una reducción de los síntomas ansioso-depresivos muchas veces comórbidos.
Por Clara Rodríguez. Médica especialista en psiquiatría. Jefa de clínica de Fibromialgia. Departamento de neuropsiquiatría, INECO.