Escuchar hablar de cáncer de pulmón da miedo. Imposible decir lo contrario porque, a pesar de los avances, es la primera causa de muerte por cáncer en todos los países desarrollados. Hay que respetarlo. Y respetarlo es prevenirlo con buenos hábitos; es atender síntomas tempranos para detectarlo precozmente; y es atacarlo rápidamente con nuevas terapias y drogas, que son muchas y que han mejorado la calidad de vida del enfermo y están cambiando la sobrevida cuando el diagnóstico señala un tumor maligno en este órgano tan crucial para la vida misma.
Es una enfermedad muy difícil, pero que ha aumentado sus tasas de curación gracias a la detección temprana y los nuevos tratamientos
El cáncer de pulmón da miedo. Pero hay que bajarle la carga negativa, el estigma, porque “generar temor y silencio en torno al cáncer nos quita la posibilidad de salvar vidas. Es importante educar a la población porque el miedo demora la consulta y un paciente con un cáncer avanzado nos deja a los médicos con menos herramientas”, subraya el doctor Ricardo Kirchuk, prestigioso oncólogo argentino, ex director del Instituto de Oncología Angel Roffo.
Silvia Quadrelli, Doctora en Medicina, especialista en neumonología y en oncología torácica, coincide en la necesidad de tomar conciencia y prevenir: “Es penoso que este cáncer tan letal sea el resultado de factores que podrían prevenirse si el hábito tabáquico, la polución ambiental y ciertos riesgos ocupacionales pudieran ser mejor controlados”, destaca a Buena Vibra.
Al dejar de fumar, el riesgo disminuye paulatinamente. Se calcula que a los 10 años de haber dejado de fumar, el riesgo se equipara con el de un no fumador. Aunque esto es variable en cada individuo
Los dos tipos principales de cáncer de pulmón son el cáncer de pulmón de células no pequeñas y el cáncer de pulmón de células pequeñas. Los tipos se basan en el aspecto de las células al microscopio. El cáncer de pulmón de células no pequeñas es mucho más frecuente que el cáncer de pulmón de células pequeñas.
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El cigarrillo es la principal causa de cáncer de pulmón. Sin embargo, ahí está: matando a millones de personas, e impactando fuertemente en los presupuestos sanitarios de los países. A pesar de la mayor conciencia de daño, estimulada por médicos e instituciones sanitarias, el tabaquismo sigue subordinando la voluntad de mil millones de personas en el mundo, según datos de la Organización Mundial de la Salud de julio de 2015.
En el mundo hay mil millones de fumadores. Y el 80% vive en países de ingresos medios o bajos. Cada año, el tabaco mata a casi 6 millones de personas: 5 millones fuman y el resto son víctimas de humo de tabaco ajeno
A quienes no fumamos nos cuesta entender que a pesar de que los fumadores saben que tienen un riesgo aumentado respecto al cáncer de pulmón y otras enfermedades graves, no logren dejar el hábito.
El neurólogo Facundo Manes lo explica con palabras que arrojan luz sobre esta aparente contradicción: “La adicción secuestra al cerebro. No se trata de una debilidad moral no de una falta de fuerza de voluntad. Por el contrario, actualmente es reconocida como una enfermedad crónica, con cambios cerebrales específicos. De hecho, la palabra adicción deriva del latín esclavizado por: hay pérdida de control y una necesidad imperiosa de continuar así a pesar de las consecuencias adversas que eso conlleva”.
La doctora Quarelli invita a dar batalla. “Lo más importante es que un fumador nunca tiene que darse por vencido. La tasa de éxito con los tratamientos para dejar de fumar es hoy del 80% aunque, como en cualquier adicción, el gran riesgo es la recaída”, dice. Y vuelve a remarcar el valor de la prevención por sobre la detección temprana.
“Tiene poco sentido controlar la aparición de una enfermedad en la que el diagnóstico temprano ayuda algo, pero poco, y en el que la única conducta verdaderamente efectiva es la prevención. Los fumadores deben asistir a profesionales especializados en tabaquismo (cardiólogos o neumonólogos) que cuentan con distintas alternativas (medicamentos, grupos, ejercicios específicos) y nunca dar por descontado que no pueden abandonar el hábito".
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Nuevos tratamientos
“Un estudio publicado en los últimos, que incluyó más de 50.000 personas, reveló que el screening (la búsqueda activa) de cáncer de pulmón puede contribuir a mejorar la sobrevida, gracias a la detección de tumores en estadios más tempranos. Este screening consiste en la realización de una tomografía computada anual durante cinco años en pacientes de 55 a 70 años que hayan fumado al menos 30 paquetes/año, y que hayan dejado de fumar hace menos de 15 años o continúen fumando. Sin embargo, el impacto real de esta conducta no está determinado”, explica Quarrelli.
La especialista explica que “un estudio clínico como el que llevó a la constatación de ese efecto positivo se hace en condiciones supercontroladas que no son reproducibles en la práctica clínica diaria. Por eso, la implementación de esta metodología en el paciente individual requiere discutir cuidadosamente con él los posibles efectos desventajosos, como la necesidad de realizar estudios invasivos y hasta cirugías por lesiones sospechosas que terminarán no siendo cáncer o siendo cánceres indolentes y de muy lento crecimiento, que nunca hubieran contribuido a la muerte del paciente”.
Cuanto más temprano es el diagnóstico, mayor es la probabilidad de sobrevivir a 5 años. En el Estadío I, la tasa de supervivencia a 5 años es del 45%. En el Estadío IV (el más avanzado) cae a menos del 5%
El cáncer de pulmón, como el de páncreas, es uno de los más letales y con menor sobrevida. “Lamentablemente, la supervivencia es, en promedio, mucho menos efectiva que en otros tumores. Pero hoy los estudios genéticos (la identificación de la presencia de mutaciones genéticas en el tumor en las muestras de biopsia) permite identificar subgrupos de pacientes que se benefician con el uso de ciertas drogas.
No son útiles para todos los pacientes, pero para algunos tienen tasas de respuesta mucho más altas, remisiones mucho más marcadas y prolongadas y una importante mejora de la calidad de vida.
Por eso, el estudio de un cáncer de pulmón no está completo (como pasa en otros tumores) hasta que se identifican si existen ciertas mutaciones, fundamentalmente las llamadas EGFR y ALK. Si aparecen, los pacientes deben recibir estas drogas, que tienen una respuesta muy superior y menos efectos adversos que la quimioterapia convencional”, explica Quadrelli.
La cirugías robóticas están dando muy buenos resultados, sobre todo en los primeros estadíos. Pero el as de espada que promete la medicina para vencer al cáncer son la inmunoterapia y la medicina personalizada. Fueron los ejes del último encuentro de la Sociedad Americana de Oncología Clínica (ASCO), donde se presentan cada año los últimos estudios y avances terapéuticos para combatir la enfermedad.
Allí, se habló de un cambio rotundo de paradigma: el gran desafío hoy es cómo diseñar fármacos y vacunas (terapias biológicas) que potencien el sistema inmunológico de las personas enfermas.
El oncólogo Claudio Martín, jefe de Oncología Torácica del Instituto Alexander Fleming y médico oncólogo del Hospital María Ferrer, coincidió en una conferencia en que “el cambio en el tratamiento del cáncer de pulmón ha sido drástico en los últimos años: ahora contamos con muchas más herramientas que han permitido que los pacientes tengan una mejor la calidad de vida y que la supervivencia se haya prolongado en forma muy importante”. Y agregó: “Hace 10 años, no importaba el subtipo de tumor porque todos se trataban de la misma forma. En la actualidad, cada tipo de tumor de pulmón se aborda de manera diferente, con diferentes medicaciones, más específicas, y con mejores resultados”.
Las vedettes de la etapa que se viene -la de la inmuno-oncología- son los anticuerpos monoclonales. Producidos en laboratorio, de manera muy compleja estimulan una reacción inmunitaria que destruye células cancerosas. Se pueden usar solos o pueden ser vehículos de drogas o materiales radiactivos que actúen sobre las células cancerosas.
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