Hace apenas dos días, el domingo, publicamos en Buena Vibra el testimonio de una mujer que recién llegaba desde Italia y que no había tenido prácticamente ningún control ni recomendación por parte de las autoridades en Ezeiza. Conciente, solidaria, decidió ella misma ponerse en cuarentena y no besar siquiera a sus hijos y a su marido por dos semanas, hasta que se supiera libre del virus que angustia al mundo por estos días y que está cobrándose cada vez más vidas en Europa.
Al día siguiente, la noticia de la primera muerte por coronavirus en Argentina nos golpeaba como un tren de frente, acompañada por la confirmación de otros 21 casos, un volumen creciente de pacientes sospechosos y miles de llamados de gente con síntomas respiratorios a los números de emergencia. Es un secreto a voces que el virus ya está empezando a rodar por nuestra tierra, que son cientos los casos que se están analizando y que viajeros que llegaron hace unos días empiezan con síntomas y cuentan que su vida ha sido "normal" (supermercado, trabajo, cine, escuela, etc) hasta la consulta.
En tanto, en Italia la situación no para de complicarse, se multiplican los fallecidos y el gobierno tuvo que poner al país entero en cuarentena para tratar de contener una enfermedad que no encuentra aún el límite a su furiosa expansión. Ya no hay escuelas, ni universidades ni eventos deportivos. La situación es desesperante: "de guerra", describen los médicos. "Tenemos que decidir a quién le damos el respirador y a quién no. No alcanzan los recursos", precisaron.
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Y lo mismo España, cada vez más afectada, con ciudades como Madrid en un crecimiento de casos tan exponencial que obligó a cerrar también las aulas hasta que el contagio frene su velocidad y puedan asegurar la contención de todos los casos.
En Estados Unidos la situación se asemeja: hay cada vez más casos, es vox populi la insuficiencia de diagnósticos, suman 27 los muertos y cada día más ciudades se declaran en emergencia.
En el mundo, el coronavirus COVID-19 ya suma más de 117.000 casos confirmados, desparramados en más de un centenar de países, y los fallecidos son más de 4.000
Mientras tanto, Argentina sigue con su manera cruel de llegar tarde a lo importante, con su agenda insólita y sus respuestas oficiales ineficientes. En Ezeiza, llegan aviones repletos sin que nadie controle nada. No hablamos de tomar la fiebre, algo que algunos expertos sostienen que ya no sirve. Hablamos, de mínima, de concientizar a quienes llegan desde Europa y Estados Unidos de la importancia del autoaislamiento, del riesgo que supone su eventual portación del virus para los más vulnerables de nuestro país. Hablamos de explicarle a las familias que llegan de viaje que los niños no deben ir a la escuela ni ver a los abuelos por unos 14 días, entre otras cosas básicas.
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Hablamos de un Estado presente en el cuidado de su gente. Hablamos de seriedad y de responsabilidad en la gestión de los problemas públicos. Porque eso falta y porque los testimonios suenan a cargada si no dieran espanto: "Llegué hoy de Miami y no sólo no me preguntaron nada ni tomaron mis datos sino que llené un formulario que nadie me pidió y me llevé conmigo. No hubo ningún tipo de control ni gente pidiendo distancias ni nada por el estilo. Nadie me dijo que por venir desde Estados Unidos suponga un riesgo para otros ni que tenga que encerrarme", contó a Buena Vibra Agustina, y tiene razón. No es su culpa salir de Ezeiza sin escala a repartir, si lo tuviera, el coronavirus entre la gente.
No es la única. Al mismo tiempo, en las redes, una amiga contaba algo similar. Hoy martes, media tarde:
"Nos sorprendió"
En la conferencia de prensa que organizó el gobierno esta tarde ya no estaba el ministro de Salud Ginés González García, seguramente corrido de la escena tras su insólita respuesta hace apenas unas horas: “Yo no creía que el coronavirus iba a llegar tan rápido, nos sorprendió”. Malas noticias, señor: en 2009 lo mismo dijo otra persona en su cargo y nos costó muchísimas vidas. La Gripe A, aquel fatídico año, dejó más de 465 muertos (y decimos "más" porque es la cifra oficial y porque el subregistro fue grande). No tenemos resto para repetir la historia como tragedia una vez más.
Las buenas intenciones tienen que traducirse en acciones muy concretas. Hoy hubo anuncios que informaron la secretaria de Acceso a la Salud, Carla Vizzotti y Pedro Cahn, titular de la Fundación Huésped, acompañados como dijimos por Mirta Roses, de la OMS: "una partida presupuestaria extra de $1700 millones para fortalecer los diagnósticos y el equipamiento y para tener más reactivos”.
Los representantes del Gobierno también hicieron foco en la recomendación de no viajar a áreas de transmisión sostenida del virus y promover el aislamiento social para mayores de 65 años. Pero por ahora son anuncios: no hubo medidas concretas ni punteos de consejos clarísimos para la gente.
También pidieron “minimizar el contacto de personas que hayan llegado de viaje” y Cahn agregó la importancia del aislamiento por dos semanas de quienes lleguen desde países con circulación del virus: Italia, España y Estados Unidos. Pero no profundizaron más: el alcance y la operatividad de estos consejos quedaron a criterio del ¿buen entendedor?
Consultados sobre el descontrol de Ezeiza y la falta de medidas para monitorear el ingreso de casos, los funcionarios no hablaron. Roses, de la OMS, dijo que la clave está en la "responsabilidad social", en la toma de conciencia de la importancia de tomar medidas individuales en función del colectivo. Es decir, ponernos como personas como parte de algo más grande: una comunidad.
Coincidimos a rajatable, pero cabe la pregunta: ¿Cómo se construye y se impulsa esa conciencia social? ¿Cómo se entera la sociedad de las urgencias y de la necesidad de cuidarse para cuidar a los más vulnerables? ¿Cómo comprende el argentino común que no alcanza con el lavado de manos y el alcohol en gel? ¿Qué rol tiene el Estado en todo ésto? ¿Cuáles son las prioridades del gobierno en materia de comunicación? ¿La reforma judicial? ¿La pelea con el campo? ¿El debate por el aborto? Tenemos un problemita antes, señores. Y los recursos son escasos.
Tiempos complicados
Mientras nos hacíamos todas estas preguntas, hablamos con dos importantísimos médicos del país, ambos de prestigiosas instituciones médicas. "Se vienen tiempos muy complicados. Tenemos un enorme problema de falta de conciencia social. El gran problema es que quienes están enfermos o pueden estarlo no quieren cuidarse ni tratarse. Tenemos mucha gente que llegó de viaje o que está con síntomas y se niega a quedarse en casa", confió un reconocido médico cardiólogo a Buena Vibra.
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"En la Cámara de Diputados tenemos un problema serio porque una persona que está internada por coronavirus estuvo con mucha gente de ahí y esas personas subestiman el riesgo y no quieren aislarse. Si la cantidad de casos empieza a crecer los recursos no van a alcanzar y, por cómo se comportan los que pueden estar contagiados, el volumen de casos puede estallar en dos semanas", subrayó, y no es un médico al que le gusta andar alarmando gente ni generando pánico.
El problema más grave no es la letalidad del virus ni su gravedad. Es claro que todavía hay dudas respecto a su comportamiento en el hemisferio sur y sus eventuales mutaciones, pero la preocupación es otra: si la espiral de contagio empieza a acelerarse y la cantidad se reproduce como ocurrió en Italia o España, no habrá manera de asistir a todas las personas. Y los que pagarán la desidia oficial y la falta de conciencia social serán los más vulnerables: los que tienen la salud frágil. Nuestros abuelos, los inmunodeprimidos, los que están dando batalla al cáncer con quimioterapia, las personas con diabetes o con problemas cardíacos o alguna otra patología que hoy la tenga sin resto para pelearle al virus. ¿Los dejamos solos, a merced del virus, o hacemos algo?
Entonces, gobierno, sociedad, comunidad, amigos: pongámonos las pilas. Seamos concientes, seamos todo lo serios y buenos que muchas veces no son los que nos conducen y los que usan el poder y el dinero público para otras cosas. Seamos empáticos. Cuidemos a los que necesitan nuestras defensas porque las suyas están flojas. Paremos al coronavirus entre todos, dejémoslo sin fuerza, acorralémoslo. Sólo juntos podremos evitar más dolor del que Argentina ya tiene.
- Por Georgina Elustondo, editora y directora de Buena Vibra.
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