Una simple pregunta -¿qué tan rápido caminás?- puede ayudar a los investigadores a determinar quién tiene un mayor riesgo de muerte por enfermedad cardíaca, según un nuevo estudio del Reino Unido.
Los investigadores encontraron que los adultos de mediana edad que normalmente caminan a un ritmo lento tienen aproximadamente el doble de probabilidades de morir por enfermedad cardíaca, a comparación de aquellos que caminan a un ritmo acelerado.
Los resultados se mantuvieron incluso después de analizar demás factores que podrían afectar los resultados, como los hábitos de ejercicio de la gente, sus dietas y si fumaban o bebían alcohol.
Para el estudio, los investigadores monitorearon a 420.000 adultos de mediana edad durante unos seis años. Ninguno de los participantes tenía enfermedades cardíacas al momento de iniciar el estudio. Se les pidió a los participantes que clasificaran su ritmo habitual de caminata en: "lento", "estable/promedio" o "enérgico". Las personas también fueron sometidos a una prueba física en un laboratorio para determinar sus niveles de condición física.
En el transcurso de los seis años de estudio, cerca de 8.600 de los participantes murieron, y de éstos, alrededor de 1.650 murieron de enfermedad cardíaca.
Las personas que dijeron que eran caminantes lentos fueron 1,8 y 2,4 veces más propensos a morir de enfermedad cardíaca, en comparación con aquellos que dijeron que eran caminantes enérgicos.
El riesgo aumenta para las personas con un bajo índice de masa corporal (IMC), lo que podría significar que los individuos estaban desnutridos o tenían altos niveles de pérdida de tejido muscular por la edad (una condición conocida como sarcopenia), según los investigadores.
El estudio también encontró que el ritmo de marcha auto-reportado de la gente estaba fuertemente ligado con sus niveles de aptitud física en la prueba de ejercicio. En otras palabras, un bajo nivel de condición física entre los caminantes lentos podría explicar su mayor riesgo de muerte por enfermedad cardíaca.
Según el autor Tom Yates, de la Universidad de Leicester, "el ritmo de caminata autodeclarado podría utilizarse para identificar individuos que tienen bajos niveles de aptitud física y, en consecuencia, un mayor riesgo de muerte por enfermedad cardíaca".
Agregó que estos individuos podrían beneficiarse de las intervenciones para mejorar su estado físico. Sin embargo, se necesitan más investigaciones para examinar hasta qué punto el ritmo de marcha de las personas podría utilizarse para mejorar los predictores actuales de riesgo de muerte por enfermedad cardiaca.
El estudio también analizó si el ritmo de andar estaba vinculado con el riesgo de muerte por cáncer, pero no encontró un vínculo consistente.
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