Es frecuente escuchar, en el consultorio, personas que se quejan de tener problemas para recordar cosas, de necesitar tiempo para realizar actividades que antes hacían en pocos minutos o de no poder encontrar las palabras adecuadas cuando las necesitan. Estos olvidos aumentan con la edad, pero existe una gran diferencia con los olvidos asociados con la enfermedad de Alzheimer.
Los olvidos normales relacionados con la edad no nos impiden que desarrollemos nuestras actividades diarias en forma plena. Tal vez necesitemos un poco más de tiempo para acordarnos un nombre o una tarea que nos habíamos propuesto hacer. Seremos conscientes de nuestros olvidos e incluso seremos capaces de hacer chistes al respecto.
¿Cuándo los olvidos NO son normales?
Las personas que tienen olvidos debidos a condiciones patológicas, como el Alzheimer, generalmente son incapaces de identificar lo que les pasa. En lugar de preocuparse por las fallas en la memoria suelen comportarse como si todo estuviera bien.
El paciente suele no ser conciente o niega sus dificultades, mientras que la familia las nota y las considera significativas. Es por esto que se vuelven reiterativos y tienen olvidos que abarcan hechos importantes y relevantes que sucedieron hace poco.
No solo la enfermedad de Alzheimer puede impactar en nuestra memoria, cabe destacar los accidentes cerebrovasculares y los tumores cerebrales. Pueden aparecer trastornos de memoria en personas que sufrieron un traumatismo de cráneo o disminución del flujo sanguíneo cerebral. Pueden también acompañar a la depresión, a los trastornos de ansiedad, al déficit de atención e hiperactividad (ADHD), o pueden aparecer como efectos adversos de algunas medicaciones o ser secundarios a una enfermedad infecciosa o metabólica.
Cuándo los olvidos NO son normales
Las personas que tienen olvidos debidos a condiciones patológicas, como el Alzheimer, generalmente son incapaces de identificar lo que les pasa. En lugar de preocuparse por las fallas en la memoria suelen comportarse como si todo estuviera bien.
El paciente suele no ser conciente o niega sus dificultades, mientras que la familia las nota y las considera significativas. Es por esto que se vuelven reiterativos y tienen olvidos que abarcan hechos importantes y relevantes que sucedieron hace poco.
No solo la enfermedad de Alzheimer puede impactar en nuestra memoria, cabe destacar los accidentes cerebrovasculares y los tumores cerebrales. Pueden aparecer trastornos de memoria en personas que sufrieron un traumatismo de cráneo o disminución del flujo sanguíneo cerebral. Pueden también acompañar a la depresión, a los trastornos de ansiedad, al déficit de atención e hiperactividad (ADHD), o pueden aparecer como efectos adversos de algunas medicaciones o ser secundarios a una enfermedad infecciosa o metabólica.
Para estar atentos
Los olvidos no son el único síntoma de la enfermedad de Alzheimer. Algunos de los signos tempranos que pueden acompañarla son:
* Hacer las mismas preguntas “cientos de veces”.
* Olvidarse palabras comunes al hablar.
* Confundir palabras, por ejemplo, decir “cama” en lugar de “mesa”.
* Perder la capacidad de realizar tareas familiares, como realizar una comida siguiendo una receta.
* Perder cosas o colocarlas en lugares insólitos, por ejemplo, colocar el monedero en la alacena.
* Perderse mientras se maneja por lugares familiares.
* Sufrir cambios en el estado anímico o en la conducta sin razones aparentes.
* Volverse incapaz de seguir instrucciones en forma adecuada.
* Sufrir episodios de desorientación temporal (no recordar la fecha) o espacial (por ejemplo, en qué lugar se encuentra).
Entonces, si un familiar tiene estos signos debemos consultar con un médico entrenado en problemas de memoria.
Fuente: Doctor Pablo Abdulhamid, neuropsiquiatra, y licenciada Catalina Raimondi, neuropsicóloga. Especialistas de INECO.