Uno de los mayores impedimentos para avanzar en la vida, y para tener la plenitud necesaria para disfrutarla, es el de postergar tareas, compromisos o metas que nos proponemos o que necesitamos completar. Esta tendencia abarca actualmente a más del 65% de la población activa, y va desde pequeñas acciones, como posponer ir al mercado a comprar algo necesario, hasta mucho más complejas, como entregar a tiempo un informe esencial en el trabajo, o hacer fuerte nuestra palabra, que, se dice, “es lo que más valor tiene en los vínculos humanos.” Pues bien: parece que no es tan así, a la vista de los resultados de este sesenta y cinco por ciento de las personas.
El término “procrastinar” (del latín procrastinare: pro, adelante, y crastinus, referente al futuro) es la postergación o posposición es la acción o hábito de retrasar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes o agradables.
La ciencia explica que se trata de un trastorno del comportamiento que tiene su raíz en la asociación de la acción a realizar con el cambio, el dolor o la incomodidad (estrés). Éste puede ser psicológico (en la forma de ansiedad o frustración), físico (como el que se experimenta durante actos que requieren trabajo fuerte o ejercicio vigoroso) o intelectual. El término “procrastinar” (y no procastinar, como se lo ha simplificado popularmente) se aplica comúnmente al sentido de ansiedad generado ante una tarea pendiente sin tener una fuerza de voluntad para concluirla.
El acto que se pospone puede ser percibido como abrumador, desafiante, inquietante, peligroso, difícil, tedioso o aburrido, es decir, estresante, por lo cual se autojustifica posponerlo a un futuro idealizado, en que lo importante es supeditado a lo urgente.
Si descartamos problemas neurológicos o conductuales severos que deben ser diagnosticados por profesionales médicos, psicólogos y psiquiatras, podemos coincidir en que procrastinar/postergar las cosas es un recurso repetido que demora y ralentiza cualquier resultado positivo y de evolución trascendente que se quiera lograr.
La procrastinación se ha convertido, entonces, en un enemigo de la productividad personal y profesional. Las organizaciones sufren este mal potenciado en forma exponencial por la cantidad de personas que postergan sin sentido tareas que, en un marco razonable, pueden ser realizadas sin demoras. La burocracia, por ejemplo, más allá de los procesos que deban ser revisados, es otro ejemplo de cómo afecta a los ciudadanos en distintos países.
En la vida de relación, la dilación en la toma de decisiones corroe los vínculos. La falta de elecciones rápidas, por más sencillas que sean; la postergación de conversaciones importantes; eludir las responsabilidades y el dejar para mañana “total no pasa nada”, son algunas de las múltiples excusas de los procrastinadores.
- 15 pasos para dejar la postergación
- Regla de un minuto (o dos): David Allen, un grandioso experto en organización del tiempo con quien me entrené en sus técnicas y herramientas, recomienda que, si estás planificando acciones en tus pendientes o decisiones, si te lleva menos de un minuto o dos, hazlo en el momento: no lo dejes para después. Liberarás enorme espacio en tu energía vital.
- Empieza por metas pequeñas. Define sobre qué vas a tomar decisiones y no las postergarás. Busca algo sencillo (por ejemplo, poner a lavar la ropa) y hazlo en el momento. Durante todo un mes corrido aumenta poco a poco el nivel de complejidad en tareas que solías postergar. Al cabo de 33 días aproximadamente, estarás entrenando tu inconsciente para responder de inmediato a esas cosas que postergabas.
- No lo pienses: A veces pensar demasiado es lo que vuelve en tu contra la voluntad (el factor gánico -de las ‘ganas’ de hacer algo). Toma acción de inmediato. Comprueba de inmediato cómo te sientes internamente. Recupera ese estado emocional interno la próxima vez que sientas la tentación de dejarte estar.
- Establece rutinas: tareas repetitivas pueden completarse con un mínimo de esfuerzo. Si, en cambio, inviertes una gran energía mental y emocional en quejarte y postergarlas, eso es un boomerang que vendrá en contra de ti. Hazte listas de estas rutinas. Colócalas en el momento en que tengas más alta la energía, y verás cómo en poco tiempo las asumirás sin dilaciones de ningún tipo. Y en tiempo récord: quizás en media hora termines todo aquello que antes te abrumaba por días enteros.
- Experimenta el tomar decisiones. Las personas que postergan por lo general tienen dificultades en más de un área de acción. Si te resulta dificultoso elegir la comida en un restaurante, prueba hacerlo más rápido: no hay problemas mayores en esas decisiones. Si necesitas responder un correo electrónico breve, hazlo en el momento. Al recibir la invitación a un cumpleaños, y reconocer que no te da entusiasmo asistir, responde rápidamente que no irás. Y así, en todo lo que se te presenta. Este entrenamiento es fundamental para adquirir confianza en ti, y verás que el mundo no se detiene por más que tomes esas pequeñas decisiones.
- Divide en tareas menores las decisiones complejas. Por ejemplo, si quieres preparar una tesis para tu carrera, necesariamente invertirás muchas horas estudiado e investigando. Entonces, en vez de hacerlo en tiempo record días antes del plazo final, divide el proceso en tantas partes pequeñas donde debas tomar decisiones (elecciones conscientes) como te sea posible. Así, te vas entrenando y, cuando menos lo pienses, estarás con el trabajo muy avanzado.
- Pon un porcentaje de avance cuando te aparezca la sensación de querer procrastinar. Inicia cada tarea, por pequeña que sea: el primer paso ya es un cincuenta por ciento de tu esfuerzo. Luego, añade los porcentajes adicionales. Enfócate en todo lo que conquistaste -y no en el tramo que te falta- y así, verás que en poco tiempo de ejercitarte estarás alcanzando la meta sin pendientes en agenda.
- Experimenta en casa. Busca un sector que necesite ser ordenado, por caso tu clóset, biblioteca o el lugar de los artículos de limpieza. Empieza ordenando sólo un pequeño espacio. Observa cómo es tu sensación interna a medida que lo haces. Y avanza al siguiente: te aseguro que podrás pasar un día entero ordenando la casa, y sentirás tal satisfacción que casi no podrás reconocerte. Esto sucede porque estás liberando energía estancada, dentro y fuera tuyo. Imagina lo que sería tu vida si hicieses esto permanentemente.
- Si abandonas, retoma. Date espacios para las recaídas. Es posible que empieces, lo dejes, y quieras retomarlo más adelante… ¡o cuando ya no queden muchas opciones! Lo importante es que lo hagas una y otra vez.
- Haz listas y marca tus logros. Por pequeños que sean, es muy estimulante ver el avance. No hace falta mucho detalle: sólo una referencia breve para saber que lo has hecho; esto te dará una carga infinita de tu nueva actitud hacedora.
- Descansa lo suficiente, pero no te engañes. Bajo la excusa del agotamiento físico muchas personas esconden su procastinación. Recuerda que los mejores resultados se obtienen sólo haciendo las cosas. Si deseas corregir tu adicción a postergar las cosas, necesitas mantenerte en acción permanente. Así que, si un día parece que estás cansado, toma un breve receso, y luego sí encara la tarea con toda energía hasta terminarla. No más excusas.
- Comparte tus logros. Ayudar a otros y pedirles asistencia para que te estimulen es muy bueno no sólo en el ámbito del trabajo sino también en la familia y otros ámbitos sociales.
- Pon un toque de diversión. Algo que, en lo personal, me funciona, es colocar buena música durante todo el tiempo en que necesito estar en acción. Por ejemplo, mientras escribo este artículo está sonando una canción del momento, que hace que mis neuronas, mi cerebro, mis endorfinas, mis dedos y mi creatividad estén más estimuladas. Estas ayudas externas son fundamentales para la sintonización interna, mientras te vas entrenando paso a paso.
- Cuida tu lenguaje. Se sugiere que dejes de hablarte en negativo, calificándote a ti y a otras personas en forma despectiva y que no suma. En cambio, pon ideas mentales superadoras. Coloca en tu mente palabras positivas, de apoyo y que te den la energía suficiente para dejar de postergar las cosas.
- Evita las distracciones y pon todo en un proceso o sistema. En el trabajo o en casa, puedes implementar algo sencillo que funcione para ti, y que te permita tener una pantalla actualizada del estado actual de cada acción que vas tomando. Algunas organizaciones exponen unos mapas con semáforos de tres colores, para alertar de una forma clara en qué momento están del trabajo a realizar. Esto los enfoca mejor en la tarea, y les evita dispersiones innecesarias. En tu caso, llegar tu agenda al día y respetarla, hacer listas, usar el ordenador, el móvil, gráficos, recordatorios en lugares clave: todo vale.
Finalmente, si te vas de la senda, vuelve a hacer foco una y otra vez. Reduce las conversaciones alrededor y todo aquello que, como tendencia, te distrae. Así será más fluido el proceso de dejar de postergar, y lograr en un mes, entrenarte en una de las mayores destrezas de los seres humanos: tomar decisiones mejor y más rápido.