En un mundo en que adultos y niños estamos cada vez más urgidos, ansiosos e hiperconectados a un sinfín de estímulos, ¿cómo diferenciar cuándo estamos ante un problema con un hijo que la está pasando mal y que suponemos ansioso o demasiado estresado?
Es fundamental, en primer lugar, definir y diferenciar qué es ansiedad y qué es trastorno de ansiedad. A veces uno puede definirse como ansioso pero hay que tener claro qué significa.
La ansiedad es una respuesta adaptativa normal de nuestro organismo: es un sistema de alarma que es bueno que funcione. Si no lo hiciera, no tendríamos capacidad de responder en muchas situaciones.
Un chico puede ser inquieto, movedizo y hasta hiperactivo y no tener un trastorno de ansiedad. Ciertos niveles de ansiedad son normales, y más en estos tiempos en los que el modo de vida que tenemos, sobre todo en las grandes ciudades, estimula este tipo de conductas.
El problema asoma cuando ese nivel aumenta más de lo "normal", cuando deja de ser una respuesta adaptativa para ser una respuesta estresante, y cuando esa intensidad excesiva se vuelve frecuente. Ahí ya hablamos de una respuesta disfuncional, que molesta, angustia y afecta la calidad de vida del chico y en general de la familia. Ahí hablamos de trastornos de ansiedad.
Leé también: 5 signos de depresión en adolescentes
¿El trastorno de ansiedad es algo puntual que ocurre en algún momento o uno tiene un trastorno de ansiedad "para siempre"?
Es un trastorno neurobiológico. Es algo con lo que uno nace y depende del ambiente que se dispare, que se potencie o no. Por eso cuando hay un chico con trastorno de ansiedad uno mira para atrás y ve que hay un papá o una mamá con trastorno de ansiedad.
Los trastornos de ansiedad, que es algo con lo que uno viene, suelen detectarse a los 8/9 años, pero pueden presentarse desde antes. Muchas veces no llegan a la consulta porque uno cree que es normal que tenga miedo, que esté preocupado por algunas cosas, y por eso se detecta cuando el chico crece. A su vez, son trastornos internalizantes: es decir, no se exteriorizan. Uno los vive por dentro. Por eso a veces pasan un poco desapercibidos.
Entiendo que para los profesionales la palabra "trastorno" sea la adecuada. Pero, a veces, ¿encasillar o etiquetar a alguien con esas palabras tan duras no hace que se estigmatice algo que es muy frecuente y muy tratable? Es un rótulo pesado.
Sí, entiendo, son términos médicos que están en los manuales de psiquiatría. Pero uno se los explica a la familia y a los chicos de otra manera. Todas las terminologías deben ir acompañadas de una explicación, y de esa manera se pierde el miedo.
Podés leer: 9 consejos para fomentar hábitos de alimentación saludable en los chicos
¿Qué síntomas pueden sugerir la presencia de un trastorno de ansiedad?
Se puede manifestar o expresar de distintas maneras, pero todos tienen la misma base: a la persona se le disparan los niveles de ansiedad frente a determinadas situaciones.
1) Los trastornos de pánico: el nivel de ansiedad se dispara frente al miedo que uno tiene por presentar distintos síntomas físicos, como quedarse sin aire, tener un infarto, etc. Los síntomas físicos son muy fuertes y el paciente siente que se va a morir. Genera mucho padecimiento y lo sufren tanto adultos como chicos, aunque estos últimos en menor medida.
2) El trastorno obsesivo compulsivo: se caracteriza por tener obsesiones y rituales que el chico necesita hacer para que el nivel de ansiedad baje. Se lo llamó durante años "epidemia oculta", porque uno puede pasar muchos años haciendo ciertos rituales sin contarle a nadie. Llega al consultorio cuando le genera a la persona una molestia importante.
3) El trastorno de ansiedad generalizada: Se caracteriza por una preocupación constante, con altos niveles de ansiedad que no están ligados a un objeto o una situación particular: la ansiedad está generalizada a varios temas. Son personas rumiantes, a las que todo los preocupa o les genera miedo, y suelen tener mucha ansiedad anticipatoria. x
4) Fobias: son miedos particulares a algo. A situaciones, a objetos, a animales, a personajes, etc. Se dispara la ansiedad sólo al enfrentarse con eso a o que le temo. Es el tipo de ansiedad más focalizada.
5) Fobia escolar: cuando el chico presenta miedo o temor a situaciones escolares. Es clave determinar bien dónde está la causa: si hay miedo a separarse a las figuras de pertenencia, si tiene que ver con situaciones de aprendizaje, con ansiedad o fobia socia, etc.
6) Trastorno de ansiedad por separación: es bastante común en chicos más chicos. Al niño se le dispara fuertemente la ansiedad cuando se separa de los padres p de figuras de pertenencia.
También leé: Hiperchicos: los hijos del estrés que crecen con ansiedad y miedo
¿Niveles excesivos de miedo en la infancia pueden ser un síntoma de trastorno de ansiedad?
Hay miedos que son evolutivos y típicos de ciertas etapas de los chicos y que son hasta esperables. Primero debemos evaluar si el miedo que está teniendo el chico es esperable para su edad, si lleva mucho tiempo y, sobre todo, si afecta mucho su calidad de vida. A partir de esa observación hay que definir si conviene hacer una consulta. En ese caso, los profesionales evaluamos y vemos si esos síntomas están presentes desde hace por lo menos 6 meses. Uno jamás hace un diagnóstico si el temor o la preocupación son momentáneos o temporales. Muchos miedos son transitorios y hay que esperar y ver si esto persiste en el tiempo o no. No hay que apresurarse al hacer el diagnóstico: debe ser con mucha cautela y por un profesional de la salud mental con mucha experiencia en estos temas, para que no confunda el cuadro.
¿Es lo mismo que sea especialista en niños?
Es muy importante que sea especialista en niños porque las especialidades nos dan una mirada mucho más puntual. Una profesional que no conoce las etapas evolutivas de los chicos puede confundir un miedo normal para la edad con algo patológico. Además, el profesional también tiene que hacer una evaluación contextual. No es lo mismo vivir en una gran ciudad que vivir en el campo, o vivir en Argentina o en Tel Aviv, o ver si en la familia pasó algo importante en los últimos meses, etc. La situación contextual y familiar es clave y no puede quedar afuera a la hora de evaluar y diagnosticar. A veces vemos chicos que tienen dificultad en la relación con los pares, y que eso les genera ansiedad. Pero pronto uno advierte que no tiene un trastorno sino que, simplemente, no sabe cómo manejarse: a veces no tiene herramientas o habilidades sociales y no sabe qué decir o cómo adaptarse a un chiste o a una cargada, o no comparte los códigos porque está en otro momento de su maduración, y por lo tanto cuando se expone ante sus pares se le dispara la ansiedad, se siente inseguro y se pone evitativo o sufre.
También podés leer: Miedos en la infancia: cómo ayudar a los niños a vencer sus temores
Y también hay situaciones que disparan la ansiedad transitoriamente, como un robo en una casa, la muerte de un familiar, etc., y luego el cuadro cede. Por todo esto el diagnóstico tiene que ser muy cuidado.
¿Un mal diagnóstico es peligroso?
Sí, y tan peligroso como el no diagnóstico. Perder el tiempo y dejar que un chico sufra es una pena. Es un diagnóstico que detectado tempranamente y tratado de manera eficaz presenta un mejor pronóstico y ayuda a los chicos a presentar un mejor desarrollo.
¿Qué rol tiene la familia del niño en una terapia cognitivo conductual?
Es muy importante. En la terapia incluimos a los papás y a los hermanos desde el primer momento, ya que son clave tanto para la evaluación como para el tratamiento. Si un chico con una predisposición ansiosa tiene padres ansiosos o miedosos, es probable que refuercen estos temores o preocupaciones y no estén ayudando al chico a una mejor evolución. Por otro lado, muchas veces los padres tiene conductas de reaseguro o que fomentan la evitación y esto claramente no ayuda al chico. En esos casos vemos con los papás qué conductas pueden revisarse para ayudar al niño.
¿En qué consiste el tratamiento?
Lo primero que hacemos es un proceso de evaluación exhaustiva. Cuando llegamos a una conclusión diagnóstica y encontramos que se trata de un trastorno de ansiedad, hacemos un abordaje focalizado primero en psicoeducación, en los que le enseñamos al chico y a los padres qué es la ansiedad y cómo enfrentarla.
Es fundamental que la familia entienda que la lógica que tienen los chicos con este diagnóstico no es igual a la lógica que tiene una persona que no sufre de esto. Las personas con trastorno de ansiedad tienen un procesamiento de la información y de las emociones totalmente diferente, y por eso la persona que no sufre de este trastorno no logra entender las preocupaciones o temores de su hijo. A un chico ansioso el reaseguro ("quedate tranquilo que nada va a pasar", etc) no le sirve en absoluto. En la terapia apuntamos a que la familia y el entorno de ese chico puedan entender esa lógica, e incluimos a cualquier persona que sepamos que va a ser muy importante en el avance del tratamiento.
¿Los padres participan de las sesiones?
Depende de la edad. Si son chiquitos, es probable que en las primeras sesiones entren juntos. Si son más grandes, intentamos tener reuniones independientes con los chicos y con los papás y reuniones conjuntas. A mí me gusta mucho hacer las dos cosas, pero al principio suelo trabajar mucho con los papás para que entiendan lo que le pasa al chico, para que comprendan que en realidad no es ni un capricho, ni un manejo, ni una respuesta exagerada. Que sepan que el chico no puede manejar el nivel de angustia, de ansiedad o de temor que le genera esa situación. Es clave que puedan ponerse en la cabecita de ese chico, entender qué le pasa y saber que son patologías muy tratables, que tienen excelentes pronósticos cuanto más tempranamente se lo trata. Además, uno detecta cuáles son las conductas familiares que están reforzando la sintomatología del chico y trabaja con los papás para que aprendan a no favorecer el problema ni las conductas evitativas, que sólo sostienen el trastorno de ansiedad.
Luego, trabajamos mucho con técnicas de afrontamiento, que tienen que ver con la exposición a las situaciones que le generan ansiedad o miedo al niño. Se hace gradual y jerárquicamente para que el chico vaya aumentando sus recursos de afrontamiento.
Desde el psicoanálisis se suelen criticar estos abordajes con el argumento de que atacan el síntoma y no la causa. ¿Qué opinás?
En este país hubo mucha influencia del psicoanálisis. La desventaja que tiene el psicoanálisis es que no se basa en en estudios de investigación que evidencien que las técnicas que usa son eficaces para resolver este tipo de patologías. En las terapias basadas en las neurociencias, como la terapia cognitivo conductual, se prueban los tratamientos con resultados eficaces. En INECO hacemos siempre terapias basadas en la evidencia. Sabemos que los trastornos de ansiedad son altamente tratables con la terapia cognitivo conductual: está probado, innumerables estudios la avalan. Creo que no es una discusión intelectual ni teórica: se trata de hechos.
Las terapias psicoanalíticas suelen ser largas. ¿Estos abordajes resuelven más rápido?
Totalmente. Estos tratamientos en general son breves. Son terapias intensas y breves. Hablamos de meses, de cantidad de sesiones. Hay protocolos de tratamientos y uno los aplica..
Durante años hubo una cierta estigmatización del chico que va a terapia. No es algo que una familia cuente. ¿Cómo funciona esto en estos tratamientos?
Es psicoterapia, pero es diferente a la concepción a la que estábamos acostumbrados, al menos en Buenos Aires. No son largas y no son terapias donde se culpabiliza a los papás, ni en las que los papás quedan afuera. Todo lo contrario. Acá entran las familias, es una terapia abierta. Les contamos al chico y a los papás lo que pasa y el chico es un protagonista activo de su tratamiento. Cuanto más tempranamente trate el problema, más herramientas tendrá para afrontar los problemas que le genere la ansiedad en su vida. Por eso decimos que es una terapia psicoeducativa, resolutiva y preventiva.
¿Se usa medicación psiquiátrica?
Depende del caso, de si la necesita o no. Hay que ver si químicamente el chico necesita ayuda para bajar la ansiedad porque solo no puede. Hay chicos que tienen un nivel de estrés y de angustia que si no se los medica no se puede trabajar. Nunca se medica sin terapia, porque eso sólo tapa el problema. Pero si los especialistas ven que necesita esa baranda, se usa. Hay que perderle el miedo porque una medicación no dada a tiempo también es perjudicial. En general no es necesaria, pero si uno está en buenas manos puede confiar en que se hará todo lo mejor para que ese chico alivie su sufrimiento, disfrute más su infancia y se prepare mejor para afrontar problemas en el futuro.
Fuente: Lic. Paula Tripicchio, Coordinadora Dpto Psicoterapia Cognitiva Infanto Juvenil de INECO. Más información: www.fundacionineco.orgfacebook.com/INECOArgentina | @InecoArgentina