La pasión que no podemos transmitir a nuestros jóvenes, el entusiasmo que les debemos a la hora de mostrarles el camino hacia el mundo adulto, muta en estos tiempos por placer líquido, por panaceas etéreas, por anestesias al miedo de crecer.
Cuando en mis charlas a padres pregunto “¿estamos todos de acuerdo en que no es normal ni natural que nuestros chicos consuman marihuana?”, sigue un silencio que impacta. La respuesta tarda en llegar, los brazos se levantan tímidamente, dubitativos, como por efecto de suponer que la respuesta esperada es la afirmativa, pero en muchos casos intuyo que no es sincera. Y me apena, y me preocupa.
¿Estamos todos de acuerdo en que no es normal ni natural que nuestros chicos consuman marihuana?
Por qué no debemos naturalizar el consumo de marihuana en los jóvenes
No podemos, no debemos, de ninguna manera, naturalizar que nuestros niños consuman marihuana ni ninguna otra sustancia psicoactiva.
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Como padre, como profesional de la salud, se me pone la piel y carne de gallina cuando oigo, veo, convivo con padres que bajan brazos, sin ser conscientes que lo hacen y se alinean con la cultura pro cannábica.
La otra opción es entender y admitir que sus hijos tienen problemas con el consumo de drogas, y que los padres somos parte de este problema.
La negación, una vez más al servicio de la patología adictiva, pero esta vez es un fenómeno no singular e individual sino cultural. Y esto lo hace más complejo.
El inicio de la adolescencia está cada vez más acompañado tristemente por diversas sustancias psicoactivas, el alcohol a la cabeza y la marihuana ganando posiciones. Y no nos olvidemos del tabaco (que no es psicoactivo, pero tiene efectos devastadores).
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El imaginario colectivo se centra en que “la previa” (como denominan hoy los jóvenes al encuentro anterior al ir a bailar) es respecto a la fiesta, a la noche, lo que la elongación es a la actividad física. Pero, para los jóvenes, “la previa” no es otra cosa que encontrarse para “desencontrarse”, porque en ella subyace la idea del alcohol como antesala de la diversión
Hay una conocida cerveza argentina cuyo eslogan es “El sabor del encuentro”. Si hay algo que no propicia el encuentro entre personas, la comunicación, el compartir, es el alcohol. En mi país tenemos la costumbre de tomar mate para esos menesteres.
La fantasía es que, tras varios tragos, los miedos que genera la situación de estar expuesto en una pista de baile en contacto con el sexo opuesto desaparecen gracias a la bebida.
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Nada de eso ocurre: es cierto que el alcohol tiene efectos deshinibidores, pero así como nadie se convertiría en un asesino que no es sólo por embriagarse, tampoco mutaría en un latín lover por el mismo hecho.
Somos lo que somos, y lo que tenemos oculto, podemos destrabarlo de formas más saludables que metiendo sustancias en nuestros cuerpos
El consumo de marihuana ya es legal en muchas partes del mundo. Les explico a mis pacientes y escuchas en las conferencias que el fumar marihuana de tanto en tanto, con amigos, de forma social, es similar a pasear por una cornisa, ancha, desde un primer piso; nadie se va a matar si se tropieza y cae, pero sin dudas se romperá algunos de los huesos.
Nunca nadie puede saber si en algún momento de su vida las circunstancias lo llevarán a dejar de manejar lo que hasta ese entonces estaba dominado.
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El cannabis es una sustancia psicoactiva, genera alto grado de dependencia, y los peligros son muchos y graves, no sólo por la desestabilización en lo orgánico, sino por el riesgo cierto, y minimizado generalmente, de un pasaje rápido del "yo lo manejo" a instalar un cuadro adictivo. La adicción a la marihuana existe, y el tratamiento y rehabilitación es un camino de ripio, frente a la alternativa de una ruta de amplios carriles.
Como padres, el desafío es grande, tengamos en cuenta:
- Fundamental es la prevención desde que los hijos son pequeños, no desde el miedo. Recordemos que la prohibición genera el deseo, propiciemos la información sin tabúes, desde el sentido común, desde el diálogo.
- Tengamos en cuenta que la etimología de la palabra adicción proviene de "a dicere", lo que no se dice... Entonces, si circula la palabra en el seno de la familia aumentamos muchísimo las chances de prevenir situaciones adictivas.
- Alejandro Schujman es psicólogo especializado en familias. Director de Escuela para padres. Autor de Generación Ni-Ni, Es no porque yo lo digo y coautor de Padres a la obra.
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