Apenas baja un poco la temperatura. No es tanto. Pero los mocos, el resfrío y la gripe empiezan a levantar las primeras fiebres, agotan pañuelos y hasta "guardan" en cada a más de uno por algunos días. ¿Por qué? Si el frío todavía se hace esperar, ¿por qué nos enfermamos?
Es que la gripe y el frío no siempre van de la mano. Se trata de un mito popular extendido, pero cada vez más refutado por los estudios científicos. No, la gripe no está causada por el frío. La gripe, al igual que los resfriados, es una enfermedad infecciosa provocada por un virus. Y los virus llegan a nuestro organismo por contagio. Ese contagio puede darse tanto en verano como en invierno, aunque en invierno es mucho más probable.
El frío por sí mismo no es capaz de provocarnos gripe alguna. ¿Entonces, a qué se debe que la estación invernal coincida con los picos de gripe?
El otoño da las primeras alertas. Cuando empieza a bajar la temperatura, los países entran en la temporada de gripe. Se extreman las medidas por parte de las autoridades, se lanzan las campañas de prevención y arrancan las recomendaciones de cuidados y vacunas. Pero... ¿Por qué? Si la gripe se contagia por un virus y no por el frío... La respuesta tiene que ver con "la humedad". Según los investigadores y un sinfín de estudios sobre el tema, antes que cualquier otro factor, la correlación entre baja humedad durante los meses de frío y el repunte de los casos de gripe es casi perfecta. El aumento de infecciones es inversamente proporcional al descenso de la humedad absoluta.
El aire frío de los meses de invierno puede transportar menos vapor de agua antes de llegar al punto de rocío. Pese a que a través del cristal empañado de nuestra ventana parezca que el ambiente es más húmedo, a nivel absoluto no lo es. Cuando la humedad absoluta es alta, las partículas que segregamos (estornudos, toses) y que portan los virus de la gripe son grandes y pesadas, por lo que pasan menos tiempo en el aire. Caen al suelo. Cuando la humedad absoluta es baja, se dispersan, son más ligeras, y permanecen en el ambiente más tiempo. Mucho más tiempo. Resultado: somos más proclives a contagiarnos.
Pese a que las bajas temperaturas no van a provocar por sí mismas que nos enfriemos, sí pueden reducir nuestras defensas. O sea, hay que abrigarse
En cifras: cuando las temperaturas bajan de 5º C y la humedad se sitúa por debajo del 20%, es más probable que el virus se mantenga en el ambiente. Al contrario, es poco frecuente que los contagios se produzcan en condiciones de humedad superiores el 80%. Entonces: no se trata tanto del frío, sino de la humedad, pese a que ambos estén relacionados.
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