Que traeme la leche. Que quiero hacer pis. Que tapame, que destapame. Que contame un cuento más, uno más porfis, porfis. Que quiero dormir con vos. Que la última noche con vos. Que tengo frío. Que prendeme la luz que vienen los monstruos. Que no tengo sueño...
Las excusas que los chicos usan para esquivar la hora de dormir podrían ocupar toda esta nota y no alcanzarían las líneas para enumerarlas. Es una de las tareas más difíciles de enfrentar para los padres, sobre todo cuando la jornada ha sido agotadora y uno necesita descansar y tener un rato sin niños, sabiendo que rápidamente el despertador anunciará una nueva mañana y toda la agenda que el día supone. Llega un momento que empiezan los retos y las "amenazas": “dormite de una vez o Papá Noel no te va a traer regalos el año que viene”.
Para este problema de muchos llegó algo más que un consuelo: la buena noticia es que si se ta han agotado todos los métodos, desde los más contemplativos hasta los despiadados (como cerrar la puerta y dejarlos llorar hasta que gane el sueño), un libro regala la una fórmula que es un éxito en todo el mundo.
Se trata del libro "El conejito que quiere dormirse" (editorial Beascoa), de Carl-Johan Forssén Ehrlin, un científico conductual licenciado en Psicología que enseña comunicación en la Universidad de Suecia y es el creador de este best seller que vendió sólo en los Estados Unidos 29.000 copias en una semana, y se publicó en 20 países con un éxito arrollador, recomendado por pedagogos y terapeutas.
Como un mantra, el autor del libro utiliza muchas veces palabras relacionadas con el sueño y con la palabra dormir, y además sugiere entonaciones y hasta bostezos que los contagien hasta rendirlos
"El conejito no quiere dormirse" es el largo derrotero de un conejito llamado Carlitos que persigue el sueño por un bosque de la mano de su mamá, que lo va guiando, y en el camino se encuentra con diferentes personajes que lo ayudarán en su objetivo, como el Caracol Dormilón, la Lechuza de Ojos Adormilados o el Tío Bostezo.
En la historia no sucede nada importante, nada trascendental, nada por lo que haya que prestar atención: simplemente, el conejito no puede dormirse, pero lo intenta todo el tiempo una y otra vez.
El relato tiene muchos aciertos: es largo, no tiene aventura ni misterio, se repiten todo el tiempo las mismas frases, como “dormir, ahora”, “el sueño se apodera de él”, “duérmete, ya”. “déjate llevar por el sueño”, “te dormirás mientras te cuentan esta historia” y así.
Otras características a favor es que los dibujos no son especialmente atractivos, o sea no es un libro para mirar. Además, al comienzo incluye unas instrucciones para el momento de la lectura: por ejemplo, "cuando la letra está en negrita hay que enfatizar la frase", o bostezar cuando aparece la palabra “Carlitos”.
En varias partes del cuento al conejito lo acompaña alguien especial que también se quiere dormir, el hijo propio al que en ese momento se le lee el cuento. Es que la propuesta es incluir su nombre (Nico, Juan, Martín, Sofi, María, el que sea) mientras se lee.
También el autor aconseja que el chico permanezca acostado mientras le leemos y que no mire las ilustraciones. El propósito del libro es predisponer al chico para que a través de la historia comience a relajarse, lo ayuda a desestresarse, a tranquilizarse si viene algo alterado y, finalmente, a ir durmiéndose.
La experiencia de los padres es que también a ellos logra adormecerlos y que por lo general los pequeños no llegan despiertos al final. Pedagógico, ideal para bajar un cambio y sumergirse en el sueño de una manera amable y entretenida.
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