¿Por qué no soy más alto? En principio, la herencia genética parece ser un regalo de nuestros ancestros, un resultado de la fortuna o una jugada del destino. Hoy, el crecimiento en altura y madurez en las generaciones más jóvenes es evidente en muchos países. Un grupo de investigadores británicos cree haber descubierto la razón de este fenómeno.
La clave está en el receptor cerebral llamado MC3R. Así lo explica un estudio publicado en la revista Nature, desarrollado por investigadores de la Universidad de Cambridge, en colaboración con equipos de otras instituciones, como la Queen Mary University de Londres, la Universidad de Bristol, la Universidad de Michigan y la Universidad Vanderbilt.
“MC3R regula el momento de la maduración sexual, la tasa de crecimiento lineal y la acumulación de masa magra, que son todos procesos sensibles a la energía”, se explica en la investigación. Además, se aclara lo siguiente: “Los seres humanos que portan mutaciones con pérdida de función en MC3R tienen un inicio más tardío de la pubertad”.
Sin dudas, este hecho es revelador. Pero ¿cómo se descubrió? ¿cómo funciona exactamente? Y ¿cómo ha impactado a lo largo del tiempo? Te compartimos todos los detalles del hallazgo.
El desarrollo de la investigación
Medio millón de voluntarios en UK Biobank participaron en el estudio. Entre toda esta información genética, se reconocieron niños cuyo receptor estaba alterado por mutaciones genéticas. Dichos pacientes eran más bajos y pesaban menos que el resto de los menores examinados; demostrando así que el estado en que se encuentra ese receptor cerebral impacta desde temprana edad. Este mecanismo también se vio en ratones, lo que manifiesta la similitud del crecimiento de los animales con el de los humanos.
El crecimiento de la humanidad: ¿cómo funciona este mecanismo?
¿Acaso el ser humano tiene un tope para su altura? Hoy las personas mas altas del mundo se encuentran en los Países Bajos, donde nacen varones con una estatura esperada de 1,82, en promedio. El polo opuesto existe en Guatemala, con mujeres de 1,40.
Claro que nada de esto es estático. El incremento en altura se ha registrado en varias naciones alrededor del mundo. Por ejemplo, el Reino Unido tuvo un aumento de hasta 10 centímetros a lo largo del siglo XX y en China las mujeres y los hombres ganaron entre 11 y 10 centímetros. Casos extraordinarios son los de los hombres de Irán y las mujeres surcoreanas, que crecieron 20,2 y 16,5 centímetros respectivamente, en el siglo pasado.
Y es que ninguno de estos cambios son aleatorios. Corea del Sur fue testigo del cambio físico que su población ha tenido a medida que el país empezó a desarrollarse. Con mayor acceso a alimentos nutritivos, las generaciones empezaron a ganar altura. Caso distinto se reconoce en muchos lugares de África y el sur de Asia, donde la estatura no ha cambiado tanto en los últimos 100 años.
Mejor nutrición y salud conducen a que el MC3R funcione correctamente, lo que permite que la persona madure antes y alcance su mayor potencial genético; que depende de la altura heredada de sus padres y familiares. Además, las personas con mayor altura suelen vivir más y tienen menos probabilidades de padecer problemas cardíacos.
Tener una buena dieta y cuidar de la salud para crecer parece algo intuitivo, pero el funcionamiento concreto es el siguiente: cuando comemos se disparan señales que alcanzan una parte del cerebro llamada el hipotálamo, donde hay neuronas que controlan la reproducción y el crecimiento. De esta forma, se comunica al cuerpo el estado de salud y nutrición que se tiene, lo que contribuye en el crecimiento físico.
Otro factor a tener en cuenta es el MC4R: el receptor cerebral que regula el apetito. Tal como dice el estudio, se reconoce un “modelo bifurcado de detección de nutrientes”. En este el MC4R controla la adquisición y retención de calorías y el MC3R regula la disposición de calorías en crecimiento, masa magra y el momento de la maduración sexual.
¿Cuál es el aporte de este descubrimiento?
Según esta investigación, conocer el mecanismo de crecimiento es una pieza sustancial para el tratamiento de jóvenes con retrasos de crecimiento. El descubrimiento también beneficiaría a las personas con enfermedades crónicas que afectan su masa muscular.
Es evidente que los conocimientos que revela el estudio ayudaría al desarrollo de sustancias que atiendan estas necesidades. Así lo sugirió uno de los profesores, O’Rahilly, que expresó que investigaciones futuras podrían estudiar medicamentos que activan el MC3R, para que estos desvíen las calorías a los músculos, lo que mejoraría la funcionalidad física de los pacientes.