“No lo puedo creer, esto es una pesadilla. ¿Cómo arranco después de esto con la facultad, si me falta la parte más importante de la película? ¿Me voy a despedir de mis amigos con barbijo y codazo? El viaje lo hacemos en el 2021, la fiesta por Zoom, me quiero matar."
La pandemia se lleva puesta muchas cosas, esenciales, sensibles, de las capas más profundas de la existencia humana. Vidas (y esto es sin dudas lo más importante), ilusiones, proyectos, economías individuales y mundiales, modos de vida.
Egresados 2020, de la cuarentena al mundo adulto sin escalas. Y no es menor, no es sencillo, duele mucho, y tenemos que acompañar, pero para eso tenemos que entender.
Los egresados del año de la pandemia
La pandemia nos atraviesa de punta a punta y el 2020 es el año de la incertidumbre y de millones de vidas en pausa. Y también se carga los sueños e ilusiones de los adolescentes que terminan este año el último de los bastiones de las primeras etapas del vivir.
Egresados 2020, de la cuarentena al mundo adulto sin escalas. Y no es menor, no es sencillo, duele mucho, y tenemos que acompañar, pero para eso tenemos que entender
En los patios de los colegios los primeros días de clase los "más grandes" son el punto de llegada, los más peques miran con anhelo y admiración a los egresados y egresadas, son los que están a punto de pasar al mundo adulto, los más experimentados, los que van a festejar, los que mejor la pasan, ellos llegaron.
El último año es tiempo de cerrar etapas, de animarse al próximo paso, tiempo de crecer. Emociones encontradas, alegría, mucho pero mucho miedo, tristeza
Y para anestesiar esta tristeza es que se implementan todos los raros rituales nuevos. Tiempo de elaborar, tiempo de ambivalencia y duelo. En el último año los contenidos académicos pasan particularmente a un segundo plano. Lo importante, lo crucial (y para lo que las camadas se preparan ) son los hitos de finalización.
Fiestas y viaje de egresados, delantales y buzos garabateados (tesoros que quedan para toda la vida), fogones, cartas de los padres con los buenos augurios y la invitación a volar.
Mi posición (clara y contundente) respecto de la desnaturalización de los festejos sostenidos en rituales peligrosos y tóxicos (UUD; UPD) sigue siendo la misma. Pero no es esta nota para hablar de este punto, de ello ya he hablado mucho.
Esta nota es para hablar de cómo acompañar a nuestros chicos en esta parada brava, dura, terrible para ellos.
En tiempos normales los adultos estamos abocados a que los egresados regulen la intensidad de sus festejos. Año de sueños, montaña rusa emocional. Pero en este año, nada de eso pasa. La pandemia cambio todos los planes.
Todos los estudiantes de los distintos niveles ven su vida cambiada por las aulas virtuales y la convivencia 24x7 con sus padres. Y es difícil.
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No hay patios, o mejor dicho, están tan desiertos como las aulas. Solo monitores habitados por intentos de continuar con el ciclo lectivo. Hay mucha bronca, tristeza, perplejidad.
Hay chicos y chicas que sienten que "les han cortado las piernas" (parafraseando a Maradona en el mundial 1986). Están haciendo un curso acelerado de frustración, justo ellos que tienen un umbral tan bajo (responsabilidad de los padres por supuesto). Y lo sufren, no lo pueden creer.
Como la final suspendida de Boca-River en la Copa Libertadores 2018, como Japón con los Juegos Olímpicos 2020, no pueden creer que la pandemia les haya tocado "justo a ellos". En los eventos deportivos hubo y habrá revancha, y en la vida de estos jóvenes también de una u otra manera.
Claro que la tendrán, más tarde, más temprano, la tendrán.
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Balconear el sufrimiento
Conversando con mi amiga Silvina, directora de un colegio de la Ciudad de Buenos Aires, me decía que ellos están acompañando a los chicos y chicas egresados de la camada 2020 de todas las forma posibles, y una en particular que me pareció una hermosa manera de ayudarlos a gestionar el momento que viven.
Están ayudándolos a balconear, impulsándolos a lanzarse a proyectos solidarios. Verbo de tiempos de pandemia, balconear es salir del propio ombligo, asomarse y ver qué pasa más allá del pequeño mundo de cada uno, mirar qué le pasa al prójimo, ver qué sucede fuera del límite de nuestra intimidad. Ejercer el maravilloso, necesario y a menudo en extinción don de la empatía.
Los chicos habitualmente están acostumbrados a participar virtual y presencialmente en distintos proyectos solidarios, pero este año el foco se ha puesto ahí, y lo bien que les hace.
A través de participar en estos proyectos, su energía y su mente salen de todo lo que pierden a causa de la pandemia en este año de egreso y se conectan con chicos y chicas que vienen sufriendo desde hace mucho, no por el coronavirus sino por este mundo desigual e injusto.
Eso les permite tomar distancia del sufrimiento, poner la energía en modo productivo y esto ayuda, claro que ayuda. Nuestros hijos tendrán que sufrir en este tiempo y tendremos que acompañar.
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¿Podremos quitarles el sufrimiento? Claro que no. ¿Podremos evitar que esto suceda? Por supuesto que no, ¿Podremos remediar este malestar con compensaciones varias? No, y sugiero a los padres que si esto está en los planes, lo desestimen, poco bien les haríamos.
Nuestros hijos tendrán que sufrir en este tiempo y tendremos que acompañar
Ya bastante han trabajado los padres en estos últimos años para que los hijos no atraviesen los avatares del sufrir, es tiempo de hacer algo distinto.
No debemos taparles los agujeros, en la vida se sufre, esta quizás sea en muchos casos la primera situación objetiva de contrariedad real y compleja que viven y podrán con ella.
Los egresados 2020 irán encontrando otras maneras de despedirse, otros rituales posibles en estos tiempos, tendrán alguna revancha quizás, pero esta lluvia nos moja a todos, y a nuestros hijos también
Podrán vivir con ello, y tendrán muchos años para poder aplicar las herramientas aprendidas y aprehendidas.
Caja de herramientas
Hay muchas cosas que NO debemos hacer pero otras que son menester, necesarias y absolutamente posibles.
Digo una vez más, los hijos no nos escuchan todo el tiempo pero no dejan de mirarnos
Y en esta instancia, para egresados y no egresados, será muy bienvenido mostrarles cierto optimismo y proactividad más allá de las contrariedades que a cada familia la pandemia y cuarentena les genere.
- "Balconear" también los padres generando recursos solidarios para paliar la crisis.
- Sumarse los que tienen un poco más para que de alguna manera los más golpeados la pasen un poquito mejor en distintos (que hay muchos afortunadamente) proyectos solidarios.
- Soportar las emociones encontradas que necesariamente tendrán los chicos y acompañar al menos desde el silencio empático cuando no hay nada que podamos decir.
- Sostener la convicción, y esto es clave, de que cuando puedan encontrarse y festejar la reparación de alguna u otra forma llegará. Ellos también tendrán su revancha.
- Tenemos en estos tiempos un "exceso de realidad", estamos sobre informados, todos somos "un poco epidemiólogos" pero además de la pandemia otras cosas siguen pasando, las vidas siguen más allá y más acá del coronavirus.
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Habiliten los padres accesos al mundo de la fantasía. Armar historias, jugar con los hijos, proponer actividades lúdicas a riesgo de que los hijos no acepten, pero podremos llevarnos más de una sorpresa agradable.
Buscar actividades para hacer en la casa, fomentar las redes desde la creatividad. Un padre de un adolescente, DJ en su juventud, organizó junto a su hijo una balconeada con Zoom para amigos de sus hijos y volvió a su viejo trabajo. En tiempos de crisis, la creatividad, y animarse a ella, vale oro
La ultima mochila que les armaremos
En mi último libro "No huyo solo vuelo, el arte de soltar a los hijos" de prontísima aparición, digo: "Los padres preparamos varias mochilas a lo largo del camino de la crianza. La que nuestros hijos deben llevar al jardín de infantes, la de la escuela primaria, la de la colonia de vacaciones, ese invento cruel pero necesario en las grandes ciudades, la que llevan a la casa de sus amiguitos cuando van a pasar la noche allí o hay una pijamada, la de las vacaciones, la de ir a la casa de los abuelos...
Mochilas para vivir, mochilas para crecer, mochilas para salir al mundo del afuera. Pero llega el momento, aunque ya sean grandes que deberemos seleccionar amorosa y responsablemente qué poner en la última mochila que les armaremos. Tomemos lápiz y papel, y acomodemos en ella:
- Umbral de frustración, cantidad suficiente.
- Sentido de la responsabilidad, el que precisen.
- Capacidad de decisión, toda la que podamos darles.
- Sueños, ilusiones y ansias en lo porvenir.
- Todo nuestro amor. Como GPS de sus vidas, los padres debemos ser certeros en gestionarles el camino para que puedan comenzar a ser sus propios garantes.
Es tiempo de volar, tiempo de animarse a soñar, de desafiar los miedos, los propios y los nuestros también, porque crecer asusta
Y en estos tiempos difíciles, con mucho más razón, debemos acompañar y ayudarlos a transitar el momento de dar al salto para volar entendiendo que crecer es difícil, y que lo ideal y lo posible a veces, como en este 2020, quedan muy lejos uno de otro.
Ni más, ni menos, difícil pero no imposible…
- Alejandro Schujman es psicólogo especializado en familias. Autor de Generación Ni-Ni, Es no porque yo lo digo y Herramientas para
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