Pasan los años y la libido se desplaza. Se corre. Casi desaparece. La pareja se vuelve prolija, adecuada, esforzada en sostener el grupo familiar. Los encuentros son a las corridas, en el desayuno, y al final del día, con besito en la mejilla o quizás en la punta de los labios. Sonrisas tiernas, temas de los hijos, abrazo fraterno, como distrayéndose de la complicidad que ya no tienen.
Hay amor, buen trato, sostén. Compañerismo y compañía. ¿Y el sexo? ¿Qué pasa cuando el momento del sexo se hace presente y busca su espacio y su lugar? No es fácil sostener alta la libido cuando los años y la rutina van llenando la pareja de gente, responsabilidades, problemas y demás. Con el tiempo, el deseo se inhibe, el sexo se resiste, los encuentros se vuelven más fraternos y menos eróticos. Pero... No es el destino final. Se puede resetear y disfrutar de nuevo, de otra forma, y reencontrarse profunda y satisfactoriamente con el otro y con el placer persona.
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Cómo modificar códigos y hábitos eróticos tras años de pareja
Si hay amor, si la pareja está viva y feliz en otras áreas del vínculo, vale la pena trabajar por devolverle la sexualidad. Una sexualidad distinta, claro, de otra etapa, pero absolutamente plena. Lo importante es resetear.
Si el deseo está afectado, se apagan todas formas de acercamiento a la idea placentera de la sexualidad, con lo cual ésta se vuelve anodina, indiferente, y se reduce a una actividad tolerada en función de cierto saber que indica que corresponde en una pareja cumplir con esa tarea para mantener el vínculo.
Si pasaron los años y el deseo escasea, se reduce o se endurece, vale la pena atreverse a buscarlo, ponerle voluntad y apostar al merecido ejercicio de estimularlo
Es claro que, además de los atavismos que la condicionan, la sexualidad está también afectada por ciertos aspectos de la vida cotidiana: la rutina, las dificultades de construir intimidad, los pudores, el cansancio, el desgano, el estrés, el aburrimiento, y varios etcéteras más.
¿Ponerle esfuerzo al deseo y la sexualidad? ¡Sí, claro!
Lo notable es que a cualquier otra zona de nuestra realidad la acompañamos con recursos compensatorios cuando estos aspectos la atraviesan: por ejemplo, si no tenemos ganas de ir a trabajar contamos con la responsabilidad y el compromiso; si estamos agotados de nuestros hijos, nos apoyamos en la voluntad propia de nuestra función paterna y materna; si no tenemos energías para estudiar apelamos al esfuerzo y hasta el sacrificio, valorando estos recursos en función del resultado.
En cambio, a la sexualidad le negamos por decreto cualquiera de estas expresiones, ya que la esperamos, -siempre- espontánea, instintiva, natural y deseante. Y no es así:
- La mayoría de nosotros nos encuadramos en un esquema erótico estable, sobre la base del cual desplegamos la mecánica del cortejo y sus rituales, habilitamos nuestra entrega al otro y estimulamos nuestro deseo sexual. Este esquema de códigos y hábitos eróticos está construido sobre aprendizajes tempranos, mandatos, prohibiciones sociales y culturales y modelos de referencia incorporados.
- Confiamos en nuestros registros y, por lo tanto, deseamos siempre de la misma manera y, resguardados en esa creencia, inhibimos la posibilidad de enterarnos de otras posibilidades de nuestro erotismo.
- Transitamos el acto sexual pretendiendo encuadrarlo en las pautas y características de comunicación para las que estamos formados y adiestrados y restringimos el territorio de nuestro cuerpo erótico a un formato cristalizado.
- Muchas parejas establecen un contrato vincular fundacional que para nada se apoya en lo sexual. Los puntos que los unen en la decisión de armar una pareja juntos son fundamentalmente el hecho de encontrarse para construir juntos una estructura familiar tal y como la sociedad espera de ellos.
A la sexualidad le negamos por decreto cualquier esfuerzo, ya que la esperamos siempre espontánea, instintiva, natural y deseante. Y no es así
Cómo modificar códigos y hábitos eróticos
Si pasaron los años y el deseo escasea, se reduce o se endurece, vale la pena atreverse a buscarlo, ponerle voluntad y apostar al merecido ejercicio de estimularlo.
- Incluí la imaginación como aspecto de altísimo valor. Con ella ampliamos nuestra capacidad de desplegar la línea del deseo y podemos desatarlo de los condicionamientos que padece. Allí el deseo se expande y juega con valores de lo posible, algo que no se permitiría en el territorio de la realidad.
- La sexualidad tiene de maravillosa que, si la despertamos, rápidamente responde, y en su respuesta retorna el deseo.
- Es importante decidirse a romper los esquemas, desafiar prejuicios, y proponerse el desafío de disfrutar de nuestro cuerpo con la misma energía y esfuerzo que le ponemos a otras cosas. Dejar de exigir que sea "natural", mágico, como si tuviéramos 20 años y las hormonas on fire, es el punto de partida. De hecho, es probable que la pases mucho mejor con 40 o 50 años que en plena juventud.
Fuente: Adriana Arias, psicóloga, psicodramatista, sexóloga especializada en erótica femenina. Autora de los libros "Locas y Fuertes" y "Bichos y Bichas del Cortejo".
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