La incontinencia urinaria (UI) según la Internacional Continense Society (ICS) es la pérdida involuntaria de orina objetivamente demostrable, que origina un problema social o higiénico. Tiene más prevalencia en mujeres y su incidencia aumenta con la edad.
La IU es una disfunción que se presenta tanto en personas sanas así como asociada a diferentes enfermedades y responde a etiologías diversas. Si bien afecta la calidad de vida, el sueño y el descanso, la movilidad, el comportamiento emocional, la interacción social y las actividades de ocio, solo una pequeña proporción de mujeres buscan ayuda médica.
Los estudios epidemiológicos sobre prevalencia de orina en la población general muestran que es un problema más frecuente en mujeres y su incidencia aumenta con la edad, el pico de máxima frecuencia se sitúa entre los 50 y 60 años.
Los tipos más comunes son la incontinencia de orina de esfuerzo, es decir, la pérdida de orina coincidente con un aumento de la presión abdominal desencadenada por la actividad física (toser, reír, correr, andar); y la incontinencia de orina de urgencia que es la pérdida involuntaria de orina precedida o asociada a un fuerte deseo de orinar. La asociación de ambas se denomina incontinencia de orina mixta.
Entre las causas existen distintos factores de riesgo, como el embarazo y parto, prolapso de órganos pélvicos, obesidad, cardiopatía e hipertensión en tratamiento con diuréticos, enfermedades del sistema nervioso central (Parkinson, ACV, esclerosis múltiple), enfermedades músculo esqueléticas que supongan disminución de la movilidad, demencia y factores ocupacionales (trabajos que suponen grandes esfuerzos físicos, deportes de impacto).
Para diagnosticarla existen procedimientos básicos que incluyen la historia clínica, los factores de riesgo, un diario miccional, un cuestionario de síntomas y calidad de vida, y la exploración física; y procedimientos específicos con estudios urodinámicos y técnicas de imágenes para poder desenmascarar el tipo de IU.
El principal objetivo del tratamiento es mejorar la calidad de vida de las pacientes. Hay que encontrar uno apropiado acorde a cada mujer. Esa mejoría se produce solo con una disminución de la severidad de los síntomas. Para eso, es fundamental conocer el tipo de incontinencia que se padece para elegir el tratamiento adecuado. Existen abordajes farmacológicos y de reeducación de los hábitos miccionales como también tratamientos quirúrgicos.
Dr. Alejandro Polaino (MN129050), departamento de Ginecología de Halitus Instituto Médico