Los últimos datos relevados sobre la prevalencia del tabaquismo evidencian que la epidemia ha disminuido en los últimos 8 años, tanto en la población joven (13 a 15 años) como adulta (18 años y más).
Sin embargo los números siguen siendo escalofriantes. En Argentina, se producen 40.000 muertes al año por consumo de tabaco. Según la última Encuesta Nacional de Factores de Riesgo realizada indica que 1 de cada 4 personas fuma (el 25,1% de la población) y que el 36,3% está expuesto habitualmente al humo de tabaco ajeno.
Por eso, si se aplicaran las políticas reconocidas por la comunidad internacional en el Convenio Marco para el Control del Tabaco de la Organización Mundial de la Salud (que Argentina no ha ratificado), la prevalencia de su consumo podría bajar alrededor de un 40% en los próximos 30 años.
Esto representa aproximadamente 16.000 vidas salvadas anualmente.
¿Cómo impacta el tabaquismo en el organismo?
Para comenzar, la Dra. Adriana Angel, médica cardióloga miembro de la Fundación Cardiológica Argentina nos recuerda que el tabaquismo es fundamentalmente un problema social y el principal problema de salud pública, causa de enfermedad y de muerte prematura prevenible.
“Es una enfermedad adictiva crónica donde la nicotina es la sustancia responsable de la adicción ya que tiene las características de una droga. Esto significa que es capaz de generar dependencia física y psicológica, y, cuando no se consume, se manifiesta por la aparición de síntomas de síndrome de abstinencia” nos dicen desde la FCA.
El humo de tabaco contiene más de 5.000 sustancias químicas detectadas, de las cuales más de 40 son cancerígenas.
La forma más común de consumo es el cigarrillo aunque existen otras como “bidis”, puro, tabaco masticado, etc.
¿Cuáles son los riesgos del consumo de tabaco para la salud?
Los riesgos para la salud se derivan del consumo directo y de la exposición al humo de tabaco de segunda mano, siendo responsable de que casi 6 millones de personas mueran cada año en el mundo.
El tabaquismo es un factor de riesgo conductual asociado a la enfermedad cardiovascular, al infarto de miocardio, el accidente cerebrovascular, la muerte súbita, y la enfermedad vascular periférica.
Proteger a fumadores y no fumadores exige intervenir en distintos ámbitos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) plantea estrategias que tienen como meta alcanzar la reducción del 30% de la prevalencia de consumo actual de tabaco en las personas de 15 o más años, para lograr reducir un 25% la mortalidad por enfermedad no transmisible para el año 2025.
Dejar de fumar es posible
Existen varios tratamientos que pueden ayudar a vencer la adicción y reducir los síntomas de abstinencia. El mejor tratamiento dependerá de las preferencias personales, la edad, si está embarazada o amamantando, y/o cualquier problema médico que se presente.
Algunos tratamientos son:
1 - Terapia de reemplazo de nicotina (TRN)
Este tratamiento consiste en un medicamento que proporciona un bajo nivel de nicotina, sin el alquitrán, el monóxido de carbono y otros productos químicos tóxicos presentes en el humo del tabaco. Puede ayudar a reducir los efectos de abstinencia desagradables, tales como el mal humor y la ansiedad, que pueden ocurrir cuando se deja de fumar.
La TRN se puede adquirir en farmacias y es de venta libre. No obstante, siempre es aconsejable realizarla bajo el control de un profesional. Se encuentra disponible como parches para la piel, chicles, comprimidos o inhaladores (que se parecen a los cigarrillos de plástico pero no están en nuestro país).
No hay evidencia de que cualquier tipo único de TRN es más eficaz que otra, aunque el uso de una combinación de TRN con otros fármacos específicos es más eficaz que el uso de un solo producto. El tratamiento suele durar 8 a 12 semanas.
La mayoría de las personas puede usar este tratamiento, incluyendo adultos y niños mayores de 12 años de edad (aunque los niños menores de 18 años no deben usar las pastillas sin obtener consejo médico primero); mujeres embarazadas (el médico puede sugerirlo si piensa que ayudaría a dejar de fumar); mujeres que amamantan (el médico puede aconsejar cómo hacer esto de manera segura); personas con problemas renales o hepáticos, o que recientemente han tenido un ataque al corazón o accidente cerebrovascular (en todos los casos con consejo médico previo).
2 - Vareniclina
La vareniclina es un medicamento que funciona de dos maneras: reduce la ansiedad por la nicotina, y bloquea los efectos gratificantes y de refuerzo del hábito de fumar. La evidencia sugiere que es el medicamento más eficaz para ayudar a las personas a dejar de fumar.
La vareniclina sólo se encuentra disponible con receta médica. Se recomienda comenzar a tomar una semana o dos antes de intentar dejar de fumar. Un ciclo de tratamiento por lo general dura alrededor de 12 semanas, pero se puede continuar durante más tiempo si es necesario.
La vareniclina es seguro para la mayoría de la gente, aunque hay algunas situaciones en las que no es recomendable, como por ejemplo para niños menores de 18 años de edad, mujeres embarazadas o en lactancia, personas con problemas graves de riñón.
3 - Bupropión
El bupropión es un medicamento utilizado originalmente para tratar la depresión, pero desde entonces también se ha usado para ayudar a las personas a dejar de fumar. Aún no está del todo claro cómo funciona, pero se cree que tiene un efecto sobre las partes del cerebro implicadas en la conducta adictiva.
Solo se encuentra disponible con prescripción médica. Se recomienda comenzar a tomar una semana o dos antes de intentar dejar de fumar. Un ciclo de tratamiento dura generalmente alrededor de 7 a 9 semanas.
El bupropión es seguro, aunque hay algunas situaciones en las que no es recomendable; como por ejemplo en niños menores de 18 años de edad, mujeres embarazadas o en lactancia, personas con epilepsia, trastorno bipolar o trastornos de la alimentación.
4 - E-cigarrillos (aún en evaluación)
Un cigarrillo electrónico es un dispositivo que proporciona la nicotina en un vapor. Esto permite inhalarla sin la mayor parte de los efectos nocivos del tabaco, ya que el vapor no contiene alquitrán. La investigación ha encontrado que los cigarrillos electrónicos pueden ayudar a dejar de fumar, por lo que es posible que se pueda usar en lugar de los medicamentos antes mencionados.
Todavía es bastante nuevo, aún no está claro exactamente qué tan seguro es a largo plazo aunque la evidencia actual sugiere que los riesgos son menores a fumar cigarrillos. Podría utilizarse en situaciones excepcionales, aunque en Argentina aún no está autorizado por el ANMAT.
Más allá de este último método descripto, la Fundación Cardiológica Argentina nos recuerda que ”la investigación ha demostrado que todos estos métodos pueden ser eficaces. Sin embargo, lo son aún más si se utilizan junto con el apoyo de un profesional experto en tratamientos para dejar de fumar”.