Cuando el hígado ha sufrido alguna lesión o enfermedad y ha generado una cicatrización para reparar el daño, hablamos de cirrosis. Es una condición médica en la que el tejido sano del hígado está afectado y no funciona correctamente. Para entender mejor esta condición y cómo prevenirla y tratarla, te contamos qué es la cirrosis, cómo se adquiere la enfermedad y cuáles son sus síntomas.
Los investigadores calculan que aproximadamente 1 de cada 400 adultos tiene cirrosis. La cirrosis es más común en adultos de 45 a 54 años de edad, franja en que la prevalencia aumenta a 1 de cada 200 adultos. El porcentaje puede ser mayor porque muchas personas que tienen cirrosis no son diagnosticadas.
Qué es la cirrosis: cuando el hígado enferma
Cada vez que el hígado sufre una lesión, ya sea por enfermedad, consumo excesivo de alcohol u otra causa, intenta repararse a sí mismo. En el proceso, se forma un tejido de cicatrización en el que el tejido cicatricial reemplaza el tejido sano del hígado, evitando que funcione normalmente. A medida que la cirrosis empeora, el hígado empieza a fallar.
La cirrosis es una etapa tardía de la cicatrización (fibrosis) del hígado producto de muchas formas de enfermedades hepáticas, como la hepatitis y el alcoholismo crónico. Esos tejidos de cicatrización hacen que el hígado funcione con dificultad. Llegada a esta etapa, la enfermedad es potencialmente mortal.
Por lo general, el daño al hígado causado por la cirrosis no puede revertirse. Pero si la cirrosis hepática se diagnostica de manera temprana y se trata la causa, se puede limitar el avance del daño.
Qué es la cirrosis: síntomas y causas
La cirrosis tiene muchos signos de alerta que pueden dar indicions de la enfermedad, como fatiga y picazón severa en la piel. Pero es posible que estos síntomas de la cirrosis no aparezcan hasta que el hígado esté muy dañado.
Las señales de alerta temprana pueden incluir:
- Sentirse cansado o débil.
- Poco apetito.
- Perder peso sin intentarlo.
- Náuseas y vómito.
- Dolor leve o molestia en la parte superior derecha del abdomen.
A medida que la función hepática empeora, pueden aparecer otros síntomas:
- Moretones y hemorragias que ocurren fácilmente.
- Confusión, dificultad para pensar, pérdida de memoria.
- Cambios de personalidad.
- Trastornos del sueño.
- Hinchazón en la parte inferior de las piernas, tobillos o pies.
- Hinchazón por acumulación de líquido en el abdomen.
- Picazón severa en la piel.
- Oscurecimiento del color de la orina.
- Tinte amarillento en la parte blanca de los ojos y en la piel (ictericia).
Causas de la cirrosis
Las causas de la cirrosis incluyen la enfermedad hepática alcohólica, la enfermedad del hígado graso no alcohólico, hepatitis C crónica y hepatitis B crónica.
Las personas con ciertas afecciones de salud tienen más probabilidad de desarrollar cirrosis. También, quienes han abusado del alcohol durante mucho tiempo, tienen diabetes tipo 2, son hombres y tienen más de 50 años.
¿Cómo prevenir la cirrosis? Expertos de la Clínica Mayo recomiendan estas medidas para reducir tu riesgo de padecer cirrosis, cuidando el hígado:
- No bebas alcohol si tienes cirrosis. Si tienes una enfermedad hepática, debes evitar el alcohol.
- Mantén una alimentación sana. Elige una dieta basada en vegetales, con abundantes frutas y verduras. Selecciona granos integrales y fuentes de proteínas magras. Reduce la cantidad de grasas y comidas fritas.
- Mantén un peso saludable. Una cantidad excesiva de grasas en el cuerpo puede dañar tu estómago. Consulta con tu médico sobre un plan para perder peso si eres obeso o tienes sobrepeso.
- Reduce el riesgo de hepatitis. Compartir agujas y tener relaciones sexuales sin protección puede aumentar el riesgo de hepatitis B y C. Pregúntale a tu médico por las vacunas contra la hepatitis.
Diagnóstico de la cirrosis
Los médicos no tienen tratamientos específicos que puedan curar la cirrosis. Sin embargo, pueden tratar muchas de las enfermedades que causan la cirrosis.
El tratamiento de las causas subyacentes de la cirrosis puede evitar que la cirrosis empeore y puede ayudar a prevenir la insuficiencia hepática.
Tratamiento de la cirrosis
Los médicos no tienen tratamientos específicos que puedan curar la cirrosis. Sin embargo, pueden tratar muchas de las enfermedades que causan la cirrosis. El tratamiento de las causas subyacentes de la cirrosis puede evitar que la cirrosis empeore y puede ayudar a prevenir la insuficiencia hepática.
Alimentación, dieta y nutrición
Si una persona tiene cirrosis, debe comer una dieta saludable y bien balanceada. La persona debe hablar con un médico, un dietista o nutricionista sobre la alimentación saludable. La persona debe evitar los alimentos y bebidas que pueden dañar el hígado, como los mariscos y el alcohol.
Si una persona tiene cirrosis, debe evitar comer mariscos, pescados y carnes crudos o poco cocidos. Las bacterias o virus de estos alimentos pueden causar infecciones graves en las personas que tienen cirrosis.
El médico puede recomendar limitar la sal en la dieta y limitar el consumo de grasas o proteínas.
Los remedios caseros para la cirrosis en general no tiene respaldo científico. Si bien se ha probado con el uso de ciertos suplementos herbales, como el cardo mariano, no hay evidencias que sugieran que estos suplementos u otras terapias alternativas puedan tratar la cirrosis eficazmente. Y algo peor: existe la probabilidad de que los suplementos herbales provoquen daños en el hígado. Los médicos recomiendan evitar cualquier suplemento herbal.
Los pacientes con cirrosis no pueden consumir nada de alcohol. Deben evitarlo por completo.
Complicaciones de la cirrosis
A medida que el hígado va fallando, se pueden desarrollar complicaciones. En algunas personas, las complicaciones pueden ser el primer signo de la enfermedad. Las complicaciones de la cirrosis pueden incluir lo siguiente:
- Hipertensión portal: es la complicación grave más común de la cirrosis. Ocurre cuando el tejido cicatricial bloquea parcialmente y retarda el flujo normal de sangre a través del hígado, lo cual causa presión arterial alta en la vena porta. Este cuadro puede generar lo que se conoce como venas agrandadas o várices en el esófago, el estómago o los intestinos, lo cual puede causar hemorragia interna si las venas se revientan.
Cáncer de hígado: la cirrosis aumenta la posibilidad de contraer cáncer de hígado. La mayoría de las personas que desarrollan cáncer de hígado ya tienen cirrosis.
- Hinchazón en las piernas, tobillos o pies.
- Acumulación de líquido en el abdomen o ascitis.
- Confusión o dificultad para pensar causadas por la acumulación de toxinas en el cerebro.
- Infecciones.
- La cirrosis aumenta la probabilidad de contraer infecciones bacterianas, como infecciones urinarias y neumonía.
- Insuficiencia hepática: ocurre cuando el hígado está muy dañado y deja de funcionar. Puede requerir un trasplante de hígado.
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