Mujeres en el sector salud: avances y deudas de un camino con grandes desafíos

La feminización en el sector salud es una tendencia que crece en todo el mundo. Sin embargo, hacen falta importantes cambios para que su participación sea en condiciones de igualdad con el varón.

El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Argentina presentó el 4 de abril la publicación “Género en el sector salud: feminización y brechas laborales”. El documento recoge las experiencias y estadísticas de distintos países y alumbra una realidad argentina que es clave revertir.

Los datos de nuestro país fueron presentados por distintos representantes del Ministerio de Salud: María del Carmen Cadile, Coordinadora del Observatorio Federal de Recursos Humanos en Salud (OFERHUS), Débora Yanco, referente de Recursos Humanos y el Jefe de Trasplante Cardíaco y Pulmonar de la Fundación Favaloro, Alejandro Bertolotti.

Es interesante destacar que, con el correr de los años, en el sector salud se observó una feminización de los recursos, una transformación anclada en tres puntos:

  • El sector salud experimentó un cambio significativo en la naturaleza de su feminización en las últimas décadas: desde una presencia mayoritaria de mujeres entre sus técnicos y operativos, a una presencia también mayoritaria entre sus profesionales.
  • La feminización profesionalizada fue impulsada por el aumento de mujeres médicas: mientras que, en 1980, las mujeres representaban el 20,1% de las y los médicos, en el 2016 alcanzaban el 46,3% y el 51,9% en edad activa.
  • Actualmente, las mujeres son mayoría en el total de estudiantes de las carreras de medicina en el país, un fenómeno que se expande, sin excepciones, en todas las principales universidades y se manifiesta en todas las instancias del ciclo universitario.

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Más mujeres, menos remuneración

Ahora bien, la feminización profesionalizada en el sector salud, ¿se tradujo en una mejora en las condiciones laborales de las trabajadoras? Para contestar esta pregunta debemos analizar las características sociodemográficas y la composición ocupacional de las y los trabajadores de la salud, identificar brechas de género en la inserción y condiciones laborales, la trayectoria y la magnitud de la feminización profesionalizada y explorar si ésta se manifiesta en mejoras en términos de igualdad.

Además, hay que analizar las transformaciones en la distribución de mujeres y varones médicos en las últimas décadas, identificar brechas en las especialidades y en el acceso a cargos jerárquicos y mostrar la feminización consolidada de la población estudiantil a nivel nacional y subnacional.

Algunos datos sobre la mujer en el sector salud: 

  • La mayoría de las trabajadoras de la salud tienen al menos un/a hijo/a. La proporción de mujeres de la salud con hijas/os presentan una diferencia importante respecto a la proporción de mujeres unidas o casadas.
  • La feminización de los puestos profesionales no condujo a avances importantes en la paridad del ingreso. La brecha de ingresos mensuales de la ocupación principal entre las y los profesionales del total del sector alcanzaba al 19,6% en el 2016, y no se identifica una reducción de la misma en los últimos años. Entre las y los técnicos y operativos la brecha era del 12,3%.
  • La menor brecha entre las y los técnicos y operativos se vincula con una mayor proporción de trabajadores asalariados respecto a las y los profesionales del sector, quiénes en su mayoría son trabajadoras/es autónomas/os. En este contexto, los convenios colectivos que regulan las condiciones laborales de las y los asalariados registrados han posibilitado una mayor homogeneidad en las horas trabajadas a través del establecimiento de pautas relativamente uniformes sobre la dedicación horaria, y la provisión de derechos básicos vinculados a la maternidad y el cuidado.
  • A pesar del incremento de la participación laboral de las mujeres en ocupaciones profesionales en el sector salud, son las mujeres la que mayoritariamente continúan como responsables principales de la organización del hogar y el cuidado. La cantidad de horas diarias invertidas por las trabajadoras del sector en el cuidado y organización de sus hogares (incluyendo tiempos de traslado) es un 60% más que sus contrapartes varones: mientras las mujeres dedican 4,8hs diarias, los varones dedican 3hs.

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  • Se produjeron ciertos avances en el acceso a puestos de decisión. Los logros educativos de las mujeres de la salud y la mayor antigüedad en los puestos facilitaron estos avances. Sin embargo, la segregación vertical continúa y no se ha alcanzado aún una situación de paridad.
  • Entre las y los médicos, las brechas son especialmente marcadas. Las mujeres tienen una menor representación en instituciones hospitalarias, ministerios, asociaciones profesionales e incluso el ámbito académico. Los datos de la provincia de Buenos Aires muestran la amplitud de las brechas: las mujeres ocupan sólo el 25% de las direcciones ejecutivas en las instituciones hospitalarias. Es decir, menos de 3 de cada 10 cargos.

Cómo achicar la brecha salarial

Antes estas situaciones, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) propone recomendaciones y políticas de recursos humanos en la salud para reducir de forma más efectiva y acelerada las brechas de género persistentes en el país. Algunas de ellas son:

  • Incorporar una perspectiva de género en las negociaciones colectivas del sector. Esta iniciativa afectaría la regulación de las relaciones de trabajo, en especial entre las y los médicos, que se establecieron previamente a la feminización de la profesión, a través de la contemplación en las normativas de demandas ajustadas a la nueva composición sectorial.
  • Residencias: incorporar la posibilidad de extender el período formativo. Según el PNUD, las políticas de formación de especialistas deberían adecuarse para facilitar la terminalidad de los procesos educativos de posgrado y el cumplimiento de los requisitos académicos. Por ello se sugiere la posibilidad de extender el período formativo en casos de licencias por maternidad y embarazo. No sólo es una manera de preservar los derechos de las mujeres, sino también una iniciativa para formar profesionales de calidad en pos de la salud de la población.
  • Articular políticas a nivel nacional, subnacional y local: la implementación efectiva de los cambios en el reglamento de residencias y la inclusión de la perspectiva de género en iniciativas y políticas específicas en hospitales y organizaciones de salud de los distintos niveles de atención tiende a adquirir un cariz local. Se enfatiza también la importancia de consolidar a nivel federal las carreras sanitarias, como eje para el ingreso y la promoción democrática y transparente dentro del sistema de salud.

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  • Mejorar la información sobre recursos humanos en salud: la busqueda de datos realizada para este estudio pone de manifiesto la escasez de evidencia sobre las condiciones de trabajo y género en el sector salud. La inclusión del tema en los Observatorios de Recursos Humanos de Salud y el fortalecimiento de los registros comunes de profesionales consolidan un punto de partida para un análisis más profundo y para afianzar la información a nivel federal y sectorial.
  • Crear y visibilizar observatorios de género: introducir espacios para trabajar y debatir sobre las desigualdades de género, que involucren en forma conjunta a estudiantes y docentes, y que aborden el currículo oculto institucional. Ello implica pensar el ejercicio de la autoridad de las y los médicos, las reglas que rigen su relación con las y los residentes, las actividades de aprendizaje, las medidas disciplinarias y los sistemas de seguimiento de forma tal que se promuevan actitudes vinculadas con la tolerancia a la diversidad. Asimismo, se sugiere generar la infraestructura y los procesos necesarios para que estos espacios sean un lugar de referencia para la denuncia de situaciones de discriminación.

Son muchos los desafíos para alcanzar una mayor igualdad en las condiciones de trabajo del sector salud en el país. Es un camino que ya empezamos a transitar y que no deberíamos interrumpir sino profundizar.

 

  • Por Maria Gabriela Vidal. Medica Planta del Servicio de Terapia Intensiva Hospital San Martin de La Plata. Maestrando en Economia y Gestion de la Salud. Miembro de la Comisión directiva de SATI (Sociedad Argentina de Terapia Intensiva).
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