Diógenes de Sinope fue un filósofo griego de la antigüedad que rechazaba las ideas convencionales y las costumbres sociales de su época, especialmente la dependencia de los bienes materiales. Diógenes vivía la pobreza extrema como una virtud, predicaba la austeridad y transmitía sus ideas con el ejemplo. Se cuenta que tenía como casa un gran jarrón de barro, que vestía una especie de poncho que también usaba para dormir, que veía a los perros como seres auténticos, despreocupados de la opinión de los demás. Además, se consideraba que él mismo vivía de manera “perruna”.
Fueron estas características las que llevaron a denominar así lo que se llama hoy “síndrome de Diógenes”. Las personas que sufren este trastorno de la conducta viven en condiciones insalubres: no cuidan su higiene personal, acumulan objetos y basura. Viven aislados socialmente, se muestran suspicaces y paranoides respecto a los demás y rechazan los ofrecimientos de ayuda. No sienten vergüenza por su modo de vida. También ha sido denominado como “síndrome de autonegligencia” o “síndrome de casa descuidada”.
La falta de cuidado personal, que es el rasgo distintivo de esta enfermedad, lleva a que padezcan una condición que afecta la piel llamada “dermatitis passivata”, que consiste en la formación de una corteza callosa sobre la piel. En cuanto a la acumulación patológica o compulsiva de objetos, se trata de una dificultad persistente para deshacerse de sus posesiones independientemente del valor que tengan. Aunque coleccionar cosas por su valor material o sentimental es una actividad habitual que muchos realizan, quienes tienen la conducta de acumular de manera patológica se quedan con una gran cantidad de objetos hasta el punto de congestionar los ambientes de la casa. En casos extremos, puede tratarse de montañas de desechos o comida en mal estado.
Lo que sabemos sobre el síndrome de Diógenes se basa en estudios de casos, que describen la forma de vida de algunos pacientes. Se estima que es más frecuente entre los mayores de 60 años. Si bien puede aparecer asociado a problemas de salud mental como demencia, depresión o esquizofrenia, en algunos casos ocurre en personas sin enfermedades neuropsiquiátricas previas. En ocasiones, el síndrome parece estar desencadenado en personas con ciertos rasgos de personalidad, por un evento traumático, como la muerte de un ser querido. Estudios recientes también relacionan al síndrome de Diógenes con una disfunción en una región del cerebro asociada con la habilidad de planificación, organización y autocuidado, la corteza prefrontal.
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Las personas con síndrome de Diógenes no son conscientes de lo que les sucede; por lo tanto, no suelen buscar ayuda médica y son reacias a aceptarla. Esto hace que sea difícil que reciban tratamiento. Sin tratamiento, las personas que padecen el trastorno tienen un mayor riesgo de mortalidad, en general asociado a enfermedades clínicas (como infecciones) secundarias, al descuido personal, falta de higiene y al hecho de no acudir a los servicios de salud.
Si el abordaje de la persona afectada no se realiza de manera cuidada, es posible que vuelva en poco tiempo al mismo estilo de vida. Por eso, como en toda enfermedad, la comprensión es fundamental. Como la que sabe hacer en cada remate el otro Diógenes, el perro compañero de “El linyera” en la famosa historieta rioplatense.