Hay consenso sobre el tema: tanto el Colegio Imperial de Londres como la Universidad de Washington han revelado que la enfermedad más amenazante para las personas es la hepatitis. En el lapso de 23 años la hepatitis tipo B y C logró acabar con la vida del 96% de las personas infectadas con el virus en más de 128 países.
La hepatitis es una inflamación del hígado. La afección puede remitir espontáneamente o evolucionar hacia una fibrosis (cicatrización), una cirrosis o un cáncer de hígado. Los virus de la hepatitis son la causa más frecuente de las hepatitis, que también pueden deberse a otras infecciones, sustancias tóxicas (por ejemplo, el alcohol o determinadas drogas) o enfermedades autoinmunitarias.
La hepatitis A y la E son causadas generalmente por la ingestión de agua o alimentos contaminados. Las hepatitis B, C y D se producen de ordinario por el contacto con humores corporales infectados. Son formas comunes de transmisión de estos últimos la transfusión de sangre o productos sanguíneos contaminados, los procedimientos médicos invasores en que se usa equipo contaminado y, en el caso de la hepatitis B, la transmisión de la madre a la criatura en el parto o de un miembro de la familia al niño, y también el contacto sexual.
Esta enfermedad mata anualmente 1,45 millones de personas, superando a algunas otras como el SIDA, con 1,3 millones de personas, tuberculosis, con 1,4 millones, y la malaria, con 855.000 seres humanos. Esto se debe a que la tasa de mortalidad de la hepatitis aumentó un 63% entre 1990 y 2013.
La hepatitis cruza a todas las clases sociales, y todas las personas tienen las mismas probabilidades de contraerlo que las personas marginadas. Además, es igual de mortal para toda la sociedad ya que en la mayoría delos casos es asintomática, y sólo se detecta cuando la persona está en etapa terminal. Por eso los científicos y la comunidad médica subrayan la importancia de la detección, a través de análisis sanguíneos, y la vacunación.
Los médico advierten que cuando si hay síntomas, entre los que se encuentran la fatiga, las náuseas y la falta de apetito, suelen ser ignorados o relacionados con otros males. Además, se le atribuye el cáncer de hígado en las últimas etapas.