Los cambios en la alimentación tras un procedimiento quirúrgico de este tipo suelen despertar interrogantes y temores. Existen falsas creencias al respecto, tales como que ya no será posible disfrutar de las comidas. Descubrí cómo se desmienten todos estos mitos.
Cómo es la alimentación tras una cirugía bariátrica
Junto con la cirugía metabólico-bariátrica, se producen una serie de modificaciones biológicas en el organismo del paciente que favorecen el descenso de peso y la saciedad: el tamaño gástrico, las hormonas digestivas, las hormonas de la saciedad y del hambre, los ácidos biliares, y la microbiota experimentan cambios. Sin embargo, los hábitos de vida no se cambian en la sala de cirugía.
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De ahí la importancia del acompañamiento del paciente por parte de un equipo multidisciplinario, que además ayudará a despejar temores, interrogantes y falsas creencias en torno a este procedimiento. Uno de los mitos más extendidos vinculados con el tratamiento quirúrgico de la obesidad es la idea de que luego de la cirugía la persona no podrá volver a comer ni disfrutar de las comidas.
La cirugía bariátrica no busca llegar a un determinado peso, sino que trata de disminuir el peso y el exceso de masa grasa
En ese sentido, más allá de la preparación específica para una cirugía de este tipo, mediante la cual se busca descender entre un 8 y 10% del peso previo a la operación, también se trabaja para mejorar las características de la alimentación en cuanto a la distribución, la selección de los alimentos, la masticación y la duración de cada comida.
Dieta post-cirugía bariátrica
Como el objetivo central es que el paciente llegue en buenas condiciones clínicas y nutricionales a la cirugía, se trata de evitar las dietas extremas y carentes en nutrientes. Además, la alimentación recomendada es baja en calorías pero rica en nutrientes. Muchas veces se usan suplementos nutricionales porque en la evaluación son detectados de manera muy frecuente déficits nutricionales antes de la cirugía.
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Esto se debe gracias a que la obesidad, si bien es una enfermedad con exceso de calorías, es muy habitual que por diferentes motivos haya déficits nutricionales de vitamina D, vitamina B12, o anemia.
Respecto de las características de la alimentación inmediatamente después de la cirugía, se trata de un plan alimentario progresivo, en el cual el paciente irá atravesando distintas etapas post quirúrgicas con el acompañamiento del equipo médico-nutricional. Se procurará la mejor adaptación del paciente a la cirugía, cubrir las necesidades nutricionales y que el plan alimentario sea la base de un nuevo estilo de vida saludable, equilibrado y a la vez placentero.
Mitos de la cirugía bariátrica
Existen muchos mitos, como que después de la cirugía uno va a tener que comer siempre papilla. Esta creencia es muy común y es importante desmitificarla. El plan alimentario es progresivo y se inicia con una prueba de tolerancia oral, con agua, en las primeras 24 horas, como ocurre con cualquier cirugía.
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Luego, se continúa con líquidos claros. El ritmo de la progresión va a depender de la tolerancia individual de cada paciente. En la última etapa, aproximadamente a las 4-6 semanas de la cirugía, se indica una alimentación completa y variada y el paciente va a sentarse a la mesa a consumir lo mismo que come su familia pero en menores cantidades, porque la idea es que la mejoría de hábitos se haga en todo el grupo familiar.
Esto es lo que más ayuda a sostener los cambios a largo plazo. A modo general, la alimentación posterior a la cirugía deberá tener en cuenta tres características: volumen, consistencia y calorías.
En cuanto al volumen, luego de la cirugía queda una capacidad gástrica con un volumen equivalente a una tacita de café. Es entonces que se va trabajando con el paciente para que ingiera pequeñas porciones de alimentos (equivalente a 30 ml) y se van incrementando progresivamente hasta llegar a entre 150 y 250 ml, según la tolerancia y la técnica quirúrgica.
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Al hablar de las calorías se puede notar una de las grandes ventajas de la cirugía, la cual consiste en generar saciedad precoz. El paciente se sacia, se siente pleno, con bajas cantidades porque el reservorio se llena rápidamente y por los cambios hormonales que produce la cirugía. Seguir un plan bajo en calorías, sin tener sensación de hambre y registrar esa saciedad, nos ayuda muchísimo con la pérdida de peso y es una de las principales herramientas.
El objetivo es lograr las metas de macronutrientes (proteínas, grasas e hidratos de carbono) y de micronutrientes con un plan hipocalórico que se va progresando a lo largo del seguimiento
Por otro lado, los estudios muestran que los pacientes consumen alrededor de 1.000 calorías a los cuatro meses de la cirugía, alrededor de 1.200 a los ocho meses y alrededor de 1.400 a 1.500 a los doce meses. Es decir que van progresando en consistencia más rápidamente y en calorías de manera más progresiva.
Si bien con esa cantidad de calorías el paciente se sacia, no es suficiente para cubrir necesidades de nutrientes, por lo que se indican suplementos de vitaminas y minerales, independientemente de la técnica quirúrgica utilizada. Es así que el paciente logra una importante pérdida de peso pero sin déficits nutricionales, lo que colabora a que se sienta bien, liviano pero con energía, y pueda seguir con sus actividades.
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Por último, es muy importante tener en cuenta la información nutricional, los cambios de hábitos (aprendiendo qué y cómo comer) y la selección de alimentos. También hay que priorizar aquellos con que conllevan más aporte de nutrientes y asegurarnos un aporte adecuado de todos los nutrientes esenciales.
Asesoró: Dra. Marianela Aguirre Ackermann, médica especialista en Medicina Interna y Nutrición en Diabetes.
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