Amada y odiada, admirada y cuestionada, capaz de adentrarse como ninguna otra en hogares y corazones, Eva Perón fue una mujer única para la historia pero una mujer más, apenas una más, para una enfermedad que --ironías de la historia— empezaba a encontrar su techo de prevalencia y mortalidad en los años 50 de la mano de un examen novedoso y revolucionario: el Papanicolaou, una técnica sencilla que tiene como objetivo la búsqueda de condiciones precancerosas o cancerosas en el cuello uterino y, al permitir el diagnóstico precoz, reduce notablemente la mortalidad por cáncer cérvico-uterino.
Buena Vibra intentó rastrear las estadísticas de mortalidad por cáncer de útero pero los registros por entonces eran escasos y la causa de mortalidad, esquiva. Evita murió el 26 de julio de 1952, hace 60 años. Por esos días, la cantidad de mujeres que morían por esa causa empezó a desmoronarse en Estados Unidos de la mano del nuevo test, pero faltaban todavía unos cuantos años para que la técnica se masificara en nuestro país.
En Argentina, el cáncer de cuello de útero es el segundo cáncer más diagnosticado en mujeres, con una incidencia estimada de 23,2 casos por 100.000 mujeres. Se estima que cada año se diagnostican alrededor de 3.000 casos nuevos y mueren aproximadamente 1.600 mujeres a causa de la enfermedad.
Enfermedad de la pobreza y la desigualdad
El cáncer de cuello uterino es el segundo cáncer más frecuente en la mujer a nivel mundial y la causa principal de muerte por cáncer en mujeres en los países en vías de desarrollo (en países de bajos recursos, esta enfermedad se cobra 700 vidas por día). Cada año se diagnostica cáncer invasivo de cuello uterino a aproximadamente 500.000 mujeres, y alrededor de 275.000 mujeres mueren anualmente por esta causa.
Un dato clave a tener en cuenta en el cáncer de cuello de útero es que más del 80% de las muertes ocurren en países en vías de desarrollo: su prevalencia y su mortalidad están estrechamente vinculados a la desigualdad y a la falta de acceso a exámenes básicos de salud. "Actualmente se considera que el cáncer de cuello de útero es una
enfermedad de la pobreza. Este hecho se explica fundamentalmente por la falta de acceso de las mujeres pobres a los programas de tamizaje", subraya el Proyecto para el mejoramiento del Programa Nacional de Prevención de Cáncer de Cuello Uterino en Argentina.
Con controles periódicos y una detección temprana, sumado a la vacuna, la incidencia de este tipo de tumores se desmorona. "El cáncer de cuello de útero tiene como causa principal el HPV, que es un virus de contagio sexual. Pero hay distintas cepas de HPV, no todos son oncogénicos. Es decir, no todos generan cáncer", explica el doctor Miguel Bensadon, ginecólogo y mastólogo.
Detectada en estadios iniciales, los pronósticos son excelentes. "Son claves el PAP y la colposcopía (permite ver lesiones, llagas y otros efectos virales), que son dos prácticas complementarias que, juntas, disminuyen el riesgo de falsos negativos. Si uno detecta HPV, se evalúa el alcance de la lesión. Si es exocervical se trata con criocirugía o electrocauterización, y si hay compromiso endocervical se hace una conización. Si uno detecta que la enfermedad está avanzada, se hace una histerectomía", dice el especialista.
El Virus de Papiloma Humano, masivo pero acorralado
El cáncer de cuello uterino es causado por los virus de papiloma humano (VPH). Hoy existen vacunas seguras y eficaces contra los tipos de VPH responsables de la mayoría de los casos de cáncer, que en el país son gratuitas y obligatorias para chicas de menos de 13 años, pero las pruebas de detección (básicamente el PAP) para cáncer o pre-cáncer siguen siendo una estrategia fundamental.
Los virus de papiloma son fáciles de transmitir y tienen una alta prevalencia. De hecho, el VPH es la infección de transmisión sexual más común. Se estima que hay en el mundo aproximadamente 630 millones de personas infectadas y que sólo en Estados Unidos cerca del 40% de las mujeres jóvenes se infecta con el VPH en los primeros tres años desde su debut sexual. Afortunadamente, en la mayoría de los casos, estas infecciones desaparecen gracias a respuestas inmunológicas naturales: la gran mayoría de las infecciones por VPH son temporales y dejan de ser detectables en análisis moleculares después de un periodo de 4 a 18 meses.
En general, las mujeres contraen el VPH entre los 16/17 y 30 años, y el pico de infección coincide con el comienzo de la actividad sexual. Usualmente el cáncer de cuello uterino se detecta mucho más tarde, por lo general después de los 40 años, con una incidencia pico alrededor de los 45 años y una mortalidad pico cerca de los 60 años. Por lo tanto, generalmente hay una demora prolongada entre la infección y el cáncer invasivo.
Del VPH al cáncer de útero
El cáncer de cuello uterino comienza con la infección del cuello uterino por VPH. El cuello uterino es la parte inferior del útero y conecta al útero con la vagina. La vagina y la parte inferior del cuello uterino están revestidas por células planas (escamosas), mientras que la superficie interna del canal al útero está formada por células con forma de columnas altas (durante una prueba de Papanicolaou o "Pap", se retiran algunas de las células escamosas de la superficie del cuello uterino para examinarlas). El área en la que convergen las células planas con las células con forma de columna se denomina la zona de transformación, y es un área particularmente vulnerable a los ataques del VPH. Tanto el pre-cáncer como el cáncer generalmente surgen en la zona de transformación.
Normalmente, las capas superficiales del cuello uterino mueren y se desprenden, con un flujo controlado de nuevas células que se forman constantemente y empujan hacia arriba desde abajo, de forma similar a la renovación de la piel. Sin embargo, con una infección persistente por el VPH este proceso se interrumpe. Las células de la capa inferior continúan multiplicándose a medida que avanzan hacia la superficie, en lugar de madurar y finalmente morir. Primero se vuelven anormales (precancerosas) y, después de un tiempo, desarrollan propiedades cancerígenas. Cuando invaden el tejido muscular profundo, el tejido fibroso y luego los órganos que rodean al útero, la paciente tiene cáncer invasivo.
La mayoría de las infecciones por el VPH se resuelve espontáneamente, pero entre el 5% y 10% de las mujeres que se infectan con tipos de alto riesgo desarrollan infecciones persistentes, y esto puede causar cambios precancerosos denominados lesiones. Ni las infecciones nuevas ni las persistentes presentan síntomas, por lo que las mujeres deben realizarse pruebas de detección periódicas para supervisar el posible desarrollo de lesiones.
Factores de riesgo
La mayoría de las mujeres se infecta en algún momento de sus vidas con un tipo de VPH, pero sólo unas pocas desarrollan cáncer. Los factores de riesgo que pueden influir en la posibilidad de que una mujer infectada desarrolle o no cáncer incluyen:
1) Edad temprana en el primer coito.
2) Edad temprana en el primer parto.
3) Alta cantidad de embarazos.
4) Fumar.
5) No realizarse pruebas de detección ni tratar las lesiones precancerosas.
6) Uso a largo plazo de anticonceptivos hormonales.
7) Muchas parejas sexuales; parejas de alto riesgo.
8) Infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) u otra infección de transmisión sexual (herpes o Chlamydia trachomatis).
9) Inmunosupresión debido al VIH, otras enfermedades, quimioterapia u otras causas.
El VPH reside en la piel, no en los fluidos corporales. Esto significa que el virus puede estar en regiones genitales que no cubre el condón. Incluso cuando se utilizan correctamente en cada acto sexual, los condones tienen una efectividad de sólo el 70% para prevenir el VPH.
Cómo prevenir el cáncer de cuello uterino
El cáncer de cuello uterino puede prevenirse cuando se evita la infección por el VPH o con el monitoreo (pruebas de detección) periódico para detectar la infección y las lesiones.
- Evitar la exposición al virus mediante abstinencia sexual o monogamia mutua permanente, siempre que ambos miembros de la pareja sean constantemente monógamos y no hayan estado previamente infectados.
- Vacunarse contra el VPH antes de iniciar la vida sexual. Las nuevas vacunas no protegen contra todo los VPH que pueden causar cáncer de cuello uterino, por lo que sigue siendo necesario realizarse pruebas de detección.
- Prevenir el desarrollo de cáncer invasivo mediante la detección con la prueba de Papanicolaou y el tratamiento precoz.