El fibroma, también llamado mioma o leiomioma (o miomatosis uterina), es el tumor benigno (no canceroso) más común en la mujer. Una de cada 4 mujeres puede padecerlo. La mayoría de las pacientes portadoras de fibromas son asintomáticas: sólo el 10-20% requieren tratamiento. Todo depende del tamaño, la localización y/o el número de los mismos.
La edad más frecuentemente de presentación del fibroma es entre los 30 y los 40 años de edad, aunque se pueden presentar a edades más tempranas. La mayoría de los miomas son hormonodependientes, es decir que su aparición se debe a la acción de hormonas femeninas (estradiol) sobre el músculo uterino (miometrio), por lo que es poco frecuente encontrarlos en la adolescencia o en la postmenopausia. En cambio, no es raro observar que aumenten durante el embarazo.
Los fibromas son secundarios al crecimiento de un grupo de células de la pared uterina, intercaladas con tejido conjuntivo. La localización es variada y pueden estar en la superficie del útero (subserosos), en el grosor de su pared (intramurales) o en el interior de la cavidad uterina (submucosos), y también existen combinaciones. Los tamaños pueden ser muy variados y son desde muy pequeños hasta tamaños que abarcan toda la pelvis y parte baja del abdomen.
Síntomas
Cuando se presentan, los síntomas más comunes son:
1) Cambios en el sangrado menstrual
+ Mayor cantidad (hipermenorrea)
+ Mayor duración (menometrorragia)
+ Sangrado en momentos no menstruales (metrorragias intermenstruales)
2) Dolor
+ Durante la menstruación (dismenorrea)
+ Durante la relación sexual (dispareunia)
+ En la pelvis o parte baja de la espalda
3) Anemia
4) Opresión
+ Dificultad para iniciar micción
+ Orinar frecuentemente y en pequeñas cantidades
+ Estreñimiento
5) En relación al embarazo
+ Fertilidad
+ Esterilidad
+ Abortos, partos pretérmino
A menudo algunos de éstos síntomas se presentan asociados.
Diagnóstico
El diagnostico se realiza por medio de la historia clínica y el examen ginecológico, y se puede corroborar con estudios como el ultrasonido, histerosalpingografia, histeroscopia y laparoscopia.
Tratamiento
Las opciones de tratamiento dependen del tamaño, la localización, la sintomatología y el posible deseo gestacional.
Si los miomas son pequeños y permanecen estables, es decir, no crecen y la paciente no tiene síntomas, el mejor tratamiento serán los controles ginecológicos periódicos. Si se observa que durante los controles periódicos los miomas crecen y/o empiezan a dar sintomatología como: aumento de volumen abdominal, sangrados excesivos, dolor pélvico, etc, determinados fármacos como los anticonceptivos orales, la progesterona, los análogos GnRh ó la embolización uterina, en ocasiones, para reducir el tamaño previo a la cirugía y, últimamente el Dispositivo intrauterino (DIU hormonal), pueden ayudar a controlarlos.
Cuando el útero es muy grande ó cuando los síntomas no responden a las medidas farmacológicas, el mejor tratamiento será la cirugía.
El tratamiento quirúrgico consiste en remover el o los miomas, y esto se puede realizar de dos formas: 1) miomectomía (a cielo abierto ó laparoscópica) ó la extirpación del útero (histerectomía).
En el caso de la coexistencia de un embarazo y miomatosis uterina, éstos pueden tener un aumento en su tamaño, dado el estímulo hormonal en que se encuentra. El embarazo puede transcurrir sin problemas o bien ocasionar pérdidas fetales, partos pretérminos o presentaciones anormales (que el feto no se coloque de cabeza al final) y por lo tanto la necesidad de realizar una cesárea. En más raras ocasiones los miomas también pueden obstruir la salida del útero y no permitir la salida del bebe, en estos casos también es necesaria la realización de una cesárea.
En el caso de las mujeres que se encuentren cerca de la menopausia y que no tengan molestias severas pueden no requerir de tratamiento.
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Fuente: Miguel Bensadon, ginecólogo, obstetra y mastólogo.
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