Las obligaciones laborales, las responsabilidades, el ritmo de la vida cotidiana hacen que transcurran los días, uno tras otro, sin que nos tomemos un momento para reflexionar sobre nuestro bienestar, qué tan satisfechos nos sentimos con nuestra vida, sobre aquello que queremos y sobre lo que no.
Un primer paso para comenzar a trabajar en los aspectos fundamentales para vivir mejor y construir así la vida que queremos es llevar a cabo un análisis de introspección, de autoconocimiento. No es tarea fácil, pero podemos comenzar a reflexionar para identificar los rasgos fundamentales de nuestra personalidad y saber quiénes y cómo somos, además de comprender los motivos que nos llevan a actuar, pensar y sentir de determinada manera.
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El doctor Pablo Hirsch, autor del libro “Inteligencia para el bienestar. Vivir mejor tienen su ciencia”, propone diferenciar tres niveles de autoconocimiento:
- Identificar aquellas emociones positivas que prevalecen a diario, como la alegría, la gratitud, la serenidad, el interés, entre otras; las fortalezas y los rasgos de personalidad. (Recursos internos)
- Distinguir los vínculos sociales enriquecedores, como las amistades, las relaciones familiares, los maestros; las instituciones que nos pueden brindar apoyo ante diferentes necesidades, como los clubes, la escuela, la iglesia u organizaciones sociales. También es importante saber con qué respaldo estructural y económico disponemos, como bienes materiales, monetarios y tecnológicos, que nos permitan afrontar diversas situaciones. Como así también, los factores socioambientales que nos facilitan el cuidado y desarrollo. Esto implica los medios y el contexto en el cual vivimos, como los espacios verdes, el transporte público, el buen clima, etc. (recursos externos).
- El tercer nivel de conocimiento es poder identificar y plantearnos los objetivos vitales. Una manera facilitadora es redactar un plan de vida donde incluyamos principios, valores y objetivos que nos guíen en el proceso de identificación de nuestras competencias y en la definición de nuestras prioridades en función de cómo nos gustaría vivir.
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Detectar y reconocer nuestras emociones positivas, nuestros rasgos, habilidades y fortalezas, puede ayudarnos a identificar cuáles se presentan con mayor frecuencia, cuáles no son tan buenos y cuáles sería útil desarrollar a futuro. Contando con toda esta información podemos modificar algunos hábitos e incluir otros en la vida cotidiana que nos permitan construir nuestro bienestar y alcanzar la vida que queremos, como por ejemplo:
- Reunirte con tu grupo de amigos una vez por semana, como un momento personal de esparcimiento y de contención entre pares.
- Inscribirte en el club del barrio y realizar actividades en grupos, como algún deporte, actividad artística, etc.
- Participar de organizaciones sociales y llevar a cabo actividades que sean de tu interés.
- Aprovechar los espacios verdes para salir a correr o a caminar.
Autoconocernos de la manera más objetiva y acabada nos permitirá entender mejor qué cosas le dan asentido a nuestra vida y focalizar la energía en lo importante, en aquello que nos brinde mayor bienestar.
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